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Ernesto Sanz habló sobre Patricia Bullrich, las PASO en Mendoza, y arriesgó: “Milei ya no es un salto al vacío…”

Cofundador de Cambiemos y exjefe de la UCR, dice que Bullrich tiene una oportunidad de dar vuelta la elección y apunta contra el libertario.

Ernesto Sanz asimiló el golpe de las PASO y decodificó el mensaje de las urnas. Frente a un resultado que sacudió el tablero, el cofundador de Cambiemos no baja la guardia. En tal sentido, en una entrevista que le hizo diario La Nación, el mendocino no ahorró definiciones por dar:

-¿Qué reflexión hace del resultado de las PASO?

-Sus resultados y todo lo que ha ocurrido en este tiempo son un reflejo de un verdadero cambio de época. A mi juicio, esto no arranca ahora, cuando se están empezando a ver las consecuencias prácticas, sino que la bisagra fue la pandemia. A partir de ese momento hay comportamientos sociales e individuales que tienen que ver con ese disparador. Por ejemplo, la búsqueda de la libertad física y ambulatoria. Eso hoy se ve, sobre todo, en la vida de los jóvenes, y lleva a que uno se pregunte de qué se quieren liberar. ¿Del statu quo? ¿De la inercia? ¿Del desencanto? ¿De la falta de futuro? Y si uno mira, fundamentalmente, el escenario de los jóvenes, no les falta razón.

-¿Por eso emerge con fuerza la demanda antisistema?

-La pregunta del millón que uno se hace hoy es si esa liberación puede ser fruto de una explosión emocional que puede concluir en una explosión real; o si esa liberación puede conseguirse de otro modo. Pareciera que, de acuerdo al resultado de la PASO, esa liberación, sobre todo en amplios sectores de la comunidad, implica lo siguiente: “le dejo esa tarea a uno de los nuestros”. Es decir, elijo al más quilombero, al más ruidoso de nosotros, para esa tarea del cambio de época y de la explosión. Ahí aparece Milei.
“Le entregaron el cambio de época a un no líder”

-¿Fue un ensayo electoral para castigar a la política?

-Al replegarse y dejarle esto a Milei, que es solo uno de los suyos y no es el líder, los protagonistas -el ciudadano enojado que busca la liberación- no advierten que ese tipo, el elegido, empieza a mostrar los peores defectos, a patinar, a irse por la banquina, y a elegir como acompañantes a personajes que son, vaya paradoja, los mejores símbolos de la casta que pretende combatir.

-¿Milei no puede liderar?

-Mirá, yo estoy muy obsesionado con el tema del liderazgo. Y acá va la reflexión final: le entregaron el cambio de época a un no líder. ¿Por qué digo esto? Porque el líder es una persona que está por encima, que te lleva y te marca el rumbo, que no forma parte de la manada. Y resulta que acá los enojados eligen a quien no los va a conducir a ningún lado, pero que los va a ayudar a sacarse la bronca por un rato.

-Milei crece por arrastre del voto bronca. ¿Se podrá salir de la crisis con esta erosión democrática o semejante falta de confianza en las instituciones?

-La democracia tiene dos pactos fundamentales: el de representación y el de convivencia democrática. Volvamos a las fuentes: el artículo 1° de la Constitución dice que la Nación Argentina adopta para su gobierno una forma representativa republicana y federal. ¿Qué está pasando hoy? Está en crisis absoluta el pacto de representación. ¿Esa cuestión virtuosa de la representación se puede reemplazar eligiendo a un no líder o a la continuidad de quienes te llevaron a la crisis de representación, que serían Massa y el oficialismo? Bueno, creo que no.

Para poder reparar la crisis de representación hay que elegir un liderazgo racional que te lleve a un camino mejor, que te repare. Para mí, la palabra clave es reparación, porque tiene que ver con valores, la humildad, el cariño y el afecto. Si vos reparás ese convenio de representación, que hoy está dañado y en crisis, vas a estar mucho mejor para mejorar el segundo pacto que es el de la convivencia democrática.

-¿JxC puede reconquistar votos si solo ofrece racionalidad?

-Bueno, acá está el debate en JxC. Y esto es lo que, por ejemplo, dijo [Jaime] Durán Barba, que nos tiró debajo del tren. Él plantea: “ofreciendo esa racionalidad van a salir terceros, acá es la emocionalidad, y nada más”. Estoy de acuerdo que el componente emocional también es clave. Ahora, ¿cuál es el componente emocional? ¿Pueden ser símbolos como en el 2015? ¿Los globitos, el bailecito y el color amarillo? No, eso ya está, no existe más. Para mí, la emocionalidad del momento tiene que ver con reparar lo roto, con proteger, con cuidar, con abrigar, con curar, con abrazar desde el corazón.

