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Marcos Herrero, de rutilante perito a culpable por plantar pruebas falsas en Mendoza

Herrero prometía "100 por ciento de efectividad" y en todos los casos en los que actuó hizo hallazgos sorprendentes. El ADN demostró que sembró restos óseos de un mismo cuerpo en dos casos de desapariciones de mujeres, uno en Mendoza y otro en Santa Cruz. Por Karina Micheletto, Página/12.

Falsa denuncia, falso testimonio, usurpación de títulos y encubrimiento simple. Son los cargos por los que la justicia de Mendoza acaba de encontrar culpable al autodenominado perito Marcos Herrero, quien según se comprobó plantó evidencia falsa al ser contratado por la familia de Viviana Luna, desaparecida en 2016. El juicio mostró que sus perros “hallaron” restos de huesos que son del mismo esqueleto que los de otro “hallazgo” suyo en otra desaparición, pero a 3.000 kilómetros de distancia, en Santa Cruz. Y que, además, estaban ambos contaminados con ADN de Herrero, es decir que el hombre los había manipulado previamente. Escuchas, fotografías, videos y relatos de otros adiestradores caninos que lo acompañaron en sus búsquedas completaron las pruebas que resultaron concluyentes. Se trata del mismo perito que hizo hallazgos rutilantes en otros casos en todo el país: el joven Facundo Astudillo Castro y la niña Micaela Ortega en Bahía Blanca, la joven Araceli Funes en el partido bonaerense de General San Martín, el niño Marito Salto y la empresaria Estela Auad en Santiago del Estero, la niña Guadalupe Lucero en San Luis, la joven Abigail Carnier en Mendoza, entre otros. También fue quien, mientras buscaba a otra mujer desaparecida, terminó encontrando en Río Gallegos los “75 millones de dólares termosellados” con los que Mariana Zuvic y Paula Oliveto denunciaron a Cristina Kirchner días antes de las PASO. Resultaron ser billetes de El Estanciero

El hombre fue detenido en Mendoza a fines de 2021 y pasó ocho meses preso; esperó luego en libertad la sentencia en su casa de Viedma. Finalmente fue condenado el 21 de marzo por los jueces los jueces Luis Correa Llano, Ramiro Salinas y Ariel Spektor a ocho meses de prisión condicional, es decir que sólo se hará efectiva la pena si incurre en otro delito. Algo que podría ocurrir, dado que sus hallazgos fueron prueba de distintos juicios y hasta mandaron gente presa. De modo que desde distintas jurisdicciones ya hay jueces y juezas sumando pruebas a las ya existentes. Al no tener certificación oficial alguna para trabajar con perros de búsqueda de personas, no se le trabó inhabilitación para ejercer un cargo que no tiene.

La familia Luna sigue creyendo en la inocencia de Herrero, asegura que las pruebas presentadas durante el juicio no fueron concluyentes, y que los resultados de Antropología Forense pueden haber sido manipulados.

Recientemente, otra prueba sembrada con perros de búsqueda también quedó en el ojo acusatorio: en el juicio por la violación y asesinato de Anahí Benítez en Lomas de Zamora se mostró cómo el perro Bruno fue manipulado por el adiestrador Diego Tula para “meter preso a alguien rápido”, según la orden de la entonces gobernadora María Eugenia Vidal. Así mandaron preso por cinco años a un “perejil”, Marcos Bazán.

Herrero, durante la búsqueda en Mendoza.

El caso en Mendoza

Herrero llegó a Mendoza en 2019 invitado por un grupo de búsqueda y localización de personas con perros no oficial de la provincia, llamado Kunti K-9, que lo contrató para cursos de capacitación. El grupo habían sido requerido por la justicia en la investigación de la desaparición de Luna, y sus perros no habían hallado nada. Confiando en Herrero como un maestro, fueron estos adiestradores los que lo pusieron en contacto con la familia de Luna, que a su vez pidió que se lo incorpore como perito oficial. Como la fiscalía –justamente, por falta de certificación oficial del perito– se negó, la familia inició una campaña pública para juntar los 150 mil pesos que pedía Herrero para contratarlo de forma privada, una cifra elevada en 2020.

Los adiestradores confiaron en el perito, lo alojaron en sus casas y le dieron asistencia. Y luego fueron ellos los que, al ver su accionar junto a videos y fotos del rastrillaje, terminaron testificando en su contra. “Sentíamos esa asignatura pendiente, una mujer desaparecida, una familia humilde, hijos que quedaron solos. Quisimos ayudar trayendo al mejor, porque le creíamos ciegamente. Terminamos estafados de manera burda por este ser nefasto que sólo trajo más sufrimiento”, lamenta Laura Ballester, quien presidía Kunti K-9, en diálogo con Página/12.

En su primer día de rastrillaje, el perro de Herrero “halló” en hotel abandonado en Potrerillos restos óseos y una carta semi quemada adentro de un pequeño estuche o monedero. Allí aparecían los nombres de empresarios mendocinos como Daniel Vila y José Luis Manzano, políticos como Alfredo Cornejo, el jefe de policía, un juez imputado en Mendoza, Walter Bento. Se hacía referencia a trata de personas, y se mencionaba a María Cash y Sofía Herrera, ambas desaparecidas hace años, junto a frases sin sentido claro.

El bulto en el pantalón de Herrero coincide con el hallazgo.

Dos días después del primer hallazgo, volvieron a hacer otro rastrillaje con Herrero, esta vez en unas cabañas donde vivió Luna. Increíblemente su perro encontró otro estuche, con otra carta igual en su interior, más restos que parecían ser de cabellos rubios, como los de Luna. Los adiestradores que lo acompañaron vieron una serie de comportamientos raros, por fuera de los protocolos profesionales; terminaron de confirmar sus sospechas al ver luego los videos y fotos. Creyendo no ser visto, la cámara capta a Herrero entrecerrando una puerta y colocando algo en el lugar del segundo hallazgo, sobre un ropero. También se ve un bulto que traía en un bolsillo del pantalón, que desaparece al regreso del rastrillaje: el tamaño y forma coincide exactamente con el estuche hallado. El material sirvió de prueba en la causa de Mendoza.

Pero la prueba más concluyente, advierte el fiscal Gustavo Pirrello, la dio el ADN: los huesos de Mendoza son del mismo cuerpo que los de otro hallazgo anterior en Santa Cruz. Ninguno es de las mujeres que se siguen buscando y cuyas familias confiaron en este perito para la búsqueda.

Marcos Herrera solía ser verborrágico y convincente, quienes lo conocieron lo describen como alguien “encantador”, que “envolvía con sus relatos”, y mezclaba sus artes de rastreador con otras místicas o esotéricas. Solía prometer “cien por ciento de efectividad”, a pesar de lo acotado de su metier. No habló en todo el proceso, cuentan quienes lo siguieron, mucho menos pudo explicar el origen de sus hallazgos. Ni por qué, mientras era allanada su casa en el marco de esta investigación, una vecina llamó a la policía para denunciar que había arrojado por su medianera huesos humanos, que se sumaron a la causa.

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