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Eurnekian prepara una visita clave para destrabar Chihuido 1, pero asoma un plan B con IMPSA

Un conflicto entre socios mantiene el proyecto en punto muerto desde hace meses. Ejecutivos de Voith Hydro llegarán al país. Se reflota la posibilidad de Chihuido 2. Por Esteban Rafele, El Cronista.

El proyecto hidroeléctrico Chihuido, la obra de infraestructura más grande que está en la agenda inmediata y que es vital en la relación geopolítica con Alemania, sigue trabado por diferencias entre sus socios. Algunos de ellos sostienen que su concreción es difícil, mientras una comitiva de la empresa alemana Voith prepara su llegada al país, bajo el ala de Eduardo Eurnekian, para intentar acelerar los contratos. En este contexto incierto, asoma un plan B que involucra a la estatizada IMPSA.

Chihuido, una represa a construirse en el río Neuquén, tuvo varias vidas desde que se licitó en 2014 y ahora llegó a una instancia determinante. El gobierno de Alberto Fernández lo reflotó luego de que Mauricio Macri lo diera de baja, como resultado del ajuste del gasto que siguió al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) de 2018. Helport, la constructora de Eurnekian, encabeza la Unión Transitoria de Empresas (UTE) que ganó la licitación, junto con Panedile (de Hugo Dragonetti), Chediack, Eleprint (de Gustavo Weiss, presidente de la Cámara de la Construcción) e Hidroeléctrica Ameghino.

Eurnekian se puso al frente del proyecto y activó contactos con Alemania y con el gobierno de Fernández. Voith Hydro aportará el trabajo de ingeniería, valuado en u$s 600 millones, determinante para que ese país financie el 85% de toda la obra, por u$s 1900 millones. Eurnekian incluso aseguró una participación a IMPSA, luego de su estatización. Pero trabas burocráticas hacen que sus socios consideren que el proyecto está en punto muerto.

Sin avances

Como contó El Cronista hace dos meses, Euler Helmer reclama, para respaldar el proyecto, que el contrato esté en cabeza de Voith. Deberían invertirse los roles: la empresa contratada debería pasar a ser la titular y la UTE que ganó la licitación se convertiría en subsidiaria. Para el Gobierno, se trata de un “conflicto entre privados”. Para algunos socios de la UTE, de una traba difícil de saldar.

Si me preguntás si Chihuido se cae, te respondería que es probable. El tema no está claro”, dijo un empresario que espera que el proyecto avance, pero que admite que no hubo avances en los últimos dos meses. “Si el Gobierno quiere, si los alemanes quieren y si los planetas se alineas, debería haber una solución”, agregó. Otro, más tajante, cree que la presa no se realizará.

Pero Helport, que tiene el 41% de la UTE confía en encontrar la llave para destrabar la represa. Eurnekian intercede para que una delegación de Voith que llegará al país el 8 de junio explore una solución con funcionarios. “Nada se cae ni se va a caer”, indicaron desde ese rincón.

Chihuido traería una inversión externa en momentos en que el país necesita dólares, gracias a un crédito al 6% anual. Es, también, un tema geopolítico para Alemania, que quiere competir con China en proyectos energéticos en el país y la región. Avanzó políticamente durante la última cumbre del G-20, aunque no hubo definiciones públicas en la última visita de Fernández al canciller alemán, Olaf Scholz, el 11 de este mes.

El proyecto es clave para la relación bilateral, en momentos en que Scholz invitó al Presidente a la cumbre de líderes del G-7, a fines de junio. En el plano local, Eurnekian respaldó explícitamente al ministro de Economía, Martín Guzmán, en el último almuerzo del Consejo Interamericano del Comercio y la Producción (Cicyp) y hasta pidió un brindis en su honor.

Las dudas sobre la concreción de la represa reflotaron un plan B: Chihuido 2, una obra más chica que IMPSA presentó a Neuquén antes de ser estatizada y que solo se haría si el proyecto de Helport y su socio alemán queda trunco. La firma mendocina pondría la ingeniería de una obra valuada en algo menos de la mitad que Chihuido 1, unos u$s 850 millones. Pero la financiación sería en pesos.

IMPSA había ganado la licitación para hacer Portezuelo del Viento, en Mendoza, pero el respaldo de Fernández a las provincias que pedían nuevos estudios ambientales hizo que esta obra quede prácticamente descartada.

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