-¿Bullrich puede convencer y representar a la sociedad en momentos en que hay un fuerte hastío con la clase dirigente tradicional?

-El liderazgo de hoy tiene que, poniéndose por encima, ofrecer protección, cuidado, cariño y abrazar. La frase que más me gustó de Patricia en la presentación de su libro fue cuando ella se plantó como madre y como abuela. Si vos hoy te plantás en el escenario como un gran estadista, no sé si vas a llegar. En un momento de profunda crisis y desazón, la clave está en agregarle emocionalidad a la racionalidad, para proteger y salir de lo roto.

“El rumbo de Patricia no es ni la explosión ni la continuidad”

Acá empiezan a jugar las condiciones personales de cada uno. Yo no soy muy amigo de los personalismos. Los liderazgos son importantísimos, sobre todo en un sistema presidencialista, pero también tienen mucho que ver lo que hay debajo. Yo no veo que en ninguno de los dos competidores de Patricia se pueda dar esa mezcla de racionalidad y emocionalidad positiva como lo puede tener ella. Es una mujer probada en las dificultades, con coraje y convicción, pero, además, tiene claro un rumbo. Y el rumbo no es ni la explosión ni la continuidad. Frente a los dos escenarios de explosión y de continuidad, el rumbo de Patricia es distinto.

-¿Por qué?

-Massa no quiere ser presidente, sino que quiere ser reelecto. Hoy es el presidente. Y Milei es un tipo al que votaron en agosto por lo que decía, pero es muy probable que en octubre dejen de votarlo por las cosas que quiere hacer. Esos son los dos liderazgos que se anteponen a Patricia. Pero bajemos a tierra y vayamos a los bifes. Esta semana fue paradigmática en símbolos para que el electorado pueda optar: Milei abrazando a [Luis] Barrionuevo; Massa rompiendo demagógicamente las últimas piñatas que tenía el gobierno, de donde bajan caramelos de plástico; y Bullrich presentando un libro con sus propuestas. Esta es la oferta que hay en el país.

-¿Por qué imagina que los votantes se moderarían si dan señales de pedir o, al menos, no temerle a un reseteo del sistema?

-Yo estoy llevando el teorema de Baglini a la demanda, es decir, al terreno de los ciudadanos. Es el lugar de la mayor o menor cercanía con el momento de la definición, que es el voto, y la racionalidad en su decisión. En las PASO hay mucha emocionalidad. Ahora, yo apuesto -y espero no equivocarme- a que el voto ya es racional en la primera vuelta de octubre. Acá se define el futuro. Y me resisto a creer que la mayoría de la sociedad quiera la continuidad de algo absolutamente fracasado o la explosión de algo que es imprevisible, que no se sabe cómo puede terminar.

-Aún en el estallido de 2001 hubo referentes políticos que tuvieron legitimidad para negociar y resolver la crisis. ¿En que puede derivar un colapso económico con este nivel de recesión de representatividad?

-La política, con mayúscula, que está en crisis, tiene un desafío enorme. A mí no se me ocurriría ir a buscar una receta por afuera de la política. Yo busco la receta adentro, con las mejores herramientas de la política. ¿Y cuál es la mejor herramienta para llegar hoy a ese ciudadano? Bueno, la argumentación y el contacto. Dejando de lado las dos primeras semanas después de la PASO, porque JxC era un boxeador grogui y estábamos acomodándonos, todo lo que vino después es una apuesta a lo mejor de la política: argumentación y tratar de llegar a todos los espacios que más se puedan para poder meter esa propuesta de racionalidad.

Lo central es que Patricia está en la cancha, ocupando el lugar de esa argumentación racional, con contacto con la mayor cantidad de gente y con despliegue territorial.

-¿Hay capacidad en la dirigencia política para evitar el colapso? ¿Qué diferencias hay con el 2001?

-El estallido del 2001 fue en la mitad de un mandato y no había posibilidad de regenerar el vínculo de representación, de convivencia, de ordenamiento. Ahora el ciudadano tiene en sus manos, con el voto de cambio y de ordenamiento, la posibilidad de evitar ese estallido. Por supuesto, con una dirigencia política que esté acorde con eso. Entonces, acá se confluyen la demanda de la sociedad con la oferta de la política. Y si esa oferta y demanda se encuentran virtuosamente en el mes de octubre y, luego, en la segunda vuelta de noviembre, se puede evitar la crisis.

No es un acto de voluntarismo. Es muy distinto a lo del 2001. O sea, acá no estarías necesitando, como en el 2001, que en la mitad del mandato de un [Fernando] De La Rúa agotado, aparezcan líderes como [Raúl] Alfonsín y [Eduardo] Duhalde para resolver la crisis. Acá la crisis la resuelve la ciudadanía con su voto porque estamos en el final de un mandato y de una época y en el comienzo de otra.

