Nacionales

Tras la peor protesta, Milei busca su primera gran victoria legislativa

Fue una semana agridulce para la gestión Milei. Con un innecesario discurso presidencial por cadena nacional; una marcha monumental en contra; un nuevo discurso que dejó al presidente exultante y los dictámenes que lo dejan a las puertas de su gran revancha en Diputados. Por José Angel Di Mauro.

El Gobierno de Javier Milei sabe administrar las expectativas; la opinión pública, el manejo de las redes, las encuestas, son espacios donde se siente bien y expeditivo. Tiene los medios y la gente adecuada para llevar adelante esa tarea y mal no le va. Más bien lo contrario: es el área que mejor domina y donde mayores réditos saca. Sino el único.

La gestión, por el contrario, no es su área de confort. Una vez más lo demostró en la semana que pasó.

Dejó crecer un problema que tendría que haber encarrilado de entrada. Pero cuando se les plantea eso a los funcionarios libertarios, uno se encuentra con un frontón. Dicen que no por haber dado señales de cambio de discurso tras la gigantesca marcha del 23A, admitirán un error en el manejo de la crisis universitaria. O mejor dicho: que pueden haber errado en las formas, pero mantienen el espíritu crítico sobre el tema, fundamentalmente en los puntos de confrontación.

No van a ceder posiciones en cuanto a la necesidad de una auditoría en las universidades, a las que consideran cotos de caza de diversos espacios políticos -o “nichos de negocios”-. Por eso fue que a fines de febrero el Gobierno decidió suspender la apertura de las cinco universidades que acababa de crear el Congreso, durante la gestión anterior: Madres de Plaza de Mayo; Pilar, Delta, Río Tercero y Ezeiza. El tema merece un comentario descriptivo.

Originalmente eran ocho las universidades que promovía el gobierno anterior, motorizadas por Sergio Massaentonces presidente de la Cámara baja y muy interesado en particular en la del Delta. La oposición obturaba la aprobación de las mismas desde el año 2022. El Frente de Todos especulaba con la grieta que abría en JxC el hecho de que dos de las universidades fueran promovidas por Evolución Radical, vía Emiliano Yacobitti. Las de Río Tercero y Saladillo, esta última especialmente promovida por el hoy vice rector de la UBA. Uno de los argumentos de Juntos por el Cambio para cuestionar la creación de más universidades siempre fue que la mayoría se instalan en el Conurbano. Esta tanda no era la excepción: de las 8, 3 estaban en el Conurbano (Delta, Pilar y Ezeiza) y una en CABA (Madres de Plaza de Mayo). Dos en el interior bonaerense (Cuenca del Salado y Saladillo) y dos en el interior del país (Río Tercero y Paraná). Finalmente negociaron en la Cámara baja avanzar con la mitad de las universidades, y habilitaron el tratamiento de Delta, Pilar, Ezeiza y Río Tercero, pero sobre la marcha el FdT agregó la de Madres. Las cinco se convirtieron en ley. Las tres restantes solo tuvieron una media sanción que perderá estado parlamentario. Para darles la razón a los cuestionamientos geográficos, 4 de esas 5 nuevas universidades estarían en el AMBA.

En su discurso de apertura de sesiones ordinarias, Milei se refirió directamente al tema al afirmar que “la creación de universidades se ha convertido en un negocio más de la política”. Agregó en ese mismo párrafo el otro flanco de confrontación que tiene para con ese espacio: “En los profesorados de institutos de formación docente proliferan currícula educativa de izquierda abiertamente anticapitalistas y antiliberales en un país donde lo que más se necesita es más capitalismo y libertad”, aseguró.

Pero claramente no supo imaginar lo que inexorablemente terminaría enfrentando, demostrando que esta es una gestión carente de tacto y pericia. Debieron haber previsto lo que se les venía. En medio de la marcha, renunció el número 2 de Sandra Pettovello en Capital Humano, Maximiliano Keczeli, que argumentó “un pico de estrés” para irse de vuelta a la actividad privada. Entre otras áreas, tenía a su cargo la asistencia a las universidades públicas. Igual, los rectores y representantes universitarios no se quejaban de Keczeli, sino de Alejandro Alvarez, subsecretario de Políticas Universitarias en el Ministerio de Capital Humano, al que acusan de destratarlos. Para esta nueva etapa ha sido corrido de las negociaciones.

Con Keczeli se fue su segundo, Marcelo Hita. Suman 22 las bajas en este gobierno en 4 meses y medio. Ese récord no fue citado por el presidente en su discurso por cadena nacional del lunes pasado. Un mensaje lleno de números y autoelogios, que la mayoría no alcanzó a entender y muchos consideraron innecesario. Hubiese estado más justificado un anuncio del ministro de Economía nomás, pero el presidente prefirió rodearlo de épica en el prime time. Para opacar tal vez el anuncio de la marcha del día siguiente. No alcanzó.

