Luis RossiPortada

🤔 La lucha antigranizo en Mendoza y la pregunta más incómoda: ¿Se gasta más de lo que se pierde?

Hoy, entre el actual sistema de lucha antigranizo y la compensación del seguro agrícola, como decía mi abuelo, "ni chicha ni limonada". 

Las tormentas que han acontecido en los últimos meses, al igual de lo que ha sucedido en años anteriores, han tenido a mal traer a una gran parte de los productores mendocinos, ya que no solo han sido intensas en lo que a daño se refiere sino que han afectado de manera grave una gran superficie del territorio provincial en todos sus oasis productivos.

Este periodista es crítico de “este sistema” de combate del granizo mediante aviones desde hace ya bastante tiempo y lo ha expuesto en varios artículos. Hagamos un poco de historia.

El primer sistema de lucha antigranizo que se utilizó en la Provincia de Mendoza data de los primeros años de la década de 1980, donde se utilizaban cohetes disparados desde puestos de lanzamiento distribuidos estratégicamente en los diferentes oasis de la provincia. La gran mayoría de esos cohetes eran de fabricación nacional producidos por Fabricaciones Militares y otros pocos eran de origen ruso. Por ese tiempo el sistema era administrado y manejado por la Fuerza Aérea Argentina mediante personal propio y con la contratación de civiles durante la temporada de lucha activa, que era generalmente entre los meses de noviembre a marzo. Cabe aclarar que cada cohete tenía un diferente alcance en lo que a altura se refiere, y eso motivaba el empleo de uno u otro de acuerdo a la altura de los núcleos de granizo.

El mecanismo de funcionamiento era sintéticamente el siguiente.

En el lugar donde se encontraba emplazado el radar trabajaba un grupo de personas que cumplían diversas funciones cuando existía la posibilidad de tormentas. Ellos eran un radarista, un planchetista, un parametrista, un operador de radio y un Jefe de acción que era quien tenía el poder de decisión sobre qué tipo de cohete disparar, cuando, qué cantidad, desde donde y su altura y dirección. El cohete ingresaba al núcleo de la tormenta y descargaba a su paso Ioduro de plomo en un primer momento que después fue remplazado por ioduro de plata.

Una vez pasado el acontecimiento climático, al otro día, un grupo del personal salía a recorrer las zonas marcadas por el radar donde posiblemente había acontecido la caída de granizo. Eso quedaba registrado en unas placas (llamadas planchetas) que mostraban los impactos del granizo y sus diámetros. Sobre ese material posteriormente se efectuaban los estudios correspondientes para luego obtener una conclusión a efectos de aportarlos a una estadística general de la temporada de lucha.

Otro dato interesante de destacar era que todos los días se establecía si se iba a combatir las tormentas o no, y todo apuntaba a poder obtener mayor cantidad de datos para realizar los estudios pertinentes y las comparaciones del caso relacionadas con la efectividad del sistema.

Aproximadamente en el año 1985 y posteriores se realizó un cambio de sistema y se instrumentó una tecnología rusa. En esos tiempos arribaron al país una serie de ingenieros y técnicos rusos para instruir al personal local sobre el uso de los nuevos radares y del sistema. Al cabo de un tiempo los rusos se hicieron cargo por completo de la conducción total del sistema trayendo incluso ciudadanos rusos para el manejo de los puestos de lanzamiento, quedando muchos operarios locales sin su fuente de trabajo.

Y así es como, con complicaciones financieras de por medio, fueron alternándose en el control y manejo de la lucha antigranizo entidades gubernamentales, mixtas y privadas, con dispares resultados campaña tras campaña.

En el año 1998 se comienza a recabar datos sobre el sistema de lucha mediante la utilización de aviones, hasta que se decide implementarlo en nuestra provincia.

El dato de color es que se consultó a una serie de científicos de prestigio internacional y éstos aconsejaron la implementación de un seguro agrícola. Un dato no menor si se toman en cuenta los daños que se suceden año tras año a pesar el accionar del sistema de lucha con aviones.