-¿Cómo Bullrich podría dar vuelta la elección?

-El ciudadano está esperando que aparezca una oferta que lo lleve a un lugar mejor. Y yo veo que la única oferta que te puede llevar a un lugar mejor, previsible, estable, con ordenamiento y con seguridad, es la de Patricia y JxC. Porque el otro te lleva al pasado, que es Massa, y el otro te lleva a un futuro que es un galimatías. Es un interrogante, un futuro donde muchos lo votan con esa idea de que explote todo. Y si explota, explota con la política adentro, “la casta”.

Apostar en democracia, con ese pacto de representación y de convivencia, a que en realidad vos no estás eligiendo una propuesta, sino que estás eligiendo una bomba, que te puede explotar y con esa explosión llevar puesto todo, a mí no me parece para nada un camino sensato, racional y de sentido común.

-Habló del despliegue territorial, ¿no alcanzó con movilizar a la militancia de JxC en las PASO para la interna?

-Acá también empiezan a jugar las matemáticas. En los cinco lugares del país en donde mejor le fue a JxC y peor a Milei fueron aquellos en donde hubo despliegue territorial, argumentación y militancia: ciudad, provincia de Buenos Aires, Catamarca, Entre Ríos y Santa Cruz. ¿Cuáles fueron los peores para nosotros? Mendoza, Córdoba y Santa Fe, por ejemplo. ¿Por qué? Porque al no elegir ese día nada más que lo del presidente, las fuerzas militantes y territoriales se abandonaron. O sea, la miraron de reojo. Es una autocrítica profunda. Eso ya no está pasando y no va a pasar.

-¿Con qué vincula la pérdida de votos de JxC a nivel nacional? ¿La interna o hubo errores estratégicos? Hizo una peor elección que Macri en las PASO de 2019.

-Está claro que nunca evaluamos el perjuicio que significaba la competencia. Ahora, esto es un problema para el sistema. Porque las PASO fueron creadas precisamente para ordenar una competencia dentro del sistema democrático. Ahora, si las PASO, fruto de esta crisis de representación, se transforman en un disvalor, porque la gente ve que la competencia es igual a pelea, a fractura y a divisiones o a algo malo. Y si, por otro lado, esto lleva hacia un escenario donde vas a evitar siempre la competencia para tratar de lograr una lista única. Bueno, eliminemos las PASO y vamos a una primera vuelta. O sea, discutamos en serio.

-¿Cree que la interna de JxC no fue tan grave, pero que igualmente hizo daño?

-Es que vos vas a una primaria en Estados Unidos o en cualquier país con instituciones fuertes y con una sociedad fuerte, y son muchísimo más graves que las que se dieron acá. Hay una desnaturalización del sistema de representación, por la crisis de la política o el alejamiento con la gente, y cualquier cosa que ocurra ya es motivo para que al ciudadano le sume más bronca. Y entonces, quizás, frente a una competencia que podría haber sido más diplomática -no creo que haya sido tan grave-, la gente necesitaba otro gesto. Hay que poner las cosas más en perspectiva. Evidentemente, la interna tuvo que ver en la pérdida de votos, pero no fue solo eso.

-JxC nació como un instrumento para frenar al kirchnerismo. ¿No pudo reinventarse en ocho años y no sirve para frenar a Milei?

-No, no es que no sirva. Ocurre que de ser propietarios exclusivos de la marca cambio y del significado del cambio, ahora el concepto de cambio pasó a ser una franquicia utilizada por otro competidor, que es Milei. Está claro que la inmensa mayoría de los argentinos, dos tercios de los votantes, siguen queriendo cambiar. El cambio como tal es una asignatura pendiente.

La pregunta del millón es quién se hace cargo de esa ansia de cambio que hoy ya es distinto al del 2015. El 2015 era un cambio que a JxC no le requería demasiado esfuerzo. Éramos los únicos que podíamos mostrarnos como el cambio por la debacle del kirchnerismo.

-¿Milei les robó la identidad?

-Ocho años después, la asignatura pendiente del cambio existe hoy en la Argentina, pero ya no somos los únicos. Milei está expresando ese cambio de una manera diferente. Lo está expresando como un cambio hacia no se sabe dónde, hacia un signo de interrogación. ¡Ojo! Es un signo de interrogación, pero se van develando las dudas. Cuando uno ve a quien está abrazando Milei, no solamente en el ámbito sindical, sino el empresarial o judicial, se empieza a develar el interrogante y decís: esto ya ni siquiera es un salto al vacío, sino es un cambio que lo asimila más a la continuidad de Massa que a un cambio verdadero.

“Bullrich va a ejercer un liderazgo más abarcativo que el que existió con Macri”

Entonces, este es el desafío de JxC y de Bullrich. Nosotros seguimos representando un cambio que está pendiente en la Argentina. Nos hacemos cargo de que ese cambio no lo pudimos llevar adelante en 2015 al 2019, pero está vigente, latente. Y es un cambio racional, con orden, con valores y con el artículo primero de la Constitución Nacional.

