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Los norteamericanos dejaron de apoyar a Israel

Sin importar quién estuviera en el poder, el “establishment” norteamericano ha sido desde siempre el principal aliado de Israel. Pero cuando el pueblo decide que “enough is enough”, nada es seguro.

El 7 de octubre del año pasado, Hamas invadió Israel asesinando 35 niños, 659 civiles, 373 miembros de las fuerzas armadas y 71 extranjeros (hay 5 desaparecidos). Raptaron unas 253 personas de las cuales 112 ya han sido liberadas, quedando cerca de 141 prisioneros de los cuales al menos 33 habrían muerto en cautiverio. Los heridos sumaron 5.431.

La respuesta del mundo ante semejante horror fue inmediata y ninguna fue más importante -dejando de lado a la propia Israel- que la de los norteamericanos, históricamente los principales aliados del estado Judío.

Como ante cada hecho relevante, los yanquis hicieron varias encuestas, cuyos números a grandes rasgos coincidían: 50% de los norteamericanos estaban completamente a favor de una acción militar en contra de los terroristas palestinos, 20% estaba al menos parcialmente de acuerdo, 21% no tenía opinión y solo 8% estaba en contra. El apoyo irrestricto era mayor entre los votantes Republicanos (68%), que entre los Independientes (45%) o los Demócratas (38%) y entre los mayores de 65 años (81%) que entre los menores de 34 (27%).

Del lado israelí algo más de 250 soldados murieron en combate y 1.490 fueron heridos. Del lado palestino, si bien los números del Ministerio de Salud están lejos de ser confiables, unas 32.490 personas murieron. De estos, 14.280 niños, 9.340 mujeres (no combatientes) y unos 8.870 hombres adultos (no distinguen combatientes de civiles), con más de 74.500 heridos. A mediados de febrero, la gente de Hamas reconocía haber perdido unos 6.000 “soldados”, mientras el IDF (Fuerzas de Defensa Israelíes) habla de 11.500 a 13.000 guerrilleros eliminados.

Estos números bastan -este no es un comentario sobre la barbarie de la guerra- para entender que está pasando y cómo por primera vez en su historia, Israel está perdiendo la “batalla mediática”.

Según Gallup -encuesta del 1 al 20 de marzo- solo el 36% de los norteamericanos aprueban ahora la acción militar de Israel sobre Gaza con el 55% en contra (9% sin opinión). Entre los Republicanos, el 64% esta a favor, entre los Independientes el 29% y entre los Demócratas el 18%.

Hasta aquí, el cambio en la opinión pública norteamericana respecto a Israel no ha golpeado de manera significativa la figura del presidente Joe Biden, cuya gestión recibe una aprobación del 40%, esto es tres puntos más que en octubre, si bien su manejo de la situación en Medio Oriente es uno de sus puntos más flacos (47% de los Demócratas, 21% de los Independientes y 16% de los Republicanos, la apoyan).

Esto explica el giro que ha venido teniendo la administración Biden -al menos de la boca para afuera- desde el 8 del mes pasado, que este lunes alcanzó un pico cuando EEUU decidió abstenerse en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, con la cual la moción Yemení llamando a un cese del fuego inmediato durante Ramadan -del 10 de marzo al 9 de abril- y que además no condena a Hamas, fue aprobada.

No es que la resolución vaya a tener ningún efecto práctico, pero hasta ahora Biden siempre frenó cualquier propuesta que pueda afectar a Israel. Lo que vimos es una clara señal de lo que está por venir a medida que nos acerquemos más a las presidenciales del 5 de noviembre, con un Joe Biden que deberá mostrarse cada día más duro frente a Israel -si quiere aglutinar sus bases- y un Donald Trump que se cargará la mochila proisraelí.

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