Luis RossiMendoza en foco

Uvas, planes sociales y otras preocupaciones en el sector vitivinícola mendocino

En el mundo del vino están pasando cosas, que la política no resuelve, ni nadie soluciona.

Hay gran preocupación en el sector productivo vitivinícola, como sucede desde hace varios años, por la escasa mano de obra para levantar la cosecha y por los bajos precios que se pagan en el mercado. Hasta aquí nada nuevo bajo el sol si tomamos como referencia la situación de las últimas temporadas.

Por un lado, los viñateros aducen cierta responsabilidad al aumento de los planes sociales, que día tras día se ven incrementados en su número, lo que hace que los beneficiarios prefieran quedarse en sus hogares en vez de salir a cosechar para aumentar algo más sus ingresos y así acceder a una vida más digna a través del trabajo.

Esta situación se ve agravada al momento de querer incorporarlos en “blanco” tal cual la Ley lo exige. Muchas de estas personas abandonan inmediatamente la cosecha argumentando que si los registran pierden los planes que reciben. Algo relativamente cierto, ya que al ser detectados que están trabajando en blanco se les suspenden los planes sociales pero no se los quitan, porque una vez que dejan de trabajar les son reintegrados.

Según pudo saber Diario Mendoza Today, el problema en realidad es que el tiempo que el Estado demora en restituir los planes sociales a los beneficiarios, es en muchas oportunidades de varios meses, por lo que no perciben ningún tipo de ingreso de dinero más que el que obtienen mediante el propio trabajo, a lo cual debe sumarse el temor de que no se los vuelvan a otorgar. Estamos ante otra muestra más de la gran ineficiencia del “Estado bobo”.

Y aquí surge un nuevo conflicto: el laboral. Algunos de estos beneficiarios de planes sociales acceden a trabajar pero exigen hacerlo en “negro”: ¿Y qué sucede ante cualquier tipo de inconveniente que se dé durante el desarrollo de las tareas? ¿Sobre quién caen las culpas ante un accidente ya sea en el trabajo o camino hacia él?

Porque mediante esta relación laboral el operario no cuenta con aportes previsionales ni con ART. Y es en este punto donde se debería elaborar una Ley o Norma para una relación de trabajo que contemple ésta y otras actividades donde se requiere mano de obra temporal, algo más acorde a la realidad. Por supuesto que existen, pero no son lo suficientemente acordes a las necesidades del empleador ni a las del obrero, ni contemplan el tema de los planes sociales o el trabajo golondrina como debe ser, solo apuntan a una mera intención recaudatoria.

Ya todos conocemos la voracidad del Estado en lo que hace al trabajo en blanco, factor que obliga a muchos pequeños productores a no poder hacerlo como la Ley manda, a exponerse a juicios laborales o simplemente a desistir de sus emprendimientos productivos y abandonar la actividad. Punto para las grandes empresas, nocaut para los pequeños productores.

Segunda preocupación del sector productivo vitivinícola: los bajos precios que se ofrecen por el kilo de uva. En este comienzo de cosecha se está ofertando en la provincia de San Juan entre 25 y 30 pesos por kilo de uva común (Diario de Cuyo), apenas unos pesos más que el precio del año pasado y con una inflación anual del 50%, algo que en el sector productivo no es así ya que un bidón de “mata yuyos” (glifosato) pasó de valer $11.000 en abril del 2021 a más de $30.000 en enero de 2022, como así también en el rubro de los fertilizantes se dieron incrementos muy importantes.

En nuestra provincia los productores son pesimistas con referencia a los precios que se han dado a conocer, ya que están muy por debajo de las expectativas que ellos tenían y de lo que debe valer la uva para poder cubrir al menos los gastos de producción. Incluso algunos bodegueros salieron al mercado con algunos precios la semana pasada y luego de unos días disminuyeron los valores ofrecidos por el kilogramo de uva (lo mismo sucedió con la ciruela D´agen). No está demás mencionar en este punto que el precio del tacho de uva varía hoy entre 60 y más de 100 pesos para la variedad Aspirant Bouschet, esto de acuerdo a la posibilidad de contar o no con mano de obra y al estado del viñedo.

Según algunos referentes vitivinícolas, la baja de los precios en el mercado a tan pocos días de iniciada la cosecha, se debe por un lado a una información que se filtró desde la Casa de Gobierno y que indica que el Estado no lanzará ningún tipo de operativo relacionado con la compra de uva para mejorar el precio debido a la falta de partidas para tal efecto, sino que solo anunciaría en los próximos días el otorgamiento de préstamos a bajo interés para cosecha y acarreo. Por otra parte, la baja de precios indicada también tiene relación con las pocas expectativas que existen sobre el informe que brindará la semana próxima el Instituto Nacional de Vitivinicultura relacionado con el pronóstico de la cantidad de quintales de uva para esta temporada, informe que, año tras año, el sector productivo no ve con buenos ojos ya que siempre no se relaciona con la realidad, en esta oportunidad los que han comenzado la cosecha advierten que se está notando una merma del alrededor del 20% en el rendimiento de los viñedos y todos coinciden que las cifras del INV serán distintas a lo que se observa en las propiedades.

Mientras tanto, habrá que esperar a que siga desarrollándose la cosecha (si es que se consigue mano de obra para hacerlo) e ir observando las tendencias que tomarán los precios del kilo de uva de las distintas variedades. Lo único firme hasta el momento es que por la variedades Ancellotta y la Aspirant (las consideradas tintoreras) se ha pagado entre 40 y 45 pesos el kilo, mientras que por la Chardonnay (base para espumantes) el precio se ubica alrededor de los 80 pesos.

Otro capítulo más para escribir sobre la producción vitivinícola, una economía regional que parece ser manejada por compradores oligopólicos en complicidad con algunos Organismos oficiales.

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