Por supuesto que cada temporada las tormentas son distintas e incluso cada tormenta no es igual a otra. Si se realiza un análisis y comparación entre año y año tomando como base la cantidad de tormentas, la actuación de los aviones y el porcentaje de daños y territorio afectado, creo que nos llevaríamos una desagradable sorpresa.

En otras partes del mundo se está utilizando este método o similar para provocar nevadas y lluvia. Aquí seguimos tratando de vencer un acontecimiento meteorológico que nos viene ganando por paliza.

Es verdad que se ha implementado un sistema de seguro agrícola, que no es gratis, porque una parte la debe abonar el productor que se inscribe. El problema mayor radica en los irrisorios montos que le abonan a un productor que ha sufrido daños del 100%, estamos hablando de $70.000 por hectárea. Tengamos en cuenta que trabajar hoy una hectárea de viña, de acuerdo a lo establecido por la entidades afines al sector, ronda entre los 500 y 700 mil pesos, en enero del 2021 estaba en alrededor de 350 mil pesos.

Es decir, diez veces más de lo que paga el seguro agrícola. Y además téngase en cuenta que hablamos de costos, no de lo que por otro lado necesita el viñatero para poder vivir durante el año.

Hasta aquí la realidad, cruel para la mayoría de los productores, sobre todo para aquellos que tienen cultivos anuales y no estacionarios como puede ser el sector hortícola.

Pero tratemos de analizar posibilidades de mejorar las condiciones actuales.

¿Mayor cantidad de aviones? ¿Más cantidad de cohetes? ¿Malla antigranizo? ¿Seguro agrícola?

El operar de los aviones según se puede ver en la práctica tiene un límite de acción de acuerdo a las características de cada tormenta (altura, velocidad de desplazamiento, etc.) y ante la carencia y/o existencia de estudios formales y concluyentes al respecto se puede tener el derecho a dudar sobre su efectividad.

Por otra parte deberíamos plantearnos si son suficientes tres o cuatro aviones para cubrir todo el territorio que puede ser afectado por las tormentas. Es común que mucha gente después de este tipo de fenómeno meteorológico con abundante caída de granizo manifieste que no se escucharon los aviones. Quizás haya alguna explicación para eso pero poca información se suele dar desde los organismos oficiales al respecto.

Lo de la instalación de la malla antigranizo también tiene sus inconvenientes. Por un lado el tema del costo, que varía de acuerdo al tipo de cultivo y además no en todos los cultivos es recomendable colocarla (en el olivo por ejemplo). Por más financiación y facilidades que se otorguen, para muchos pequeños y medianos productores es algo no rentable en relación a los valores de los productos en el mercado, o sea, en la mayoría de los casos se trata de cambiar producción por malla. Recordemos también que la malla tiene un tiempo de vida útil y luego hay que renovarla. Por otra parte debemos tener en consideración, de acuerdo a lo expresado por muchos productores, que una vez instalada la malla observan una disminución de sus rendimientos, sobre todo en lo que vid se refiere.

Nos queda por analizar rápidamente el tema del seguro agrícola. ¿Qué sucedería si toda la inversión y el presupuesto que se eroga todos los años para el actual sistema de lucha antigranizo pasara a formar parte de un fondo fiduciario y que además este fondo reciba aportes de los productores entre otros actores? Quizás de esta manera se lograría una compensación de los daños con montos mucho más acordes a la realidad que le permitan al productor seguir trabajando.

No nos olvidemos de que aunque nos guste o no nos guste, y a muy pesar de algunos, la actividad agrícola en nuestra provincia es la actividad más importante y la que mueve la rueda de nuestra economía.

Hoy, entre el actual sistema de lucha antigranizo y la compensación del seguro agrícola, como decía mi abuelo, “ni chicha ni limonada”. 

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