En película estrenada recientemente en Netflix, La Sociedad de la Nieve, pueden verse muchas de las consecuencias peligrosas de sufrir un accidente y verse abandonado a gran altura a bajas temperaturas.
Soledad, desnutrición y deshidratación son solo detalles que pueden sufrir los montañistas en contextos adversos. Sin embargo, en el caso de la película no eran andinistas, sino jovencísimos jugadores de rugby, junto a sus familiares y amigos. Lo que hizo la situación mucho más difícil llevándolos incluso a perder la cabeza. Tal fenómeno es conocido como “psicosis de alta montaña” y ya se han documentado muchos casos al respecto.
Una de las personas que mejor logró describir estas alucinaciones fue el montañista y médico esloveno Iztok Tomazin, quien cuenta que al subir a la cumbre de una montaña como facultativo de un equipo de escaladores, comenzó a sentirse mal. Fue en el momento en que vio a unos guías que le decían que saltara en caída libre hacia un lugar seguro, 2.000 metros más abajo. Tomazin estaba decidido a saltar, ya que era la única manera de poder estar mejor. Afortunadamente, se percató justo a tiempo de que esos hombres solo estaban en su imaginación. Si hubiera saltado, habría muerto por el impacto.
Tomazin nunca pudo explicar con exactitud qué le pasó. Tanto él como otros profesionales sospecharon inicialmente que la psicosis de alta montaña podría estar relacionada con el mal de altura. Un mal que, por cierto, sufrió el propio director de La Sociedad de la Nieve antes de rodar la película.
Pero Iztok Tomazin no es el único alpinista que contó su experiencia. Es también famoso el caso de Fernando Garrido, quién en 1986 pasó 62 días en la cumbre del Aconcagua, a casi 7.000 metros de altura.
En su diario del viaje, él contó que en el día 54, al despertar, vio junto a su carpa a su hermano. Fernando corrió a llamarlo para que entrase con él, pero se dio cuenta de que estaba muerto. Una dura escena que, en realidad, solo estaba en su cabeza. En realidad no había nadie con él.
Este tipo de fenómeno puede experimentarla cualquier montañista, aunque esté en grupo, como en La Sociedad de la Nieve, o en personas que escalaban solas. Tampoco parece tener relación con enfermedades mentales previas. Hay que tener en cuenta que la psicosis de alta montaña suele desaparecer en cuanto el afectado desciende, y no deja secuelas.
