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Las bodegas mendocinas apuestan al turismo frente a la caída del consumo de vino en el mercado interno

En enero, se vendieron casi 52.000 litros menos que en el mismo mes de 2022 y las perspectivas no son buenas, en un contexto de contracción de ventas en general. El turismo local e internacional, la clave para muchas firmas que intentan sostener el negocio.

La venta de vinos en el mercado interno rozó los 500.000 litros en enero, cifra que representó una caída del 9,4% respecto del mismo mes de 2022, según el Instituto Nacional de Vitivinicultura. En un contexto de fuerte contracción del consumo, el enoturismo se convirtió en la clave para muchas bodegas que apuestan a sostener el negocio.

Tras ser uno de los más golpeados por la pandemia de coronavirus, el turismo fue uno de los sectores que se vio obligado a reinventarse. Así, las propuestas vinculadas a la industria del vino, que venía tomando fuerza, se impusieron entre las preferidas de los visitantes locales e internacionales, porque permiten combinar ocio, gastronomía gourmet, naturaleza, y confort.

Restaurantes en medio de viñedos, glampingshotelesdegustacionesvisitas al corazón de las bodegas para conocer el ciclo de producción son solo algunas de las propuestas para atraer a los visitantes y ampliar la oferta de la industria vitivinícola que, de norte a sur y de este a oeste, tiene sello propio en la Argentina.

Enoturismo con impronta mendocina

Con la cordillera de los Andes como telón de fondo o emplazadas en sus amplios valles, las bodegas mendocinas le imprimen su propia impronta al vino, pero también a la gran gama de propuestas de enoturismo.

Una de ellas es la bodega boutique Grazie Mille con su restaurante Fatto in casa, emplazado en medio de sus viñedos de Malbec, al sur del Valle de Uco, desde donde se pueden ver los siete picos más altos de la región.

En el lugar, se encuentran -conformando un triángulo- la bodega, un espacio cultural y de arte llamado La Domanda y un espacio turístico con un bar de vinos y wine store, un patio de fuegos y un restaurante de pasos.

“Buscamos que los turistas, clientes, sommeliers, periodistas, trabajadores de la industria, puedan tener un momento de conexión con nuestra filosofía y disfrutar de diferentes experiencias gastronómicas que van desde lo más simple, como un tapeo acompañado de una copa de vino, a alternativas de menús por pasos, pensados especialmente para maridar con nuestros vinos”, explicó a TN Fernando Spigatin, winemaker y dueño de Grazie Mille.

En un contexto de consumo de vino a la baja, la apuesta es recuperar mercado de la mano del turismo. “Estamos ante un año donde la demanda está muy golpeada en el mercado interno, por lo que buscamos, a través de las propuestas de Fatto in Casa y La Domanda, atraer gente, que cambió el hábito de desplazarse en sus vacaciones y tiempos libres”.

Para el empresario, la clave está en los fines de semana largos que, “por un tema económico, la gente está adoptando como para vacacionar”. Además, están innovando con los Sunsets, “que atraen un público que busca el mix entre música y vino”.

“Creemos que el enoturismo es un factor clave para poder soportar la caída de volumen de ventas y también para continuar con la construcción de marca, porque Grazie Mille fue concebida como una propuesta enoturística. Nosotros no vendemos vinos, generamos momentos de placer, ocio y relajación, ya sea con nuestros vinos como con nuestras opciones turísticas”, agregó.

También en el Valle de Uco, la Bodega Casarena cuenta con una propuesta enoturística integral, que incluye un Centro de Visitas, con recorridos en finca Jamilladonde está la bodega y que termina con una degustación guiada con vistas a la cordillera o en la cava histórica.

Junto al edificio de la bodega, se encuentra el Restaurante Savia, “de arquitectura moderna, pero respetando las raíces de la zona”. “Ese respeto se da tanto en la construcción de sus muros, en la cual se utilizó una técnica de pisoneo de tierra del lugar, como en un menú dinámico que combina productos locales y de estación con los vinos de Casarena”, dijo Claudia Piedrahita, CEO de la bodega.

A solo 10 minutos de la bodega, dentro de Finca Naoki, con sus abruptas pendientes como escenario, se encuentra Casa Naoki, la casa de huéspedes “que aloja a visitantes de todo el mundo que quieran vivir una experiencia enmarcada en un ambiente de lujo y privacidad”, detalló.

“Las tres propuestas pueden complementarse entre sí y, de la imaginación y la demanda, vamos creando nuevos productos que combinan vino y experiencias de primer nivel”, agregó Piedrahita.

En tanto, en la Bodega Bressia entienden al enoturismo “como un espacio más para disfrutar el vino”. “Cuando los turistas hacen una visita, disfrutan de un almuerzo o hacen un picnic en nuestros jardines. Buscamos que se vayan con una experiencia memorable, por eso los recibimos en nuestra casa de vinos, les abrimos las puertas de nuestra casa para mostrarle lo mejor que tenemos en Agrelo, Luján de Cuyo y Mendoza”, dijo Sebastián Juliá, responsable del Área de Comunicación, Prensa y Hospitalidad de la firma.

Además, están desarrollando un nuevo restaurante en bodega “que será una estación más de la hospitalidad de la bodega, con cocina franca, que hable de la identidad regional, de la cultura andina y de la cultura de Cuyo”, adelantó. “Queremos que los visitantes se vayan con una idea acabada de los vinos de Bressia y la enorme cantidad de posibilidades, de experiencias y de recuerdos que implica descorchar un vino”, agregó.

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