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Bienes Personales y blanqueo, y la falta de lógica en los legisladores

El contrasentido de los senadores de haber votado por unanimidad el blanqueo y rechazar en seguida Bienes Personales. Por Matías Olivero Vila*.

El Senado de la Nación dio media sanción con modificaciones a la “Ley de Medidas Fiscales” y rechazó los capítulos de restablecimiento del Impuesto a las Ganancias a empleados de mayor poder adquisitivo y de modificaciones al Impuesto a los Bienes Personales que lo readecuaba a un nivel comparable al promedio de otros países. Y aunque sancionó el capítulo de Regularización de Activos (o “Blanqueo”), de facto lo rechazó, en una patente contradicción, la cual debería enmendarse en esta vuelta a Diputados.

Primer acto. Argentina es el país con los impuestos más altos del mundo. Lo dicen dos entidades distintas (Banco Mundial y UIA), utilizando tres métodos. Uno de ellos surge del informe “Carga Fiscal Formal” (UIA, 2023) por el que se hizo un estudio técnico de los 7 impuestos principales en los 30 países más relevantes (G20 y Sudamérica). Conclusión: en 6 de los 7 tributos Argentina tiene los más gravosos. Uno de los 6 es el impuesto patrimonial, sólo 8 de 30 países lo aplican. Argentina comparte el podio con España y Bolivia, lejos de los otros 5 países. Nuestro Impuesto a los Bienes Personales termina siendo el más gravoso porque a sus elevadas alícuotas (hasta 2,25%) se agrega que aplica con una base de contribuyentes mucho más amplia, por lo cual no solo se expulsan los patrimonios y negocios de los más pudientes sino también al talento joven. Y, además, no permite deducir deudas, como sí se permite en los otros países.

Segundo acto.  Los impuestos más gravosos generan muy alta informalidad y evasión, del 46% en el caso de nuestro país. No es que el argentino tiene una tendencia natural a la evasión, sino que es un principio básico explicado en cualquier libro de economía: a impuestos más altos, más informalidad. El Estado argentino reconoce esta situación sancionando una amnistía, moratoria o plan de facilidades de pago cada 2 años y 8 meses en este siglo. Un tiro a la línea de flotación del cumplimiento fiscal. Esos planes son pecado mortal en otros países, expresamente prohibidos. Pero mientras Argentina tenga los impuestos más altos del mundo, las amnistías y moratorias seguirán siendo un mal necesario. Uno de los blanqueos fue el de 2016.  El segundo más exitoso en la historia mundial, luego de una amnistía de Indonesia.

Los blanqueos deberían ser excepcionales, por lo que su adhesión se realiza en base a condiciones específicas ofrecidas en la ley. Pero los que se acogieron a aquella amnistía sufrieron tres incumplimientos. Primero, por el mismo signo político que la había sancionado, apenas 2 años después, en 2018, triplicando la alícuota máxima que lo impulsó a blanquear, del 0,25% al 0,75%. Segundo, en 2019, por el gobierno que lo sucedió, volviendo a triplicar la alícuota ya triplicada (2,25%). Tercero, en 2020, se sumó la alícuota de hasta 5,25% del “Aporte Solidario”, lo que provocó un éxodo fiscal sin precedentes, de consecuencias muy negativas para nuestro país.  Según aquel informe de UIA, Argentina es el único país que aplicó un “impuesto a la riqueza” pro Covid-19.  Del 0,25% desde 2018 hasta un total de 7,50% en aquel 2020. La alícuota se multiplicó por 30. Sí, leímos bien. No debe analizarse el actual Blanqueo sin considerar aquel incumplimiento escalonado durante dos años por dos distintos signos políticos.

