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“El tren que retrocede”: dura columna de TN sobre el viaje de Buenos Aires a Mendoza

El periodista Daniel Malnatti redactó una dura columna en el portal web de Todo Noticias comparando y cuestionando el servicio actual con el que funcionaba en 1937.

Hace un año se celebraba en la provincia el regreso del tren a Mendoza, algo que hacía 30 años había dejado de existir. La épica se puso en el centro de la escena y no faltaron funcionarios nacionales y provinciales que hasta realizaron una “marcha blanca”.

Sin embargo, uno de los más duros cuestionamientos que se le hizo fue (y es) el tiempo que tarda en hacer el recorrido desde Buenos Aires, ya que el trayecto tiene una demora de unas treinta horas, el doble que hace casi 100 años.

Por tal motivo, no fueron pocos los medios de comunicación, incluyendo varios nacionales, que hicieron fuertes críticas, con La Nación y Clarín a la cabeza. Es que es el fiel reflejo de una argentina que avanza hacia el pasado, y aún peor.

En tal sentido, el periodista Daniel Malnatti redactó una dura columna en el portal web de Todo Noticias comparando y cuestionando el servicio actual con el que funcionaba en 1937, cuando se lanzó el servicio “Bien Cuyano”.

Columna originalmente publicada por TN

Había una vez un presidente que se imaginó una nación en serio. En el siglo XIX, Argentina estaba en construcción e ir a Mendoza era toda una aventura. En carretas y diligencias, se tardaba varios días en llegar, había que cruzar territorios inhóspitos y era muy peligroso: los indios acechaban. Por esa razón, la producción de Mendoza salía por Chile.

Sarmiento (él es el presidente hoy inimaginable) pensó fácil: hay que hacer un tren de Mendoza a Buenos Aires. De esa idea pasaron 15 años, dos presidentes más, y el 7 de abril de 1885, Julio Argentino Roca inauguró el ramal ferroviario que une Mendoza y Buenos Aires.

138 años después, hice el mismo recorrido. Ahora el tren ni siquiera llega hasta Mendoza, sino que te deja en Palmira, un pueblo que está a 35 kilómetros de la Capital de la provincia. En 2023, el tren a Mendoza va a una velocidad promedio de 40 kilómetros por hora, casi, casi como un monopatín eléctrico. Y por momentos, cuando cruza San Luis, va a paso de hombre. Se tarda 30 horas en hacer 1030 kilómetros. Ese mismo recorrido, en 1937 (cuando se lanzó el servicio “El Cuyano”), tardaba 15 horas. En resumidas cuentas, para llegar hoy a Mendoza, se tarda el doble que hace 86 años.

Pasaron los años y fuimos para atrás. El ramal Buenos Aires-Palmira no es el único ejemplo de estos trenes que son como una metáfora de nuestro país. El ramal Mitre que va a Tucumán tarda 31 horas; el que va a Córdoba, 21 horas; y hasta el servicio más eficiente, que va a Mar del Plata, tarda dos horas y media más que en la década del 50. Para nuestra desazón, no hace falta que nos comparemos con Suecia o Noruega; acá nomás, en Chile, los trenes circulan a 180 kilómetros por hora. El problema es nuestro.

Pero el problema no está solo en el mal estado de las vías y la antigüedad del material rodante; el problema está en el castigo inentendible que los políticos le dieron a Ferrocarriles Argentinos. Fue Carlos Menem, (el presidente a quien hoy algunos copian sus patillas), quien cerró el ramal en 1993. El 10 de marzo de ese año partió el último tren a Mendoza. Veinte años después, una presidenta del mismo signo político, Cristina Kirchner, reestatizó Ferrocarriles Argentinos y la convirtió en la mayor empleadora del país: con 30.102 empleados, tiene casi 10 mil más que la segunda en el ranking, que es una empresa privada de telecomunicaciones. Ferrocarriles Argentinos cuenta, además, con un presupuesto muchísimas veces millonario. Para este año se le adjudicaron subsidios por 265.833 millones de pesos. Pese a todo, ni el servicio ni el negocio prosperó y nada hace prever que mejore.

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