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Condenaron a Marcos Herrero, el perito trucho que “plantó” prueba en un caso policial resonante de Mendoza

El adiestrador llego en libertad al debate y siguió de manera remota las audiencias del mismo.

Un adiestrador de perros fue condenado hoy a ocho meses de prisión por adulterar pruebas durante un operativo de búsqueda de Viviana Luna, una mujer de 45 años que desapareció en 2016 en Lujan de Cuyo.

La condena contra Marcos Herrero fue dada a conocer por el Tribunal compuesto por los jueces Ramiro Salinas, Luis Llano y Ariel Spektor, en el Polo Judicial Penal de la ciudad de Mendoza.

Según las fuentes, Herrero (47) fue hallado culpable del delito de “falsa denuncia, falso testimonio, encubrimiento y falsedad de títulos”; y su pena será de ejecución condicional.

El adiestrador quedó en el centro de las sospechas tras los rastrillajes que practicó a fines de setiembre de 2021 en Potrerillos, cuando fue contratado por los hijos de la mencionada Luna.

Durante esas tareas, Herrero afirmó que había encontrado fragmentos de un cráneo y un monedero que tenía en el interior un papel con anotaciones.

Según afirmó, en el escrito figuraban nombres de relevancia en el mundo político y judicial de la provincia, tales como el juez Walter Bento (imputado como jefe de una asociación ilícita que cobraba coimas), el empresario Diego Aliaga (asesinado en 2020) y el ex jefe de la Policía Roberto Munives, entre otros.

Los objetos hallados fueron incautados por la Justicia local y los sometieron a peritajes. Mediante esos análisis se confirmó que los huesos no eran de Luna, sino que el ADN correspondía al de un hombre.

También se estableció que habían sido groseramente manipulados por Herrero, por lo que, según la investigación, quedó en evidencia que había colocados de manera deliberada en el sector rastrillado.

En tanto, un cotejo genético demostró que los restos óseos tenían la misma huella genética que los hallados por Herrero en la búsqueda de otra mujer desaparecida en la provincia de Santa Cruz: Marcela López.

Es decir, los huesos localizados con miles de kilómetros de diferencia pertenecían a la misma persona.

A esas pruebas se le sumaron testimoniales, escuchas telefónicas y filmaciones de los rastrillajes, que complicaron aún más la situación de Herrero.

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