Tercer acto.  En el proyecto de ley de Medidas Fiscales se incluye otro blanqueo más. Y para que no tenga que volverse a sancionar otra amnistía en los próximos 2 años y 8 meses, se proyecta bajar el Impuesto a los Bienes Personales a un nivel lógico, en un rango promedio al de los pocos países que aplican este impuesto, más un régimen por el cual se logra estabilidad fiscal en impuestos patrimoniales hasta 2038, a prueba de aquella sucesión de incumplimientos. La Cámara de Diputados le da media sanción.

Cuarto acto. El Senado le da media sanción en general a la ley de Medidas Fiscales. Pero en la votación en particular pega un salto mortal. Por un lado, 72 senadores, es decir todos los senadores, aprobaron por unanimidad el blanqueo. Un caso muy excepcional. Una contundente invitación a blanquear, algo así como “estamos todos de acuerdo en ésta, ni uno solo de nosotros les va a objetar mañana esta amnistía fiscal”. Pero sólo 5 minutos más tarde (de 6:09 am a 6:14 am), la mayoría (37 a 35) votó por rechazar el capítulo de Bienes Personales, manteniendo el impuesto patrimonial más gravoso del mundo. Si se nos permite la teatralización, sería algo así como “todos y cada uno de nosotros le ponemos a Ud. la alfombra roja para que blanquee todo lo que quiera. Pero esta vez no le vamos a incumplir, se lo decimos de frente. Ud. sabe, antes de blanquear, que va a pagar el impuesto patrimonial más alto del mundo. Y, como no hay estabilidad fiscal, nos reservamos la posibilidad de sancionar, de considerarlo necesario, un Aporte Solidario Bis.”. El Lobo con Caperucita y el Coyote con el Correcaminos no actuaban con tan brutal y transparente contradicción. El blanqueo más contundente (unánime) y breve (5 minutos) de la historia. Se lo vació de contenido en un pestañeo. De ratificarse por Diputados, fracaso del Blanqueo asegurado.

En suma: el Senado no sólo rechazó el capítulo de Bienes Personales y Ganancias. También rechazó de facto el capítulo del Blanqueo, a través de dos votaciones, tan unánime una como ilógica la otra. Aquellos 37 contradictorios senadores tuvieron 43 días la ley en sus manos para terminar incurriendo en este fatal error. La Cámara de Diputados tiene ahora la posibilidad de resucitar el Blanqueo, enmendando esta contradicción, vía la insistencia por el capítulo de Bienes Personales, por mayoría simple.

Reflexiones finales: desde Lógica sostenemos que la tragedia económica argentina tiene por causa la falta de cultura fiscal en nuestra sociedad, transversal a todo nivel y sector. En la cima de dicha falta de cultura se encuentran los poderes políticos de los tres niveles de gobierno, principales responsables de haber causado que la Argentina haya llegado a ser el país más gravoso del mundo.  Esto se advierte en los 148 tributos sancionados; en el nivel confiscatorio de las alícuotas y bases imponibles; en el modus operandi de sancionar insostenibles aumentos de gastos públicos sin el menor estudio previo de cómo se financiará ese gasto; en el constante cambio en las reglas de juego tributarias; y en flagrantes contradicciones y errores, como el haber sancionado este Blanqueo que duró tan solo 5 minutos por reloj.

Los argentinos se han pronunciado mayoritariamente por un proceso de cambio que permita salir de décadas de estancamiento. La sociedad civil empieza a empujar y exigir desde abajo con inédita madurez, lo cual exige que los legisladores estén a la altura de las circunstancias. A la luz de la tragedia fiscal que estamos transitando, es inadmisible que se cometan este tipo de errores tan ilógicos, típicos del país más gravoso del mundo que queremos dejar atrás. Por lo que urge que esta contradicción sea enmendada en esta vuelta del proyecto de ley a Diputados, sancionando las modificaciones en Bienes Personales para así volver a dar contenido al Blanqueo. Para que esta vez sea, de verdad, la última amnistía fiscal del país. Sólo con impuestos y gastos lógicos tendremos un país lógico.

*Olivero Vila es presidente de Lógica, ONG dedicada a generar conciencia fiscal en toda la sociedad

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