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Embajada Argentina en Madrid, coto privado de caza

Por Gustavo Rachid, especial para Diario Mendoza Today.

Como argentino, español y liberal, considero que el cambio de gobierno en Argentina es una buena oportunidad para solucionar un estigma de décadas, cuyo epicentro ha sido la representación diplomática del país en España.

Salvo honrosas excepciones de funcionarios probos, la gestión de la Embajada en Madrid ha sido deficiente, adoleciendo de la experiencia de algunos argentinos residentes en España, y además destacados por su importante accionar profesional en diferentes disciplinas, muy en particular el periodismo y la comunicación y relaciones públicas, útiles para esos años de gestión, pero desaprovechados por los máximos responsables, quienes manejaron a su antojo la representación diplomática del país.

No solamente en algunas ocasiones «embajadores políticos», sino también algunos colaboradores que sistemáticamente cerraron las puertas a la presencia y propuesta de valor que beneficiarían a la República Argentina. Carlos Bettini fue un ejemplo polémico y muy cuestionado en España.

Con un antecedente complicado, cuando en diciembre de 1999, Patricia Bullrich, entonces Secretaria de Política Criminal, denunció a Bettini al fiscal federal Jorge Urso por corrupción, específicamente por intentar sobornar a la misma Bullrich, supuestamente en relación con sus funciones como representante de una empresa española, Dycasa, para conseguir un contrato para renovar y construir prisiones en Argentina.

Los dichos de Bullrich fueron investigados por la Oficina Anticorrupción, que sugirieron procesarlo, o al menos inhabilitarlo para cargos públicos. El asunto nunca llegó a juicio.

 

Embajador en España

Bettini fue Embajador ante el Reino de España y el Principado de Andorra entre el 6 de agosto de 2004 hasta 2015, cuando asumió Mauricio Macri. Sirvió bajo las presidencias de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, amigo de Felipe González y cercano a Carlos Slim.

Su gestión en la Embajada fue de puertas adentro, no contando con residentes argentinos con trayectoria, y conocedores de la sociedad española.

Otro caso reciente ha sido el de Ricardo Alfonsín, quizás la peor gestión diplomática de la Argentina en España.

En febrero de 2020, el presidente Alberto Fernández lo designó como embajador argentino, en agosto de ese año fue confirmado en el cargo mediante el Decreto 709/2020 publicado en el Boletín Oficial.

El nuevo embajador atribuyó la aceptación del cargo a la necesidad de “defender la imagen de apertura y diálogo del presidente Fernández”, aunque sus seguidores quedaron bastante desconcertados por esta designación.

Su gestión fue cerrada, solo rodeada de gente desconocida por la sociedad española y que no aportaron nada sustancial a los intereses tanto de Argentina como de España, años donde la imagen del país que representó bajó en picada en el ámbito institucional, empresarial y social.

Su característica más destacada fue la no consideración de los argentinos y españoles destacados que hubiesen sido de gran utilidad y apoyo para su gestión de embajador.

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