Economía

Qué dicen los testimonios de la dolarización en el exterior que refuerzan la experiencia argentina

El caso de Ecuador es más cercano a la realidad argentina, mientras que el de Zimbabwe está lleno de advertencias y promesas, según un informe.

Ecuador y Zimbabwe tomaron por el camino de la dolarización y sus ciudadanos brindaron datos actualizados para la Argentina, que en la década del 90 experimentó la convertibilidad.

Según la agencia de noticias Reuters, los dos países mencionados ofrecen una lección y advertencias para la Argentina, en caso de que siga idéntico camino. 

La dolarización o la opción parcial de una vinculación al dólar generalmente se activaron como una última opción para controlar la hiperinflación y la pérdida de confianza en la moneda local, explicó un informe del medio apuntado.

Zimbabwe abandonó su moneda en 2009 para combatir la hiperinflación y optó por un sistema multimoneda centrado en el dólar  estadounidense.

El gobierno reintrodujo la moneda local en 2019, pero perdió valor rápidamente y la mayoría de las transacciones se realiza actualmente en dólares.

La historia de la dolarización de Zimbabwe está tan llena de advertencias como de promesas ya que mucha gente vio cómo sus ahorros se borraban cuando se adoptó el dólar en 2009, informó el medio con sede central en Londres.

“Nos despertamos y ya no había nada en la cuenta. Esto incluía mi seguro de vida y asistencia médica. Todo se acabó en sólo un día. La  dolarización acabó con todo lo que había ahorrado”, declaró Reuters Bongiwe Mudau.

El testimonio de una mujer de 47 años, madre de tres hijos, se complementó con su visión de ama de casa cuando remarcó que esa dolarización finalmente llevó estabilidad a los precios.

Desde 2008, cuando los precios se duplicaban casi todos los días -una de las mayores hiperinflaciones jamás registradas-, los precios cayeron un 7,7% en 2009, según el Fondo Monetario Internacional.

“Por primera vez en años pude elaborar un presupuesto con el claro entendimiento de que los precios no cambiarían. Teníamos una apariencia de orden en la economía”, explicó Mudau.

Zimbabwe planea permanecer dolarizado hasta 2030, creando estabilidad en los mercados y en las calles.

Moses Mhlanga, de 50 años, un vendedor ambulante de Harare que vende dulces y bocadillos, explicó que conseguir dólares había sido difícil para algunos trabajadores informales, aunque apuntó que la situación estaba mejorando.

“Para algunos de nosotros no había ninguna fuente de dólares estadounidenses. Tuvimos que buscarlos. Fue difícil. Las cosas están  empezando a cambiar ahora porque estamos acostumbrados a la moneda y podemos encontrarla en todas partes”, explicó Moses, padre de cinco hijos.

Sin embargo, hay escasez de billetes pequeños, lo que no es infrecuente en economías amigas del dólar, porque son caros de transportar y eso significa cierta pérdida de ingresos, remarcó la agencia.

“Esto dificulta las transacciones, especialmente en la calle. Perdemos clientes porque no hay cambio”, afirmó Mhlanga.

El informe recuerda cómo comenzó y terminó la convertibilidad peso-dólar de 1 a 1 en la Argentina, que rápidamente redujo la alta inflación, pero fracasó cuando los desequilibrios económicos hicieron que la vinculación fuera insostenible.

El final estuvo signado por el “corralito” (medida que impidió a la gente accedeer a sus ahorros o la conversión forzosa de sus dólares en pesos), que provocó semanas de disturbios en 2001 y 2002, inestabilidad política y la peor crisis económica del país, al menos en el siglo XXI.

Tras citar testimonios de los nostálgicos de la convertibilidad, Reuters describió la experiencia de Ecuador, citada como más cercana a la realidad argentina actual.

Durante los cinco años anteriores a la dolarización en 2000, la medida mensual de inflación anualizada promedió 33% en Ecuador.

Después de la dolarización, cayó rápidamente y ese índice en la actualidad promedia el 1,54%.

“Era la mejor solución para nosotros en un momento en que Ecuador estaba económicamente en una mala situación”, analizó Wilson Andrade, un jubilado de 72 años, en las calles de Quito.

El ciudadano añadió: “Con nuestra moneda local no podíamos comprar nada, era muy caro adquirir cosas, entonces la dolarización… permitió que la gente tuviera mayor seguridad en sus compras”.

Juan Carlos Villota, un mecánico de 37 años, recordó que una serie de devaluaciones a fines de la década de 1990 provocó emigración y  mucho dolor a las familias ecuatorianas. Entonces respaldó la dolarización como una forma de controlar la volatilidad económica.

 

(Con información de Agencia NA)

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