Milei y la constante confrontación con el periodismo: ser presidente no te vuelve sabiondo
Nadie puede disentir con él, porque es el dueño de la verdad. Él y solo él sabe qué está bien y qué está mal. Él y solo él, que nunca trabajó como periodista, sabe cómo realizar el trabajo de prensa.


El presidente Javier Milei no es justamente conocido por mantener la compostura. Todo lo contrario. Tiene una forma directa para dar su opinión, de manera agresiva y sin aceptar diferencias hacia lo que pregona.
Nadie puede disentir con él, porque es el dueño de la verdad. Él y solo él sabe qué está bien y qué está mal. Él y solo él, que nunca trabajó como periodista, sabe cómo realizar el trabajo de prensa.
Obviamente es una ironía. Cree que el periodismo tiene que besarle los pies y subordinarse a su gestión. Que no se lo puede criticar porque es el salvador de la Argentina, desconociendo el verdadero trabajo de la prensa.
Es que de eso se trata el periodismo, de meter el dedo en la llaga, de criticar y hacer visible las críticas, las fallas, los errores… pero Milei no cree que eso sea el trabajo de un comunicador. Y siempre quiere tener la razón.
De hecho, en su cuenta de X tiene hace más de un mes y medio un tuit fijado en el que le pega al Grupo Clarín. Más kirchnerista no se consigue.
Por otro lado banca a los medios que le chupan las medias, como lo hace con La Derecha Diario, que se sostiene con dinero de YPF, tal cual lo reconoció públicamente Javier Negre, su propietario.
Esto, además, echa por tierra el supuesto de que el Gobierno cortó la pauta oficial. No tiene problema en mentir y tratar a todos los trabajadores de prensa de “ensobrados” cuando los que reciben esos sobres son justamente los que lo entrevistan a él de forma complaciente.
El presidente no se animaría a un reportaje con un periodista independiente y sin ningún tipo de condicionamiento, justamente por temor a que le pregunten cosas que lo expondrán y complicarán.
Por eso acude a los mismos comunicadores que no ahondan en sus preguntas, que no repreguntan y que, en caso de salirse del libreto, serán humillados por Santiago Caputo.
¿Qué diría ante la pregunta de los desvíos de dinero del PAMI en favor de Agustín Laje? ¿Y sobre el requerimiento de $LIBRA? ¿Cómo respondería ante la duda sobre las supuestas coimas pedidas por Karina Milei a empresarios para poder reunirse con el jefe de Estado? ¿Y las polémicas contrataciones en la Cámara de Diputados? ¿Y los 400 millones de dólares que vendió el Banco Central antes de la devaluación?
Cualquier periodista, con algo de seriedad, se inquietaría ante todas estas dudas, pero quienes entrevistan al presidente carecen de la misma. Solo son voceros oficiales, algo que sobra, porque el Estado tiene recursos –que cuestan una millonada- para promover las acciones que beneficien políticamente al Gobierno de turno.
Destacar lo bueno no es periodismo, lo otro sí, y eso es lo que no termina de entender Javier Milei, que ve conspiraciones donde no las hay.