Christian SanzMendoza en foco

🙄 La otra cara del turismo gastronómico de Mendoza: violencia, desprotección y trabajo “en negro”

La triste realidad que dejó expuesta el caso de Agustina, la moza de 20 años agredida por dos clientes en plena Arístides Villanueva.

Agustina está destrozada. Por dentro y por fuera. Tras haber sido atacada por un par de desgraciados que le cortaron la cara con un vaso, su vida cambió por completo.

“Tengo mas de 20 puntos en la cara, el oído izquierdo sordo sin hablar de la cirugía plástica que tienen que hacerme! Todo por un par de tragos, por unos bestias que no saben medirse, ni saben tomar!“, dijo la joven moza tras lo ocurrido en sus redes sociales.

La realidad que asoma tras lo sucedido esta semana es brutal: ¿Quién protege a aquellos que trabajan en bares y confiterías de la Arístides y otras reputadas zonas de Mendoza? Más aún: ¿A quién le interesa el derrotero de toda esa gente sin nombre y sin rostro, que apenas cuenta como fría estadística cuando ocurren este tipo de hechos?

No refiere solo a la violencia potencial, sino también a los mínimos derechos que les asisten, que ahora mismo no parecen importarle a nadie.

Porque Agustina no solo sufrió la agresión de estos dos malparidos, sino también de todo un sistema perverso que la mantiene en un limbo legal. Al igual que a miles de personas que trabajan “en negro”, sin protección ni cobertura de ningún tipo.

La propia moza lo dijo con todas las letras: “No estoy en blanco”. Y disparó la discusión más incómoda, la que nadie se atreve a dar en la provincia. Ni los funcionarios, ni los empresarios, ni nadie. Porque, ¿quién puede arrojar la primera piedra? ¿Quién está libre de pecado?

Pero hay que hablarlo, no por capricho, sino para resolverlo de una vez y por todas. Porque Agustina es una circunstancia finalmente. Hay miles de ellas por doquier, que trabajan con un desamparo que abruma.

La propia moza se encontró de pronto sin obra social, ni ART, ni nada, en el peor momento de su vida. Porque a un tipo se le ocurrió maltratarla y a otro, antes, se le antojó contratarla “en negro”.

Y es peor aún: ¿Dónde están los sindicatos frente a esta terrible realidad? La Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina (UTHGRA) apenas sí emitió un frío comunicado, solidarizándose con Agustina.

¿Es acaso todo lo que dirán al respecto? ¿No se involucrarán en aquello de que no estaba registrada “en blanco”? ¿Ni siquiera van a opinar? ¿Para qué sirve un sindicato si no es para eso justamente?

La realidad que viven los empleados gastronómicos de la provincia es tristísima. Con sueldos magros y, en muchos casos, directamente sin salario alguno, trabajando por la propina.

No es el interior de la provincia, sino en plena peatonal Sarmiento. Y otras zonas granadas de Mendoza.

No es ningún secreto para nadie, porque muchas de esas situaciones han sido denunciadas oportunamente ante la Subsecretaría de Trabajo de la provincia. Pero nada sucede, porque a pesar de ello todos prefieren mirar hacia otro lado. A nadie le conviene “avivar giles”.

Entonces inventan millones de excusas, para no sentirse culpables. Los empresarios argumentan que no tienen otra manera de trabajar, los sindicatos juran que hacen los controles de rigor y los políticos dicen estar preocupados por cuestiones más importantes.

Pero ello es falso: ni los empresarios, ni los políticos ni los sindicatos dicen la verdad. Más aún, estos últimos saben “omitir” las inspecciones de ley a cambio de jugosas coimas, que van a los bolsillos de los burócratas sindicales de siempre. 

Entretanto, lo que ha ocurrido con Agustina es de una gravedad superlativa, no solo por la violencia física que sufrió, sino por todo lo que acaba de exponerse. La “periferia” del asunto.

La desprotección no solo es física, sino también moral. Y debe multiplicarse por miles y miles de trabajadores, que están tan o más desamparados que la malograda Agustina.

Así la cosa…

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