Christian Sanz

😎 Mendoza es una irremediable Matrix, donde pasan cosas graves, todos lo saben y nadie dice nada

Todo funciona mal, pero los mendocinos persisten en mirar a otro lado. Cuando todo explote, será tarde.

Christian Sanz
Christian Sanz

La decadencia de Mendoza es ostensible. Y bien visible. Nada funciona. O, para no ser tan pesimista, pocas cosas funcionan. Pero todos fingen que sí, que todo anda “pipí cucú”.

Es como una gran Matrix, donde una realidad subyace debajo de otra que todos conocen pero nadie quiere admitir.

Como la fábula del rey desnudo, que gustaba caminar en pelotas por la comarca que comandaba, creído de que portaba una túnica hermosa, pero invisible. Hasta que un niño rompió la magia: “El rey está desnudo”. Y ya nada fue lo mismo.

Así es Mendoza, una provincia donde todos los servicios funcionan de manera deficiente, frente a la ingenua mirada de una ciudadanía que se acostumbró a vivir mal. 

Un buen ejemplo es lo que sucede con la luz y el agua,. que andan cada vez peor, con cortes que se muestran cada vez más prolongados. Incluso “programados”. Y nadie dice nada, todos se la bancan calladitos. A pesar de que pagan fortunas de plata por ello.

Detrás de ello hay curros y políticos. Políticos y curros. El orden de los factores no altera el producto. Cada vez más construcciones edilicias y demanda de servicios, pero nada de inversiones. El resultado está a la vista… Y lo peor está por venir.

¿Y la política? Bien, gracias. Los que gobiernan no hacen un joraca. Y los que están en la oposición, tampoco. La Legislatura, salvo honrosas excepciones, se ha convertido en un muestrario de proyectos absurdos, que no sirven para nada.

“Declarar de interés provincial la fiesta de la arveja”; “reconocer el libro tal o cual”, etc… las iniciativas de los legisladores mendocinos gravitan entre la impericia y lo absurdo. Que dan carne a una de las columnas más leídas de Diario Mendoza Today: “Las increíbles pelotudeces que debatieron…”.

Ese tipo de presentaciones son factibles en países como Canadá, Finlandia o cualquier otro del primer mundo, que tienen todo resuelto. Pero no en la Argentina, y menos aún en Mendoza.

Acá mismo hay mucho para hacer, demasiados tópicos para resolver. No hay lugar para las irrelevancias. Pero la Matrix mendocina todo lo permite, porque todos insisten en no ver lo que sucede.

Los hechos de corrupción se suceden en la provincia, desde hace décadas. Políticos y empresarios robando a la par. Y todos conocen sus nombres. Y todos miran para otro lado. Incluso los grandes medios… Sobre todo.

Es como la parábola de la rana en la sartén, hervida poco a poco, sin darse cuenta de que el aceite se va calentando. Para cuando se da cuenta, ya es tarde. El batracio va directo a la cocción y posterior engullimiento. Sin solución de continuidad.

Es lo que está ocurriendo ahora mismo en Mendoza. El aceite empieza a hervir y todos siguen pelotudeando. Como si nada ocurriera.

El rey persiste en ostentar su desnudez, mientras los mendocinos elogian sus vestiduras. Pero todos sabemos la verdad: el monarca está bien desnudo.

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