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Análisis: el fin de la inocencia para los cultores de la nueva política

Los libertarios llegaron al poder mostrando un discurso “anticasta” que les resultó fructífero electoralmente, pero es difícil sostener en la práctica. Por José Angel Di Mauro.

Justo la semana en que Karina Milei puso en marcha el partido del Gobierno en la Ciudad de Buenos Aires, como punto de partida del armado nacional que prematuramente el oficialismo impulsa con la mira puesta en 2025, La Libertad Avanza vivió tal vez la peor semana de su breve existencia.

Fue en el Congreso nacional, donde las diferencias que siempre existieron en las inestables bancadas que el oficialismo tiene en ambas cámaras afloraron de manera dramática en Diputados. Allí el bloque oficialista nunca lució sólido. Tiene su lógica en un partido demasiado nuevo, cuyos miembros en su mayoría no tienen ninguna militancia y mucho menos trayectoria. Lo único en común es su adhesión al líder, quien a su vez no muestra el menor interés en el armado partidario.

Ya hemos dicho que la política no solo lo aburre: abjura de ella. La cuestión legislativa, que lo tuvo como miembro dos años en los que no mostró el menor interés por la misma, siempre le fue ajena. Por eso no debieron confiarse tanto Oscar Zago Marcela Pagano cuando consiguieron la aprobación para que la periodista se hiciera cargo de la estratégica Comisión de Juicio Político. En política hace falta más que un emoji positivo para garantizar cuestiones tan trascendentes. Si el aval obtenido por esos diputados fue a través de mensajes por chat, como ellos dicen, la solidez de los argumentos tambalea.

Así y todo, le resultará difícil al oficialismo resolver el intríngulis planteado, si insisten -como todo indica que así será- en vetar a Pagano al frente de Juicio Político. El presidente de la Cámara, Martín Menem, ha sido el brazo ejecutor de Karina Milei, quien no quiere a Pagano en ese sitio. Pero la oposición -léase toda la oposición, no solo Unión por la Patria- mantiene la postura de considerar válida la reunión de comisión que el presidente de la Cámara quiso suspender tres minutos antes de su inicio. Los miembros de la comisión recuerdan que le habían propuesto al oficialismo dejar vacante la presidencia, reservada para LLA, y no lo hicieron porque quien para ellos seguía siendo entonces el presidente del bloque oficialista les dijo que “la reunión estaba bien, que lo del presidente de la Cámara era una falta de respeto”, según recordó ante este medio uno de los protagonistas de esa sesión, para quien “esto no es ya un problema nuestro”.

Para la oposición la presidenta de la comisión es Marcela Pagano. Y ella debe ser quien convoque entonces a una reunión, y no Martín Menem, como hizo el mismo miércoles mientras un escribano redactaba el acta de la reunión constitutiva. La cita del presidente de la Cámara para “designar autoridades y fijar días y horas de reunión” es el jueves 18 a las11. “No vamos a ir”, anticipó a este medio un influyente legislador consultado por este medio. Nos tiene que convocar Pagano, no el presidente de la Cámara”.

Solo el Pro apoya la postura de Menem. Con los de La Libertad Avanza suman 7… sobre 31 miembros. Solos no tienen quórum.

¿El bloque no puede invocar que ese lugar le pertenece y desplazar así a Pagano? “La banca es del legislador y también el lugar en una comisión luego de ser designado integrante de ella”, explicó a este medio Pablo Tonelli, especialista en temas constitucionales.

Así las cosas, el único camino que le queda al oficialismo es negociar con Marcela Pagano para que renuncie. En las últimas horas habría habido un diálogo entre la diputada y el presidente Milei, en el que éste le habría ofrecido hacer un enroque: ir a presidir Finanzas en lugar de Alberto Benegas Lynch, y que Bertie vaya a encabezar Juicio Político. La respuesta de Pagano habría sido negativa, molesta con quienes argumentan que ella “no resulta confiable” para ocupar ese cargo.

“Armar un lío institucional por esto es una locura”, confió a este medio Paula Oliveto, vicepresidenta electa en la polémica reunión de comisión que Martín Menem considera “inválida”. Para la diputada de la Coalición Cívica, “ellos se tienen que ordenar y veremos cómo salimos de este brete”.

Lo cierto es que quienes se autoperciben “no casta”, expusieron esta última semana los peores rasgos de la política. La “rosca” aplicada de la peor manera, generando un conflicto institucional inédito. El “fin de la inocencia” para los puros.

