Christian SanzMendoza en foco

Mendoza, la tierra de la hipocresía: medios, políticos y empresarios bailan el vals del cinismo sin fin

El rey está desnudo, todos lo saben, pero nadie hace nada de nada.

Christian Sanz
Christian Sanz

Todos se quejan de todos. Todo el tiempo. Se culpan entre sí de la decadencia de la provincia. Luego, cuando se encuentran, esos que se tiran bosta se besan en la mejilla. Cual oportunos Judas.

Empresarios culpan a políticos, políticos culpan a los medios, y todos se desentienden de sus propias responsabilidades. Y entretanto Mendoza se cae a pedazos de tanto saqueo.

Y la culpa finalmente es de todos, porque todos colaboran con el perverso sistema que permite que ello suceda. Los empresarios coimean, los políticos aceptan y los medios callan. Por dinero, ciertamente.

Y cuando alguno queda afuera del curro, hace berrinche. Despotrica contra el sistema, y contra los medios, y contra el gobernador de turno. Que siempre es una triste anécdota.

Hace más de 20 años que todos bailan el mismo vals. Dos pasos para adelante y cuatro para atrás. Porque Mendoza, hay que decirlo, retrocede más de lo que avanza. Cada uno cuida su “quintita”.

Cada uno busca salvarse con la guita de todos. No importa si ello significa destrozar los recursos de la provincia y aumentar las brechas de desigualdad, que ya están bastante ensanchadas.

“A currar que se acaba el mundo”; parecen decir unos y otros. Y lo logran con eficacia, porque llegaron con lo puesto y ahora mismo tienen ostentosos autos y millonarias casas en barrios privados. Principalmente el Dalvian.

Y la sociedad mendocina lo sabe, pero calla. Porque cree que no hay alternativa. Que cualquiera que venga hará lo mismo. O peor. Entonces, el sistema se retroalimenta, sin solución de continuidad.

Todos millonarios, menos el ciudadano de a pie, que se muere de hambre. Políticos y empresarios. Y periodistas. De los grandes medios. Que se creen que mean agua bendita, y ni ahí. Esa orina está bien contaminada.

Los Andes, MDZ; Mendoza Post, Memo, UNO, El Sol, Sitio Andino, y otros. Todos entongados. Para callar y encubrir. Encubrir y callar. El orden de los factores no altera el producto.

Y los políticos y empresarios les siguen el juego. Ensalzan sus triviales notas en redes sociales. Como si fueran grandes investigaciones. Y los colegas agradecen. Y el “sobre” llega puntual.

Pero algo está por quebrar esa lógica maldita. Porque la mayoría de los cronistas de aquellas redacciones solo “la ve pasar”. Pero cobra salarios de miseria. Y no lo tolera más.

No obstante, falta para el estallido. Por ahora, todos seguirán en su sociedad para seguir hundiendo la provincia. A profundidades insospechadas, Sin que nadie jamás diga nada.

Aunque todos se hayan dado cuenta de lo obvio: que, a pesar de las adulaciones de su atuendo, el rey está más desnudo que nunca.

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