Christian SanzMendoza en foco

Editorial: Corrupción, “dietazo” y hartazgo de la sociedad con la política, en Mendoza y el país

La gente explotó luego del desacierto en el Senado de la Nación. ¿Y por casa, cómo andamos? Digamos las cosas como son.

Christian Sanz
Christian Sanz

Viven en una nube de pedos. Una realidad paralela. Que nada tiene que ver con el devenir del ciudadano de a pie. Unos, privilegiados; los otros, privados. De todo.

Lo ocurrido en el Senado Nacional este jueves, cuando los legisladores se regalaron un “dietazo”, es sólo un botón de muestra. La gota que rebalsó el vaso.

Porque la gente mastica vidrio, sí, pero no lo traga. Y observa que los políticos vernáculos tienen vidas ostentosas, con lujos que ellos no se pueden dar.

Ello coronado con una paradoja cruel: los lujos de los políticos se sostienen con “la nuestra”. O sea… más perverso no se consigue.

Sin mencionar que los tipos no trabajan ocho horas por día, de lunes a viernes. Lo hacen cuando se les canta. Y nadie les puede reclamar nada. Porque así es el sistema que han pergeñado, para cubrirse ellos mismos.

Nunca jamás están preocupados por lo que le ocurre a la gente, sólo en mejorar más y más sus privilegios, acomodar a sus familiares, amigos y amantes en cargos públicos que pagamos todos, y darse la gran vida.

Ninguno zafa: radicales, peronistas, PRO, libertarios, etc… todos son parte del mismo sistema voraz, que retroalimentan en beneficio propio.

“Milei sabía que se iba a votar esto, tenemos comunicación permanente”, reconoció Ezequiel Atauche, jefe de bloque de LLA. Para que no quepan dudas de lo antedicho.

Si pasaba, pasaba. Pero ello no ocurrió. A pesar de que colaron el “aumentazo” en medio de la discusión por los pliegos de los embajadores.

Ahora llegará el típico acting que saben hacer propios y ajenos, rasgando sus carísimas vestiduras. Para que parezca creíble. Pero ya nadie les cree. Hace mucho.

En Mendoza la situación no es muy diferente. A principios de marzo, los legisladores se regalaron un incremento que se suma al que ya se habían dado en febrero. Si bien los montos que cobran están alejados de lo que se gana en Buenos Aires, el gesto es similar.

Con suerte, los legisladores menducos trabajan dos días a la semana, y jamás lo hacen por 8 horas, como cualquier hijo de vecino. Y, salvo honrosas excepciones, los proyectos que presentan son “declaraciones de interés” para quedar bien con tal o cual persona.

Cuestiones totalmente inútiles frente a la problemática que aqueja a los ciudadanos. Jamás alguna norma que ayude a crear empleo, impulsar la vivienda o combatir la inseguridad, tópicos que aquejan profundamente a los mendocinos.

Se insiste: hay excepciones, pero se cuentan con los dedos de una mano. Luego, todos los demás son una manga de inútiles. No es casual que Diario Mendoza Today les dedique una o dos veces por semana la célebre sección: “Las increíbles pelotudeces que debatieron…”.

A lo dicho se suman los acuerdos subrepticios, las prebendas para acompañar tal o cual proyecto de ley. Allí se mueven millones que terminan comprando voluntades. Ello explica por qué hoy puntuales legisladores dicen una cosa y mañana votan lo contrario.

No sólo hay plata de por medio, también cargos, contratos en la Legislatura y hasta viviendas del IPV. Todo vale a la hora de levantar la mano para votar lo invotable.

Tal es el mar de podredumbre que vive la provincia y el país. Con una dirigencia que vive en su propia burbuja, sin pensar en los pesares de la sociedad.

La cosa tendrá que cambiar en algún momento —si es posible en el corto plazo—, porque la vara de la tolerancia está cada vez más baja. Ya nadie aguanta este tipo de situaciones. Más aún cuando la situación económica es tan apremiante.

Lo que se vive en estas horas es lo que predijo en su momento Georg C. Lichtenberg, científico y escritor alemán: “Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”. Más claro, echarle nafta.

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