Semejante conflicto no podía haber estallado en peor momento. Justo en vísperas del inicio del debate de la ley de Bases y el paquete fiscal. Con casi todo acordado con los sectores que deben garantizar los votos necesarios para sacar la ley, debería arrancar ya la discusión en comisión. Y si bien se esperaba que eso sucediera esta semana, el viernes se difundió un cronograma que indica que la Cámara baja conformará entre el martes y el jueves las 14 comisiones que restan ser constituidas, incluida la citación de Juicio Político. No figura el plenario para retomar el debate de la ley de Bases, y así pasará otra semana. Se siguen acortando los tiempos para llegar al 25 de mayo con todo aprobado, pero el presidente ha dicho que no le importa si eso no sucede. Curiosa forma de abrir camino a los consensos.

No parece preocuparle demasiado eso a Javier Milei, que protagonizó lo que para él será una inolvidable gira por Estados Unidos en la que fue distinguido por una organización judía y, fundamentalmente, tuvo su ansiado encuentro con Elon Musk, el excéntrico empresario, inversor y magnate con el que realmente ha “pegado onda” y cuya cercanía espera se transforme en inversiones. Sabe Milei que esa relación le suma en las redes, pero también en su imagen internacional, algo que lo cautiva cada vez más.

El presidente pareciera no terminar de aceptar que, más allá del atractivo que ofrezcan, los inversores buscan como destino de sus fondos lugares seguros para sus capitales. Ello implica señales de gobernabilidad, que van de la mano de la aprobación de leyes. Y este es uno de los principales déficits de un gobierno que aún no ha logrado aprobar nada propio, y va por la vida con la certeza de estar aplicando “el ajuste más grande de la historia de la humanidad”, tal la definición de la que el propio Milei se enorgullece, y el respaldo de una imagen que se mantiene elevada.

El Gobierno celebró este viernes la confirmación de la baja de una inflación que sigue siendo altísima, pero ha logrado acercar al dígito. A un precio severo, eso sí. Se plantó ante los camioneros rechazando homologarles el porcentaje de aumento salarial acordado, sin hasta ahora los Moyano se hayan animado a “parar el país”, como amenazan. La táctica oficial es ante eso siempre la misma: acelerar o no hacer nada. Por ejemplo con el paro de colectivos de la última semana, en la que no llamó a conciliación, ni se sentó a negociar. Debe recordarse que este gobierno libertario tiene como premisa que “cuanto más se corre el Estado, mejor”.

Tampoco hará nada con el paro nacional anunciado para dentro de un mes. En la Rosada se mostraron molestos cuando se anunció la medida, un día después de una reunión que unos y otros consideraron positiva. Así y todo, sienten que los paros de un sector tan desprestigiado ante la sociedad, le suman. “Cada paro de la CGT y tuit de Alberto nos dan más tiempo de gobernabilidad”, ironizaba el jueves por la noche un funcionario mileísta. Tuvo ambas cosas el Gobierno esta semana: el anuncio del paro y el largo tuit de Alberto Fernández, cuestionando los rasgos “autoritarios” de su sucesor.

Los números le siguen dando bien al presidente, que navega sobre ese caudal. Una encuesta de opinión de Proyección Consultores verifica que la inflación es la principal preocupación actual de la sociedad, con 61,2%, bien lejos del segundo, los bajos salarios (38,9) y la inseguridad (36,6). El 45,9% piensa que la economía de su hogar estará peor en los próximos seis meses, contra un optimista 34,5%; pero el 61,7% atribuye al Gobierno de Alberto Fernández la responsabilidad de los problemas económicos. Un 37,7% le carga ese sayo al Gobierno actual.

Pero así y todo, y ese es el elemento sobre el cual se ilusiona el gobierno, un 36,8% es optimista cuando se les pregunta sobre el rumbo del país, contra solo un 24,1% que se manifestó pesimista.

Los números son positivos para el gobierno en el marco de semejante ajuste. Pero ya ha tomado nota de que la clase media -clave para su triunfo- ya está al límite de su tolerancia. Por eso la campaña desarrollada los últimos días contra el aumento desenfrenado de las prepagas que el propio gobierno habilitó vía DNU. La sobreactuación de los últimos días buscaría cierto alivio, en vísperas de que llegue el aumento de las tarifas de luz, gas y transporte, que no podrán endilgar a terceros.

Mientras tanto, el 40,2% considera “correcto” el rumbo de la economía. Pero los que opinan exactamente los contrarios están apenas a medio punto: 39,7%.

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