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Giol, Fecovita y los tiempos de la motosierra

Nota de opinión del Dr. Osvaldo Coll, abogado de Fecovita.

Bodega Giol es fundada en 1897 por Juan Giol y Bautista Gargantini. En 1954 el Gobernador Carlos Evans compro el paquete accionario. En 1964 mediante por la ley 3137, se convirtió en empresa estatal. En la década del 70 controlaba el 40% del mercado vitivinícola nacional.

Era el refugio de muchos pequeños productores, que sin Giol quedaban a las expensas de los grandes grupos económicos de la época. A partir de la década del 80 la empresa empieza a tener dificultades económicas y financieras. Sus déficits eran financiados principalmente por el Banco de Mendoza.

Según Natalia Palazzolo en un trabajo publicado en la Revista Estudios Contemporáneos y Sociales, en el último cuatrimestre de 1987, su deuda crecía a razón de casi un millón de dólares mensuales. Ante esta situación el Gobernador José Octavio Bordón, decide su privatización.

Se buscaba que los pequeños productores se asociaran formando parte de un sistema en el que encontraran la protección que antes le daba Giol, pero claro, ahora siendo dueños. De este modo la venta se orientó a FECOVITA, dado que esta nucleaba a una buena parte de los productores que elaboraban en Giol. Al resto se los alentó a integrarse en FECOVITA. Esta privatización fue durante criticada por sectores conservadores de la provincia.

Al momento de la venta, Giol comercializaba 7 millones de litros de vino por mes, utilizando para ello casi 1600 empleados. Como ya dijimos tenía un fuerte déficit operativo y financiero. FECOVITA la planta de Gutiérrez, y 14 sucursales. Como era de esperar los comienzos no fueron sencillos, al punto que en el año1996 debió refinanciar su deuda con la Provincia. Sin embargo, por estos dias la realidad de la empresa es completamente distinta.

FECOVITA fracciona hoy 16 millones de litros de vino por mes, con una planta de mil personas. Cancelo completamente la deuda con la provincia. Paga sus impuestos normalmente, y otorga empleo directo e indirecto a más de 10.000 personas. Sus dueños son 29 cooperativas, distribuidas en todo el oasis productivo de Mendoza. A través de esas cooperativas nuclea a más de 5.000 productores, en su inmensa mayoría minifundista.

Posee el 30 % del mercado total del vino de la argentina. Solo por día fracciona casi medio millón de litros. Es muy importante destacar que no recibe ningún tipo de subsidio del Estado, ni directo ni indirecto. En estos TIEMPOS DE MOTOSIERRA, bien vale considerarla como un ejemplo de lo que debe significar la reducción del Estado a sus funciones básicas.

Bien cabe hablar del principio de subsidiariedad. Por este, como decimos, el Estado debe dejar en manos de los particulares todo aquello que estos pueden llevar a cabo, en su reemplazo. Ahora bien, en este traspaso de empresas, debe realizarse buscando la mayor distribución de la riqueza posible.

El caso de FECOVITA, es paradigmático en este sentido. No solo genera riqueza, sino que además la distribuye efectivamente. Para ello se vale de la estructura legal que otorga la ley de Cooperativas (20.337). Por medio de esta se organiza la participación de sus miembros. Los representantes de las 29 cooperativas se reúnen obligatoriamente cada 15 días. Allí se decide no solo las cuestiones operativas, sino entre otras el precio que se paga a las Cooperativas por el vino entregado.

A su vez cada cooperativa tiene el mismo método participativo con sus productores. De este modo el sistema garantiza a estos, socios o no, el mejor precio posible. En cuanto a la gestión, el presidente de FECOVITA revalida su cargo todos años. No hay en el sistema, posibilidad de cargos eternos. En estos días se han cuestionado la existencia de cooperativas destinadas a proselitismo, y en el peor de los casos corrupción política.

El Gobierno de Javier Milei ha denunciado el caso, ordenando y el cierre de cientos de ellas. El mal uso de las cooperativas creadas con fines espurios no debe poner en tela de juicio las bondades del sistema. Le cabe al Estado, entre sus funciones esenciales, controlar el correcto destino de este modo de asociativo basado en el esfuerzo común. FECOVITA es un ejemplo de lo que significa una cooperativa genuina, y las bondades del sistema. Es un error conceptual que todo lo cooperativo es malo y toda sociedad anónima o cualquiera de su tipo es bueno. Hace poco se cumplieron 20 años de la tragedia de “Cromañón”.

Las sociedades que eran dueñas del local donde ocurre el incendio se habían estructurado de tal modo que no fue posible encontrar responsables. Los dueños eran sociedades que a su vez sus socios eran otras sociedades radicadas en el exterior. En una cooperativa como FECOVITA sus dueños no pueden ser otros que cooperativas, que a su vez tienen de socio a los productores. El Estado debe alentar este tipo de estructuras en tanto acrediten su genuinidad.

En este aspecto es lamentable el embate que está recibiendo en estos días. Al decir de los legisladores, en la sesión ocurrida el 12 de setiembre del 2023, se trataría de un empresario español que pretende quedarse con la empresa. Según el diario digital Mendoza Today, en una nota de fecha 6 de enero del 2024 este habría trazado vínculos con funcionarios del Gobierno y la Justicia.

Deseamos francamente que esto no sea así. Desde mi observación como profesor de derecho societario, se ha comprobado la excelente interrelación entre FECOVITA y los organismos gubernamentales. Estos siempre han entendido la función social que cumple en protección del pequeño productor.

Fecovita es un ejemplo de promoción social, y es de esperar que lo siga siendo. Hay que alentar que haya muchas más cooperativas como esta, no solo en el ámbito vitivinícola, sino en otros rubros de la economía. El sistema cooperativo integra la economía de mercado y la libre competencia. Nunca se opone a ella.

Osvaldo Coll
Osvaldo Coll / Mendoza Today

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