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Durísima carta del intendente de Guaymallén Marcelino Iglesias: “Ni irresponsables, ni desquiciados”

En un comunicado, Marcelino Iglesias, intendente de Guaymallén y uno de los referentes del radicalismo provincial, hace un análisis de la realidad económica y social argentina.

Además de una lectura pormenorizada del “clima” previo a las elecciones nacionales y un pedido a la ciudadanía para acompañar a la candidata de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich.

A continuación, la opinión de Marcelino Iglesias

Queridos amigos: no hace falta ningún condimento más para describir los momentos que vivimos como país y como sociedad de críticos y angustiantes.

El panorama, si bien algo confuso, cambiante y perturbador, es claro que tiene dos protagonismos negativos que van marcando el compás de la crisis.

De un lado, un gobierno en fuga, que ha hecho gala de estrepitosos fracasos en los más diversos ámbitos, que nunca se hace cargo de sus errores y horrores, que cree que el Estado es de su propiedad y puede hacer lo que le venga en gana sin rendir cuenta, que usa la mentira como práctica cotidiana, que ha agotado toda forma de credibilidad en la sana administración del Estado, que protege y fomenta la corrupción y que es, en definitiva, el principal responsable de los más escalofriantes índices de inflación, por un lado, y de empobrecimiento de la sociedad por otro -ambos van, inexorablemente de la mano-.

Su ministro de Economía -virtual presidente ante el default del elegido en su momento- nos sorprende todos los días con nuevas medidas condenadas, de antemano, al fracaso y a profundizar tanto la inflación como la pobreza y el desánimo. En definitiva, el populismo en su quintaesencia, representado por el «volátil», cambiante y ubicuo de Sergio Massa.

Por otro lado, un bombardeo de propuestas mesiánicas, ridículas, irrealizables, propias del pensamiento mágico, encarnadas en un personaje «providencial», dispuesto a embestir contra lo que denomina «la casta», a la que él pertenece y aliarse con los peores representantes de la misma.

Su oportunismo para aprovechar el hartazgo y cansancio social por el desgobierno kirchnerista, son equivalentes a sus alianzas con los que dice enfrentar, pero con un grado de irresponsabilidad y liviandad en sus declaraciones que sorprenden, interpelan y asustan. Sus consignas coloridas, pero vacías de contenido y simplistas, sólo ocultan su ignorancia y su desprecio por el sentido común.

Pocas veces alguien a combinado dosis similares de audacia, irresponsabilidad y caradurismo como Milei. Cada día que pasa es evidente que no tiene propuestas sólidas, ni equipo ni programa. Y que está dispuesto a llevar al país al abismo con tal de obtener, a los gritos, sus objetivos.

En definitiva, un cultor del más repugnante populismo, que cómo bien sabemos, no es de izquierda ni de derecha: es simplemente el conjunto de mentiras y promesas que sólo generan frustraciones y más atraso.

Es en este contexto, en el que más que nunca un gran sector de la sociedad pide sensatez, cordura, responsabilidad y que se le hable como adultos, sin consignismo y con la verdad, por dura que esta sea.

Todos sabemos que la herencia que deja el kirchnerismo es nefasta por donde se la mire. Y que Milei sólo juega a que todo explote pronto.

No podemos ni debemos sumarnos a ese juego peligroso y de consecuencias impredecibles. Es la hora de ser más auténticos que nunca y hablarle a la sociedad con calma, sin gritos, sin autoritarismo, sin falsas promesas.

Nuestra sociedad, más allá del cansancio y del agobio, quiere reflexiones adultas y realistas. Los populismos han fracasado y van a fracasar. Nada se consigue sin proyectos serios, trabajo fecundo, consensos básicos y acciones destinadas a incluir a la mayor parte de nuestra sociedad en los progresos que se logren.

Hoy la consigna es derrotar la inflación que le gana por varios cuerpos la carrera a los ingresos. Y poder fijar metas de crecimiento y desarrollo razonables, sin creaciones mágicas, pero con todo el impulso de una sociedad que quiere dejar atrás la violencia de ver como día a día, hora a hora, su poder adquisitivo se deteriora.

Es el momento de mirar a la gente a los ojos y pedirles el voto para Patricia Bullrich. Explicando todo lo que esté a nuestro alcance, comprometiéndonos a dar respuesta a lo que en el momento no sepamos, convocando a dejar de lado las consignas livianas e irresponsables de «que se pudra todo», «que reviente todo», pues cuando ocurrieron los intentos de saqueo, fue claro que los que interpretaron esas consignas fueron los delincuentes, y el conjunto de la sociedad salió en nuestra provincia a pedir al estado provincial que actuara pronto.

El tan denostado Estado se puso del lado del conjunto de la sociedad y se desbarató la supuesta protesta social llevada a cabo por bandas de delincuentes que siempre aprovechan las circunstancias de confusión y de malhumor social.

No podemos dejar que el país quede en manos de los irresponsables, ni de los desquiciados. Debemos retomar el camino de la cordura y la sensatez. Por eso, nadie puede ni debe hacerse el distraído. Todos debemos sumarnos al diálogo para cambiar nuestra triste y dura realidad a la que nos ha llevado el populismo y el mesianismo.

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