-Si Bullrich no ganara la elección, ¿JxC se encaminaría a una ruptura?

-Te juro que no quiero ni siquiera dedicarle dos segundos a esa mirada y esa visión porque cualquier dirigente de JxC tiene que tener su cabeza, su corazón, sus piernas, sus manos concentradas un 100% en el 22 de octubre y, luego, en noviembre. Mirar cualquier otro escenario te aleja del verdadero desafío.

-¿La elección del 22 de octubre representa un punto de inflexión para el espacio?

-No. Después, ocurra lo que ocurra, uno puede sentarse a reflexionar, a conversar cómo es el futuro, pero la verdad es que, frente a este desafío, nadie puede pensar en el día después. Hay que pensar en el 22 de octubre, nada más.

-¿Macri dejó de ser el garante de la unidad de JxC o está comprometido con el proyecto de Bullrich?

-Sí, lo veo comprometido y bien. Él ha dado muestras esta semana de eso. Hay una reconfiguración de liderazgos en JxC. Y está claro que, si ganamos y somos gobierno, esa reconfiguración del liderazgo va a ser mucho más profunda. Lo hay en los territorios, donde van apareciendo nuevos emergentes, y en el radicalismo. Pongo dos nombres: Maximiliano Pullaro, en Santa Fe, y Maximiliano Abad, en la provincia de Buenos Aires. Son dos referencias ineludibles de un radicalismo que se viene. Y, obviamente, Patricia va a ejercer un liderazgo, a mi juicio, mucho más integrador, más completo, más abarcativo que el que existió del 2015 al 2019.

Estamos frente a la posibilidad concreta de una coalición de gobierno, que nunca lo fuimos, y entonces eso a mí me estimula y me provoca mucha ilusión.

-¿Hubo un doble juego del expresidente con Milei? ¿Le hizo daño a Bullrich y a JxC?

-El resultado de la PASO fue mucho más contundente en números de lo que nosotros hubiéramos podido pensar. Entonces, eso te deja desacomodado, pero no por cuestiones puntuales como lo que me pregunta de Macri. Después bueno hay pequeñas lecturas de la conducta de cada uno, pero yo no tengo muchas ganas de meterme en eso.

-¿La UCR debería haber tenido un candidato a presidente? Va a tener cuatro o cinco gobernadores y Larreta hizo una peor elección de lo que se esperaba.

-No nos habríamos dividido entre los dos candidatos del Pro. Y si hubiera habido un candidato a presidente radical, quizás se habría suavizado o diluido esa pelea tan feroz entre los candidatos del Pro. Pero no hay que llorar sobre la leche derramada.

-¿Cómo debería la UCR encarar este contexto?

-El radicalismo tiene que ponerle hoy todo el empeño a llegar formando parte de una coalición de gobierno y te puedo asegurar que eso va a ser muy fuerte. Hay un gesto de Patricia que es muy bueno. Dos de sus voceros son dos radicales de mucho prestigio: Fabio Quetglas y Bernardo Saravia Frías. Eso es una muestra de Patricia muy plural.

-¿Bullrich acertó al incorporar a Carlos Melconian?

-Sí, claro, porque ocupó un espacio. Por supuesto, yo creo que el equipo económico de Juntos por el Cambio no sólo es Melconian sino es toda la gente que trabajaba con Larreta, como Hernán Lacunza, Nicolás Gadano, Lucas Llach, Rodrigo Pena, Eduardo Levy Yeyati, Maxi Castillo, Alejandro Einstoss, los del Peronismo Republicano y los propios de Bullrich. El equipo económico es mucho más que Melconian, aunque obviamente necesitaba un comunicador como él.

-¿Por qué cree que Patricia va a tener una mayor apertura que Macri?

-Porque lo está demostrando hoy. Está subiendo al ring a los muchachos que ganan y tienen protagonismo en las provincias. En la convocatoria de la selección de jóvenes, la mitad eran radicales. Entonces, no son palabras huecas, sino gestos concretos. Patricia hoy está conteniendo a la vieja guardia del radicalismo, como yo, y a toda la generación que viene desde abajo pechando con una fortaleza fenomenal. Lo fue a buscar a [Rodrigo] De Loredo para sentarlo junto a [Mario] Negri y [Luis] Juez y delegarles la campaña en Córdoba, está con Leandro Zdero a morir, lo sube al motorhome a Abad, se sienta con Gustavo Valdés y Alfredo Cornejo.

-Si Bullrich no pasara a segunda vuelta, ¿votaría a Milei o Massa?

-Yo voy a votar a Patricia Bullrich en la segunda vuelta, claro. [risas]

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