La marcha fue sin lugar a dudas histórica. Más allá de que el acto de cierre fue sin dudas fallido. Le sobraron todos los discursos menos el de la titular de la FUA, que originalmente iba a ser el único. Los demás le dieron un tono partidario que semejante demostración no merecía, comenzando por el discurso de la titular de Madres línea Fundadora, Taty Almeida, quien 20 segundos después de aclarar que ese era “un acto político, pero no partidario”, se puso la camiseta kirchnerista para afirmar que “perdimos una elección, pero no nos han vencido”. A continuación, habló Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz en 1980, que el día anterior había firmado junto a una cantidad de figuras alineadas con el kirchnerismo un pedido de juicio político al presidente MileiTaty Almeida también lo firmó.

Semejante cierre le dio excusas al presidente y las huestes libertarias en las redes para insistir con el carácter político del acto, pero todos en el Gobierno terminaron haciendo acuse de recibo del mensaje. Quedó claro que ese fue un conflicto que dejaron crecer y debieron solucionar del mejor modo un mes antes. Por eso cambiaron el discurso para aclarar que nunca habían hablado de cerrar las universidades.

Igual, al presidente no se le puede pedir moderación. Cerró el día de la marcha con una sentencia poco feliz en las redes: “Lágrimas de zurdos”. No le fue en zaga su presentación en la Fundación Libertad, al día siguiente, donde tuvo singular aceptación, al punto de eclipsar a todos los expresidentes presentes, pero se fue a la banquina ensayando imitaciones burlonas de economistas denostados por él, más propias del standapero que le gusta parecer que el presidente que debe ser.

Fue allí donde lanzó una sentencia que causó escozor en el Congreso, en vísperas del debate decisivo de los proyectos del Ejecutivo en las comisiones: “Hagan lo que quieran con la ley Bases”. En rigor, la de Milei no era una “recomendación” para la actualidad, sino que estaba recordando el fracaso de febrero, cuando así y todo llegaron al déficit cero. Pero todos lo tomaron como si fuera una sugerencia actual, a sabiendas de que ese debe ser el pensamiento fiel del presidente. Que no salió al cruce, como hubiera hecho de pensar lo contrario.

Como sea, al día siguiente el oficialismo y los bloques dialoguistas que lo acompañan en esta empresa se alzaron con los dictámenes de mayoría y llegarán a este lunes con la convicción de tener los votos suficientes para aprobar ambas leyes en el transcurso del día martes, o en la madrugada del 1° de Mayo, a más tardar.

Semejante certeza tiene que ver con el hecho de que esta vez saldrá la media sanción. A diferencia de lo sucedido en el mes de febrero, se llega a la sesión con el “poroteo” hecho. Se sabe que la aprobación en general está asegurada, con un número parecido a los 144 votos afirmativos del 2 de febrero pasado. Pero para la votación en particular, que es donde la sesión del 6 de febrero se desbarrancó, se negoció artículo por artículo y se supone que ya está todo calculado.

Con una cuota de pragmatismo, el Gobierno accedió a pedidos de la oposición, como el del radicalismo de sumar la reforma laboral a la ley de Bases, y luego al reclamo de Miguel Pichetto de bajar buena parte de esos artículos. Pruebas al tanto: la parte correspondiente a la reforma laboral tenía 60 artículos, y quedaron solo 17. El presidente del bloque Hacemos Coalición Federal fue clave en ese sentido, como en 2017, cuando se encargó de bajarle la persiana a la reforma laboral que impulsaba el Gobierno de Mauricio Macri. La posición del entonces jefe de la principal oposición en el Senado era la de que, como peronistas, debían contar con la aprobación de la CGT, que en principio estaba, pero luego se diluyó por la intervención de Pablo Moyano.

Esta vez Pichetto actuó convencido de que una pelea con la central sindical era el peor negocio que podía hacer el oficialismo en la recta final del tratamiento de estas leyes. Y el Gobierno aceptó la sugerencia.

Todo sea porque Milei pueda celebrar antes de mayo la media media sanción tan ansiada. Todavía le restará en ese caso el escollo del Senado, donde el rechazo cuenta con los 33 votos seguros de Unión por la Patria. El oficialismo deberá lograr que no puedan sumar cuatro más. A priori, hay señales de que el Gobierno podrá celebrar, incluso antes del 25 de mayo, la fecha límite que había puesto el presidente.

Pasado ese trance, habiendo conseguido en ese caso el Gobierno su primera ley, será momento de barajar y dar de nuevo. Porque los bloques dialoguistas se darán por cumplidos y hasta el Pro reverá sus pasos futuros, ya no tan alineado con La Libertad Avanza.

Artículos Relacionados