Christian SanzPortada

Son dos de los empresarios más importantes de la salud de Mendoza y los investigan por narcotráfico

Son hermanos, médicos y han hecho fortuna con el tráfico de estupefacientes.

Christian Sanz
Christian Sanz

Las trapisondas de los hermanos ya se han contado in extenso en las virtuales páginas de este diario, con lujo de detalles. Carlos y Aníbal. Aníbal y Carlos. El orden de los factores no altera el producto.

Empezaron humildemente, trabajando como médicos, haciendo honor a la profesión de su madre, que era enfermera. Su padre, apenas un albañil. Nada que ver con la salud.

Luego se hicieron de una empresa de ambulancias, las más conocida de Mendoza. Y empezaron a adquirir otras tantas compañías. Y luego se metieron en otros negocios. Una de ellos muy rentable: el narcotráfico.

De hecho, uno de los hermanos fue investigado por ese delito y zafó, básicamente porque tiene vínculos estrechos con un ministro de la Suprema Corte de Mendoza, oriundo de Palmira, para más datos. Y coleccionista de costosas obras de arte. En realidad, el “supremo” es socio del ilícito negocio. Escándalo es poco.

Sea como fuere, hoy los hermanos son dueños de un enorme holding, una suerte de pulpo, que se dedica a los rubros más diversos. Allí abrevan Carlos y Aníbal, y los dos hijos de uno de ellos. El más grande del clan hasta tiene un avión privado, un Tecnam P 92 Echo MK 2.

No es casual: en Rivadavia los hermanos ostentan una empresa familiar que es representante oficial de una reconocida marca italiana de aeronaves. Allí ensamblan partes. También tienen hangar en el Aeroclub de Luján (Buenos Aires) y Alta Gracia (Córdoba).

Allí mismo es donde los investiga la Justicia en estas horas, en el terruño de Axel Kicillof. Porque sospechan que el nudo del tráfico de estupefacientes que llevan adelante se da en esa zona del país. Como se dijo, en Mendoza son intocables. Tienen a la Justicia comprada y cuentan con la protección de lo más alto de la política.

Diario Mendoza Today debió tolerar las advertencias de reputados referentes de distintos espacios partidarios luego de publicar la primera de las notas. “No vale la pena meterse con esta gente”, sostenían los que se contactaban con este periodista.

Curioso, porque aquí mismo se han publicado cuestiones más comprometedoras, sobre personajes mucho más peligrosos, y nadie jamás aconsejó nada de nada.

Como sea, en estas horas los hermanos son investigados en profundidad, sobre todo luego de que este diario revelara su relación con el mundo de los narcóticos. Dicho sea de paso, la Justicia ha requerido la colaboración de este medio.

Cuando sea oportuno, se darán los nombres de los protagonistas y se publicarán los documentos que sustentan lo aquí contado, que es apenas la punta del iceberg. Ya mismo pueden ir alquilando balcones.

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