Este viernes, el ministro de Economía y Energía, junto con el gerente general PRC, Emilio Guiñazú, explicó ante los legisladores cómo fue el proceso para reactivar la mina, que dejó de funcionar en 2013.
Se trató de una exposición sólida y fundada, abundante en documentos ad hoc. Digna de ver, por cierto.
Sin embargo, hubo un imponderable (siempre los hay), un evento inesperado y fortuito. La presencia de José Luis Ramón, siempre presto a llamar la atención.
Sus interrupciones fueron contínuas y reiteradas, con acusaciones inentendibles. Concatenadas con supuestos nombres de empresas que se habían puesto de acuerdo para dominar el mundo. O algo así.
Nada que pueda sorprender: Ramón es un “Figuretti” de la vida. Un hombre que gusta pintarse la cara y hacer malabares para que alguien le preste atención.
Sin embargo, ya no le funciona. La magia quedó lejana y vetusta. Los trucos se le notan demasiado.