PortadaSociedad

Una ley que busca regular la seguridad privada en Mendoza duerme el sueño de los justos

La norma busca profesionalizar una actividad que va cayendo en la informalidad cada vez más.

La seguridad privada en Mendoza es un verdadero quilombo. El término no parece el más adecuado a la hora de referirse a un tópico tan delicado, pero no hay otro que quepa mejor.

Podría parecer un tema menor, reducido a quienes abrevan en aquel ámbito, pero no. Se trata, ni más ni menos, que de la seguridad de la provincia, “regulada” por una actividad que hoy en día ostenta un nivel de informalidad que abruma.

A causa de diversos motivos: la ausencia de una ley que se adecue a los tiempos que corren, la existencia de cooperativas creadas para brindar ese servicio y, lo más dañino, la creación del “vigilador monotributo”, una figura relativamente reciente.

Todo ello conspira a la hora de profesionalizar una fuerza que debería actuar acorde a la realidad actual, donde la inseguridad denota un crecimiento exponencial.

Existe una solución a todo ello: una ley que impulsan un grupo de empresas de seguridad privada, pero la política se niega a avanzar en su sanción y posterior reglamentación. Aún cuando sería la eventual solución al quilombo de estas horas. La norma se puede ver completa al pie.

 

Haciendo historia

La primera empresa de seguridad privada de la provincia fue creada en los años 70. Se llamó Alerta. En aquellos días, quien habilitaba las firmas del rubro era el jefe de policía de turno.

Para los años 80 ya había 20 empresas y, en 1996, se armó la primera ley de seguridad privada de Mendoza, la 6441. Fue una norma pionera, que fue copiada luego a nivel nacional e incluso en otras provincias del país.

Ya entonces había cierta competencia desleal por parte de puntuales cooperativas, que estaban eximidas de la burocracia y regulaciones que sabe limitar hasta el día de hoy a las firmas del ramo.

Ciertamente, los empresarios privados consideran que la cooperativa es un “fraude laboral” contra el cual no pueden competir. Y si ello no fuera suficiente, apareció en los últimos tiempos otra figura que los complica, el “vigilador monotributo”.

Se trata de un invento peor que el de las cooperativas, porque este ni siquiera tiene estructura que respalde nada.

En el marco de esa competencia desleal, hay un universo de 15 mil vigiladores que, como se dijo, carece de profesionalización. Para entender la proporción, basta saber que la policía no llega a los 9 mil uniformados en total. Todo un dato.

Artículos Relacionados