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Espionaje: cómo, cuándo y por qué el kirchnerismo decidió cooptar la AFI a través de La Cámpora

Por Christian Sanz, director periodístico de Diario Mendoza Today.

Ayer nomás, la causa que investiga el espionaje sobre jueces, entre ellos miembros de la Corte Suprema, avanzó con varios pedidos del fiscal federal Gerardo Pollicita, que incluyeron indagatorias, allanamientos y peritajes, y derivaron en un hallazgo sorprendente: la prueba de que la ex SIDE seguía mis pasos.

Como sea, sorprendió el pedido del funcionario judicial, quien reclamó que se amplíe la indagatoria al espía detenido Ariel Zanchetta, quien según un estudio informático tendría contacto asiduo con el diputado del Frente de Todos Rodolfo Tailhade, impulsor del juicio político a los jueces del máximo tribunal y otrora director de Contrainteligencia de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI).

Ciertamente, la trama no debería sorprender. Es la desembocadura natura de algo que comenzó en enero de 2020, cuando comenzaron a recalar en ese organismo viejos referentes que supieron hacer mucho daño durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner.

Ya fue revelado por quien escribe estas líneas en sendas notas de investigación, publicadas en Tribuna de Periodistas en aquellos días.

Uno de los que volvió al redil es Esteban Orestes Carella, un “camporista” que responde directamente a Cristina Kirchner y que llegó para hacerse cargo de la “base Estados Unidos”, a efectos de encargarse de un tópico que inquieta a los K: el terrorismo.

Otro que volvió con todo el poder en 2020 es Fernando Pocino, no personalmente, sino a través de sus hombres de confianza, principalmente un técnico informático llamado Emiliano Deza.

Pocino es aquel que supo “carpetear” a periodistas, jueces y referentes de la política que “molestaban” al kirchnerismo. Muchas de esas operaciones pudieron verse en medios como Página/12, revista 23, diario El Argentino, Tiempo Argentino, y otros. Todos privilegiados con millonadas de plata del kirchnerismo de entonces.

Y hay más: recaló nuevamente en la agencia Alberto “Pigu” Louys, jefe de Operaciones a Cargo de la AFI y “segundo” del ya mencionado Carella en épocas del siempre sospechado Antonio Stiuso.

Louys es un personaje totalmente desconocido para el imaginario popular, pero que supo hacer de las suyas en la otrora SIDE con mano de hierro.

Sus compañeros aún lo recuerdan con el calificativo de “traidor”, porque no dudó en acomodarse al calor de La Cámpora cuando Cristina decidió “romper” lanzas con Stiuso.

Ello le permitió ser nombrado como director Operacional de Contrainteligencia en los días enlos que Oscar Parrilli reemplazó a Héctor Icazuriaga como titular de la AFI.

En realidad, quien tenía el verdadero poder era el chaqueño Francisco Larcher, el “segundo” de Icazuriaga y hombre de confianza de Néstor Kirchner, a quien le reportaba y entregaba informes confidenciales que gravitaban en la intimidad de sus enemigos.

En tiempos de Parrilli quien tuvo real poder también fue su “segundo”, Juan Martín Mena, otro camporista que, a pedido de Cristina, se “convirtió” en viceministro de Justicia de la Nación.

Como puede verse, todo tiene que ver con todo. No solo es Cristina quien controla de cerca el poder de los agentes vernáculos, sino que lo hace de la mano de lo más rancio de La Cámpora y de los exespías eyectados en su propio gobierno. Ahora sí, todo cierra.

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