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Un estudio de investigación en Mendoza descubrió estrategias de riego que permiten ahorrar agua en los cultivos

Desde el INTA trabajan en un plan en la producción de olivos y nogales en Mendoza y San Juan, y los perales en la Norpatagonia, en un contexto de cambio climático que amenaza el futuro de los alimentos en el país.

La disponibilidad de agua en la agricultura es esencial, pero en un mundo afectado por el cambio climático, hacer un uso eficiente del recurso hídrico se vuelve crucial. En Argentina, especialistas del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) se centran en desarrollar y evaluar estrategias de riego que ahorren la mayor cantidad posible de agua sin comprometer la productividad y calidad de los cultivos, especialmente olivos y nogales en Mendoza y San Juan, y perales en la Norpatagonia.

El clima en Argentina experimentó cambios que afectan directamente a la producción de alimentos, ya que la agricultura depende en gran medida de las precipitaciones y las temperaturas. La escasez de lluvias durante tres años consecutivos agravó la situación. Los investigadores se dedican a estudiar cómo adaptarse a estas condiciones y ahorrar agua sin afectar la producción de frutas de calidad.

El especialista Pierluigi Pierantozzi, del INTA San Juan, señaló la importancia del agua para la producción de frutas, ya que es esencial para la absorción de nutrientes, la regulación de la temperatura de la planta y la fotosíntesis.

A medida que la sequía afecta a las regiones productoras de aceitunas, se vuelve vital encontrar formas de riego más eficiente. El estudio realizado en 2012 mostró que un riego al 50% de lo necesario por la planta puede mantener un potencial hídrico adecuado durante los meses de invierno. Sin embargo, se requiere un riego del 75% o 100% en agosto para evitar el estrés hídrico antes de la floración.

Conservar agua y mantener un equilibrio en la irrigación de cultivos

La aplicación de estrategias de riego deficitario controlado (RDC) se basa en la reducción del agua en momentos en que no afecta la producción y la calidad de la cosecha. Se necesitan investigaciones y mediciones específicas para determinar las dosis óptimas de agua en cada etapa del cultivo.

Eduardo Trentacoste, experto en ecofisiología de frutales del INTA La Consulta, Mendoza, colabora con Adriana Banco y Facundo Calderón del INTA Junín en un estudio que busca controlar el vigor vegetativo en olivares superintensivos con poda mecánica.

Estos olivares, que cuentan con más de 1000 árboles por hectárea y se forman en setos, a menudo experimentan un crecimiento excesivo debido a las condiciones ambientales locales. El estudio se centró en aplicar diferentes niveles de riego durante la primavera, cuando el crecimiento vegetativo es más pronunciado.

Los resultados preliminares son prometedores. Los tratamientos con riego deficitario controlado del 70% y 45% durante la primavera demostraron ser un 174% y 146% más productivos que el tratamiento de control regado al 100%.

Además, estos tratamientos permitieron ahorros significativos de agua al final de la campaña, con reducciones del 17% y 35% respectivamente en comparación con el tratamiento de control. La aplicación de esta técnica no solo mejora la productividad de los olivares sino que también fomenta un mayor tamaño de las aceitunas y una acumulación de aceite más alta debido a una mayor iluminación de las hojas y aceitunas.

La investigación realizada en Mendoza y en la Norpatagonia

Claudio Giardina, especialista en tecnologías de riego del INTA Rama Caída, Mendoza, se centró en encontrar la mejor estrategia de riego para el cultivo de nogales, especialmente en tierras con acceso limitado al agua. Su investigación destaca la necesidad de maximizar la eficiencia hídrica para garantizar un rendimiento óptimo en los montes frutales.

El nogal en Argentina experimentó un aumento en la superficie cultivada gracias a la adopción de tecnologías de riego presurizado en las últimas dos décadas. Sin embargo, el incremento de la tecnificación no siempre se tradujo en un aumento de la producción, especialmente en suelos poco profundos o con capacidad limitada de retención de agua.

El costo del agua aplicada es un factor crucial en la rentabilidad del cultivo en el semiárido centro-oeste argentino, lo que subraya la necesidad de optimizar la eficiencia hídrica.

Para abordar este desafío, Giardina llevó a cabo un ensayo en un monte frutal de nogales en la localidad de Cuadro Benegas, San Rafael (Mendoza). Evaluó diferentes estrategias de riego que aplicaban el mismo volumen de agua para lograr diferentes áreas de suelo mojado. Los resultados revelaron que una estrategia de riego con cuatro líneas de riego por hilera promovía un crecimiento vegetativo óptimo, una expansión del sistema de raíces y una producción de mayor calidad.

Además, la investigadora Lucía Mañueco, del INTA Alto Valle en Río Negro, se centró en estudiar el riego gravitacional y los niveles freáticos para mejorar la eficiencia hídrica y comprender las necesidades de los cultivos. Mañueco llevó a cabo un estudio para cuantificar la entrada de agua capilar desde una napa freática poco profunda en varios cultivos frutales con sistemas de riego gravitacional y localizado.

Los resultados demostraron que el nivel freático superficial complementa eficazmente el riego en el cultivo de peras Williams en el Alto Valle. La investigación resalta la importancia de considerar el aumento de la humedad del suelo y la cantidad de agua absorbida por capilaridad en la programación del riego para optimizar la producción de peras en condiciones libres de estrés.

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