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Guaymallén es un descontrol: no sólo venden la leche del gobierno nacional, se están choreando todo

Estos tipos están descontrolados. No tienen límites.

Christian Sanz
Christian Sanz

Guaymallén sorprendería al mismísimo Gabriel García Márquez. Porque supera cualquier realismo mágico que se le hubiera ocurrido al célebre escritor colombiano.

Allí ocurre todo lo que pueda imaginarse… e incluso lo inimaginable. La corrupción es superlativa y creciente. Es casi una constante, que viene desde los días del peronista Luis Lobos y su sucesor, el radical Marcelino Iglesias. Hasta hoy. Como si el incombustible Marcos Calvente no quisiera ser menos.

En aquel terruño nada tienen para envidiar al Departamento de San Martín, donde los empleados son castigados por capricho del mandatario comunal Raúl Rufeil.

En Guaymallén sucede algo similar: a los trabajadores los mandan al cementerio o al basural, lo más lejos posible. Castigos por cuestiones políticas.

Pero no es ese el principal problema, sino el nivel de corrupción, que se ha desquiciado, todos hacen lo que se les canta. El robo ya es incontrolable.

Lo que se sustrae en el área del parque automotor no tiene límites: baterías, repuestos y cubiertas, incluso los autos de los jefes, que los mandan a los talleres amigos y los pasan como móviles municipales.

Dicen que son mañas que empezaron con la gestión de Pablo Raddi en Control de Gestión, pero Diario Mendoza Today logró documentar que ello es anterior. Aún cuando ahora se profundizó el choreo.

Este mismo diario reveló cómo desde aquella comuna se vendía la leche entregada por el gobierno nacional. Y aún así sigue ocurriendo. Basta darse una vuelta por el mercado del usado, o por las ferias cómo la de Rodeo del Medio, o la de calle Allayme los días domingo. Allí podrá encontrarse hasta ropa y borcegos de la municipalidad de Guaymallén.

¿Sabrá Calvente que empleados de mayordomía se roban los vasos de plástico y de Telgopor, las servilletas, los rollos papel higiénico, el cloro y el desodorante de piso en botellas de un litro, blem, gamuzas, rejillas, mopas, y demás y luego lo venden en un “todo suelto”?

¿Conocerá el intendente que lo mismo pasa en los depósitos de mercaderías en Desarrollo Social a cargo de Silvia Donati? Colchones, frazadas, nylon, madera, palos, machimbres y cemento se venden en negocios de Guaymallén.

Como se dijo: García Márquez, un poroto.

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