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Carlos Iannizzotto: “Vivienda, ese derecho universal que ha pasado a ser un privilegio en Mendoza”

Más de 130 mil familias carecen de una vivienda digna, un derecho humano reconocido en la normativa internacional. El 80% de los mendocinos no tiene recursos propios para construir su hogar y quienes logran acceder, muchas veces carecen de servicios. El problema se agrava cada vez más por falta de políticas acertadas y crecen los asentamientos. Especial para Mendoza Today (*).

La vivienda, el hogar, el núcleo en el que se forma y crece una familia, es un derecho humano reconocido en la normativa provincial, nacional e internacional. Está en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Pero, mientras se discuten reformas judiciales o se pone foco en las internas y peleas políticas, algo tan básico y fundamental queda olvidado. Pasa a segundo plano. Se convierte en un “privilegio” y en un reclamo olvidado por quienes deben representar y defender a la gente de trabajo, mientras nuestros jóvenes, sin perspectivas claras, sueñan con irse de Mendoza.

Mientras que en el Congreso duerme una ley presentada por nuestro sector en 2018, de Economías Regionales. Este proyecto contempla terrenos rurales, una suerte de ProCrear rural para que las familias accedan a terrenos, sobre todo en las zonas alejadas, que se están despoblando. El proyecto duerme en el sueño de los justos.

Un encuentro reciente con vecinos de Corralitos mostró que el problema es aún mayor cuando da igual si se trabaja para pagar una casa y o si no. Vecinos que han pagado sus cuotas, que se han esforzado y que logran formar un barrio no acceden a servicios básicos. Al lado de ellos, otra gente “toma” terrenos, marca territorios y finalmente se asienta. Están en condiciones de igualdad, pese a que uno puso el fruto de su labor diaria y el otro no. “Están marcando un terrenos, y nosotros que tenemos cuotas, que hemos pagado nuestra vivienda, no tenemos servicios básicos”, se quejan.

La situación es tan perversa como cruel. Nadie del Estado provincial ni del municipio los escucha. No tienen voz, y ven cómo da igual trabajar y pagar que tomar y ocupar, con un mensaje nefasto para las futuras generaciones.

Mendoza no cuenta con datos del Censo 2022, pero la proyección de población a enero de 2021 es de 1.922.753 personas. El Instituto Provincial de la Vivienda, que tiene como fin último garantizar el derecho a un hogar, entregó 16.016 casas en una década. No es difícil deducir que, cuando se sepan los datos del censo, los niveles de hacinamiento que reflejarán serán alarmantes.

De esos casi 2 millones de mendocinos, el 80% no tiene recursos suficientes para construir una vivienda al costo actual de la construcción.

Según datos del Ministerio de Trabajo de la Nación, un trabajador registrado con un ingreso neto de $100.000 debe juntar 14,2 años de ingresos para poder acceder a una unidad habitacional. Es decir que un empleado debe destinar 14 años completos de sus ingresos para tener su propia vivienda en Ciudad de Buenos Aires. Mendoza no está alejada de esos precios, ya que, con menos de 100 mil dólares, es difícil que una familia pueda acceder al terreno, la casa y todo lo necesario para una vida digna, como baños y cocina.

Así es como nuestra provincia cuenta con aproximadamente 200 barrios populares incorporados en el Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP). Otrora llamados “villas” y “asentamientos”, estos barrios tienen a unas 15.000 familias, muchas de ellas en condiciones deplorables y con más de 10 miembros.

Sin dudas, el contexto hace más difícil cubrir el déficit. Los problemas económicos crónicos del país, la inestabilidad del mundo del trabajo, la desocupación, la inflación y la imposibilidad de acceder a créditos hipotecarios conspiran con las expectativas de miles de familias. A esto hay que sumar que es un mercado que se maneja en dólares, hoy inaccesibles para el 90% de los argentinos.

En algo estamos fallando, y desde hace muchos años. Nadie mira de verdad a los que menos tienen. Se hacen nuevas leyes por más derechos, cuando los que ya existen no se cumplen. Falla el Estado Nacional y sus políticas económicas impredecibles y aleatorias.

Falla el Estado provincial, que pone en igualdad de condiciones a familias que con un enorme esfuerzo pagaron una casa, y tienen las mismas carencias de servicios de alguien que tomó un terreno. A futuro ambos conseguirán lo mismo: uno trabajó y pagó, el otro no.

Falla la planificación urbana, porque, mientras secciones como la Cuarta en Ciudad se van vaciando, los asentamientos van creciendo hacia zonas con peligros de aluviones.

Es hora de construir, y en el sentido más literal. De tratar las propuestas que hemos presentado desde la ruralidad, un sector que sostiene gran parte de la economía. De abajo hacia arriba, porque la política no da respuestas. Desde la gente. Exigiendo que la dignidad del trabajo se traduzca en algo básico para la vida y el desarrollo como es un techo digno.

 

(*) Por Carlos Iannizzotto, especial para Diario Mendoza Today.

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