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Las cuatro opciones que tiene Israel para resolver definitivamente el conflicto en Gaza

Las citadas opciones dependen de la marcha de las negociaciones entre Israel y Hamás que se desarrollan a través de terceros países, esencialmente Egipto y Qatar.

La guerra de Gaza se encuentra en una encrucijada endiablada respecto a las distintas opciones que puede poner en marcha Israel. La primera y, al parecer, la más evidente, es proseguir con los planes de entrada en la ciudad de Rafah. La segunda es mantener la presión externa sobre la ciudad de Rafah y continuar con la partición de Gaza a lo largo del corredor transversal de Netzarim, que divide transversalmente la Franja de Gaza, impidiendo la libre circulación entre el norte y el sur de la Franja. La tercera es declarar un alto el fuego unilateral replegando las Unidades desplegadas en la Franja. La cuarta y última es acordar con Hamás a través de terceros un cese de hostilidades temporal de entre seis y ocho semanas durante el cual se pudieran realizar un primer intercambio de rehenes por presos palestinos en cárceles israelíes y el aumento de la ayuda humanitaria a la Franja. Se habla de permitir el paso de hasta 500 camiones diarios.

Las citadas opciones dependen de la marcha de las negociaciones entre Israel y Hamás que se desarrollan a través de terceros países, esencialmente Egipto y Qatar. Desgraciadamente, parece que esas negociaciones se han estancado y no se avizora un final feliz ni para los rehenes israelíes ni para la población de la Franja. Los motivos del estancamiento son la inflexibilidad del primer ministro Netanyahu respecto a un cese definitivo de las hostilidades y de Yahya Sinwar —jefe político y militar de Hamás en la Franja— respecto a lo que espera obtener: cese de las hostilidades, alto el fuego definitivo, retirada del ejército israelí de la Franja y liberación de una gran cantidad de reclusos palestinos en cárceles israelíes, algunos con condenas por delitos de sangre.

Sería muy prolijo enumerar los argumentos de uno y otro para sostener las posturas respectivas. Sin embargo, en lo que sí parecen estar de acuerdo es en la irrelevancia de las vidas de sus conciudadanos más allá de declaraciones grandilocuentes, y el sufrimiento que se produce con la prolongación del conflicto, tal como lo informó el medio 20minutos.

Solo lo posible es probable, Israel puede —y debe—aspirar a una coexistencia pacífica con un estado palestino que reconozca a Israel y sea reconocido por este, y que opte por la resolución de controversias por medios pacíficos renunciando unos y otros definitivamente a la violencia. Ello es posible como se demostró en las conversaciones de Camp David de finales del pasado siglo, pero con los actuales actores es poco probable. Desde luego, no ayuda identificar como sionista a todo israelí, ni como ultraortodoxo a todo judío, ni como terrorista a todo palestino. Tampoco ayuda coartar la libertad de prensa cerrando Al Jazeera en Israel o promoviendo campañas antiisraelíes disfrazadas de antisionismo en las universidades americanas y europeas. El exceso de ruido perjudica el resultado de cualquier posible negociación y concede espacio y atención a quien no la merece.

De las cuatro alternativas expuestas al principio del artículo, y aunque pueda no parecerlo a simple vista, la más audaz, inteligente, y con mejor desarrollo posible es la tercera: un alto el fuego unilateral, el repliegue de las fuerzas israelíes fuera de la Franja y el inicio de un acuerdo definitivo de paz, con condiciones que serían mucho más fácilmente aceptadas al no verse sometidas a la continua presión de la ocupación.

Las ventajas son las siguientes:

1) Cesarían las condiciones de asedio para la población de la Franja y podrían comenzar a normalizarse los servicios esenciales. Sería, además, el momento oportuno para iniciar la liberación de rehenes y reclusos patrocinada por terceros que se verían incentivados a profundizar en los resultados del alto el fuego unilateral. Hamás no podría negarse al comprobar que una de sus reclamaciones principales se ha visto satisfecha.

2) Mejoraría sustancialmente la imagen internacional de Israel disminuyendo la presión exterior a que se ve sometido el estado; simultáneamente, reduciría la polarización interna que amenaza con un estallido social.

3) Facilitaría la aproximación de Arabia Saudí y resto de las monarquías del Golfo a Israel pudiendo llegar a formalizar relaciones diplomáticas en un breve plazo de tiempo. De producirse ese acercamiento, generaría un espacio de prosperidad compartida que favorecería el desarrollo de todo Oriente Medio normalizando e impulsando la producción y los intercambios con el resto del mundo.

4) Sería un punto de partida muy razonable para constituir una fuerza de paz internacional que se hiciera cargo de la seguridad dentro de la Franja y de verificar el alto el fuego por un periodo de tiempo dilatado hasta que una única Autoridad Palestina renovada pudiera hacerse cargo de la seguridad del conjunto de Cisjordania y la Franja de Gaza.

5) Abriría el camino para una conferencia de donantes que se comprometiesen con la reconstrucción de la Franja y la creación de las condiciones necesarias para garantizar su viabilidad futura.

6) Y, por último, sería el momento culminante para ofrecer la creación de un Estado palestino más allá de los actuales supuestos reduccionistas del Gobierno de Netanyahu y de los nihilistas de Hamás, a la par que desactivaría la principal herramienta de cohesión del Eje de la Resistencia anti israelí patrocinado por Irán.

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