Oscar MiguelePortada

😷 El gobernador Cornejo insiste con un perverso proyecto de destrucción del sistema de salud mendocino

Entre otras cosas, el proyecto atenta contra el Convenio Colectivo y contra la llamada Ley de Carrera.

La vieja y conocida frase popular dice textual “Divide y reinarás”. Por eso al referirnos a los estatutos del empleado público y a la ley laboral vigente para los trabajadores estatales, desde hace décadas queda claro que Mendoza tiene una larga tradición de atomización, que solo contribuyen a tensiones internas que obstaculizan el correcto funcionamiento de todos sus organismos y dependencias.

El nuevo proyecto de ley que enmascarado en el argumento de “mejorar y jerarquizar a la salud y a sus trabajadores” esconde perversos objetivos que, de ser logrados, nuevamente provocarán una carnicería interna descomunal.

Antes de detallar pormenorizadamente lo pretendido por el primer mandatario mendocino, debemos decir que tenemos un antecedente parecido que data de varias décadas.

En plena híper inflación de Raúl Alfonsín a fines de los años ´80, bajo la administración de José Octavio Bordón —rosarino e hincha de Rosario Central— en nuestras tierras,  bajo el aparente ideal peronista de beneficiar a los ciudadanos, se innovó de una forma original y reductora forma única en el país para salir del paso y arreglar con un parche la situación por cierto muy complicada:

El Pilo, hoy en día muy cercano al aparato conservador ganso de esta parte de Cuyo,  por entonces redujo la jornada laboral de los empleados que era de siete u ocho horas según su lugar de tareas, a una reducida de cinco horas aún vigentes.

Además, esa modificación permite hasta ahora a los responsables de cada organismo otorgar de manera total e injustamente arbitraria la posibilidad que los servidores públicos accedan para incrementar sus ingresos, disponer del denominado mayor horario en diferentes porcentajes o al ítem mayor dedicación o tareas exclusivas (ponéle).

Estas medidas injustas y fraccionadoras nunca fueron revisadas o reconsideradas. Preguntamos entonces: ¿No sería mejor que todos trabajen igual cantidad de horas y perciban de acuerdo a sus clases o categorías un salario medianamente uniforme?

Pasamos esto en limpio. A medida que pasa el tiempo, los derechos adquiridos son vulnerados y bajo la excusa de premios y castigos que son juzgados vaya a saber por quién, se creó un clima de tensión insoportable que no se ve en el resto de las administraciones públicas provinciales.

De paso, es prudente aclarar en este momento, lo que es de absoluto conocimiento debemos decir que en la orgullosa Cuna de la Libertad de América, los estatales son los peores pagos de todo el país. Esto no es opinión, es información comprobable.

La finalidad básica de Alfredo Cornejo es desmembrar y debilitar el régimen 27 de trabajadores de salud pública.

Disfrazado con el argumento de que esto mejorará la situación, busca mejorar y reducir su manejo económico, ya que  hay que tener en cuenta que el R 27 es el más costoso de toda la provincia.

El plan pretende separar a los Médicos y Licenciados en Enfermería, agrupándolos en un Régimen Paralelo.  Todo esto para mantener en ese escalafón en el Régimen 27 al resto de los Profesionales como Licenciados en Fonoaudiología, Psicología, Nutrición, Trabajo Social, Oftalmología, entre otros.

Al dividirlos, obviamente debilitará a cada especialidad, ya que se quitan dos patas importantes del mencionado Régimen. Médicos y licenciados en enfermería quedarán en menor número para  pelear en forma aislada por sus derechos.

Así, el proyecto atenta contra el Convenio Colectivo y contra la llamada Ley de Carrera. Todo esto vulnera derechos legítimamente y oportunamente obtenidos.

El traspaso de profesionales a este nuevo escalafón es voluntario, pero inamovible; una vez que el profesional se pasa, ya no puede volver al R 27.

Desde el gremio de AMPROS, nos aseguraron que se seguirá la negociación por los profesionales que no siempre son reconocidos. El más renombrado de esos conflictos es encabezado por los licenciados en enfermería.

Recordemos que estos trabajadores serán sometidos a la consideración del Ejecutivo que determinará si el profesional puede cobrar como Licenciado o como Enfermero en función de las tareas que ejecute. Así también si le corresponde o no mayor horario o mayor dedicación. Síntesis una locura macabra de verdad.

Otra intención de el gran Alfredo, es que a los farmacéuticos se les quite el bloqueo de título con el pretexto de “mejorar la actividad privada” para así reducir sus sueldos.

Los médicos por su lado bajo el nuevo rango al que pertenecerían, carecerían de organismos de control como Jurados de Concurso. El gobierno de turno será quien defina: selección de Personal, que ya no será por concurso y pases a planta permanente.

En lo referido a las funciones del profesional, es bueno decir que pretenden que para designar más de un puesto de trabajo si fuese necesario se evaluarán cantidad de horas de trabajo, las que serán consideradas con el nombre Unidades Sanatoriales con montos variables en función de la actividad que ejerza el profesional.

El  método de pago consistirá en un Básico del 65%, y el 35% restante será de acuerdo a su productividad, también “determinado y evaluado a consideración” del Ejecutivo sin tener en cuenta que en múltiples circunstancias, el rendimiento o la eficiencia de sus labores excede al profesional por falta de camas, quirófano u otros recursos no disponibles.

Otras de las atribuciones en contra de los médicos es la modificación de sus licencias por estudio, capacitaciones, descanso entre guardias y días por enfermedad entre otras.

Asistimos a la posibilidad de un nuevo descalabro. De un nuevo atentado que en definitiva padecemos todos sin que nadie se salve. Tarde o temprano como lo dijo el gran Mauricio, podemos “caer” en una guardia o internación en un hospital público.

Si usted duda de lo que decimos, pregunte a un acaudalado amigo que dispone de OSDE, Medifé u otra prepaga onerosa, como lo trataron los efectores estatales especialmente enfermeros y camilleros o personal de maestranza o mantenimiento del Notti o el Central, cuando las guardias del Español, el Italiano o la Clínica de Cuyo no daban abasto o no contaban con especialistas.

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