Luis RossiPortada

🙈 Vendimia, hipocresía y vericuetos para todos: la Mendoza que nos negamos a ver

¿Qué significa hoy en día la Vendimia? ¿Representa lo que se busca representar realmente?

Podemos decir, y sin temor a equivocarnos, que desde el mismo momento en que existe la Vendimia como fiesta instituida a nivel masivo y gubernamental, también existen grupos pro y anti vendimia. Y ambos tienen todo el derecho a pensar cómo lo hacen, a favor o en contra. Al fin y al cabo, uno es libre de poder participar y/o asistir a los festejos que se organizan todos los años.

Tampoco podemos dejar de reconocer que es una fiesta de gran magnitud, una de las mayores a cielo abierto, que ha logrado trascender mucho más allá de nuestras fronteras y se ha proyectado al mundo, algo que repercute en numerosas visitas de turistas para estas fechas que colman las calles y bodegas de nuestra provincia.

¿Pero eso es vendimia? Desde esta posición y con algo de experiencia en las espaldas, me animo a decir que año tras año se va perdiendo cada vez más la esencia de nuestro festejo principal. Dejó de ser un hecho social (tal cual lo expresara la idea del por entonces Gobernador Guillermo Cano) para pasar a ser la fiesta de algunos.

La verdadera fiesta de la vendimia era la que se celebraba en cada finca durante los tradicionales “asados de fin de cosecha”, donde no existía ni la cosificación de la mujer ni tampoco intereses solapados detrás de cada candidata. Era pura alegría por parte de trabajadores y viñateros. A nadie se le ocurría hacer de eso un negocio, sino solo agradecer y festejar el logro de un año de sacrificios y trabajo arduo que les permitía tener una vida algo más digna y así poder seguir luchando un año más enfrentando los desafíos por venir: climáticos y económicos (porque eso tampoco es nada nuevo).

Lo que deseo y no veo, es que se invite a los turistas y locales a visitar una verdadera vendimia, a conocer su esencia, su espíritu, el origen de toda la celebración. Pero no quiero que sea la que se da en las plantaciones del oligopolio vitivinícola, sino en las viñas de los pequeños productores, los verdaderos hacedores de la uva que luego se transformará en vino. Tampoco veo que a los protagonistas de ese esfuerzo se los lleve a la gran noche en el anfiteatro o a los demás actos, cuando deberían ser ellos los que ocupen gran parte de los palcos y los mejores lugares en las gradas. Al menos es un hecho, si se da, que tiene poca o nada difusión.

Con el pasar de los años la fiesta involucionó en una fiesta para algunos, para privilegiados que muchas veces no tienen idea ni nada que ver con lo que es la lucha diaria de un trabajador de viña, de un cosechador, pero ¡vaya si sacan provecho de ello! Esos son los que mejores ubicaciones tienen en las tribunas del Acto Central y en los palcos de la Vía Blanca y del Carrusel, para después partir todos hermanados para participar de simulados almuerzos disfrazados de solidaridad, donde los principales lugares deberían estar ocupados por los trabajadores de la tierra y no por quienes se apropiaron de la fiesta y los negocios que trae aparejados.

Desde hace años la clase política utiliza la fiesta como vidriera para sus intereses partidarios y personales desfigurando así la verdadera esencia de nuestro festejo, sí, porque el festejo es del pueblo, es de todos, y por eso digo nuestro. Y hay sobrados argumentos para sostener esta idea.

Hasta la elección de las candidatas departamentales y luego la de la Reina Nacional de la Vendimia tienen sus vericuetos (siempre se rumoreó sobre eso). No me cabe duda de que muchas de las aspirantes lo hacen noblemente cumpliendo con una tradición anhelada por la familia, por un deseo o un sueño personal. Pero tampoco seamos tan ingenuos. Todo, o casi todo, se ha utilizado como un peldaño para obtener visibilidad, para obtener notoriedad y así alcanzar la fama, el estrellato.

Es decir, una utilización de una fiesta popular para mostrarse, o al menos eso es lo que se puede señalar observando el presente de algunas ex reinas y virreinas, más allá de sus capacidades personales y de los cargos públicos a los que acceden. Pero cabe preguntarse ¿lo habrían logrado en sus vidas privadas sin pasar por la vendimia?Y algo también obvio, no nos olvidemos de los videos (hot) que suelen aparecen “en su justo momento”, vaya a saber uno viralizados por quién y su veracidad, pero aparecen. Después hablan de no cosificar a las candidatas. ¿Deberíamos hablar entonces de cosificar o cosificarse?

Lo que tendría que ser una fiesta popular a veces se transforma en una pelea de un infame nivel que hasta le hace perder el tiempo a la Justicia (que está para cosas más importantes) que tiene que definir si una Comuna debe presentar una candidata a reina vendimial o no. Algo impensado para la gente común y sin intenciones ni pretensiones políticas. Incluso se mete tanto la política en esto que por estas horas se rumorea que la Televisión Pública (que transmite en vivo y en diferido innumerables fiestas populares a lo largo de todo el país) no lo hará con la Fiesta de la Vendimia. Veremos.

Así están las cosas por más que a muchos no les guste o no compartan la idea expresada en estas líneas, pero recuerden, cada uno tiene derecho a expresarse ya sea a favor o en contra. Para mí hay una vendimia sólo para algunos.

A quien le quepa el poncho que se lo ponga entonces. Siempre se puede mejorar y volver a los orígenes para no perder la esencia de nuestras tradiciones.

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