Christian SanzPortada

🤢 Cortocircuitos, sospechas y política sucia: severa crisis en el partido Verde de Mendoza

El cruce entre Mario Vadillo y Omar De Marchi expuso una trama de desconfianza que complica al espacio de Emanuel Fugazzotto y promete implosionarlo.

En estas horas, en medio de la usual la modorra mendocina —exacerbada por el fin de semana largo—, en el seno del Partido Verde empieza a asomarse una elocuente crisis, que aún permanece en ciernes pero está a punto de estallar.

El disparador de la misma se dio el pasado 6 de mayo en el marco de la Fiesta de la Ganadería de General Alvear, cuando Omar De Marchi dijo que Mario Vadillo era “socio” del oficialismo provincial.

Puntualmente, el líder de La Unión Mendocina acusó al hoy presidente del Partido Verde de ser un “corruptito de medio pelo” y un “chanta pagado” por el oficialismo con “100 razones”. En el imaginario popular ello se tradujo en 100 millones de pesos.

Lo sucedido generó un verdadero temblor, que no se sintió en el momento pero que luego agrietó los cimientos del espacio color esperanza. A su vez, las miradas de desconfianza se empezaron a hacer visibles entre sus miembros.

¿Hubo dinero en serio o fue solo un rumor? ¿Son apenas chicanas de campaña? ¿Por qué De Marchi haría semejante acusación pudiendo apelar a otro tipo de señalamientos? Las preguntas se acumularon al paso de las horas y nadie logra responderlas aún con precisión.

Se suman otros interrogantes: ¿Por qué Vadillo rompió los puentes con De Marchi de un día para otro? Más aún: ¿Quién insufló sus críticas tan furibundas como repentinas contra el líder de LAUM? Puro misterio.

El más atribulado en estas horas es Emanuel Fugazzotto, hoy diputado provincial por el Partido Verde y factotum del movimiento Verde en la provincia. La angustia por lo sucedido lo ha llevado a lugares cercanos a la depresión. Durante casi dos semanas.

“No sé qué pensar ni qué creer”, les dice a sus íntimos. Los pocos en los cuales confía. Luego, descree de todo y de todos. Le llegan versiones de diverso tenor, y las escucha en silencio. No opina ni responde, pero las acumula. Todas.

Y aunque no lo dice, le preocupa la errática actitud de Vadillo, quien se ha tornado un perfecto desconocido para él. Hace días que no hablan, siquiera por teléfono.

Fugazzotto sospecha de su actitud, cada vez más “unitaria” en la construcción de poder en la provincia. ¿Qué significa ese comportamiento? ¿Por qué ocurre todo esto de pronto? Son las preguntas que se hace el joven diputado, a la sazón flamante abogado.

Y piensa en el futuro: ¿Qué se hace en casos así? ¿Cómo proceder ante la inquietante sospecha? Se lo pregunta a su familia, en la que se refugia. A nadie más. No quiere hacer olas, más aún en época electoral. 

Pero la crisis está ahí, a la vista. Y atormenta a algunos de los militantes del Partido Verde, que son acusados de haber pactado con el cornejismo para pegarle a De Marchi. “En todo caso, el que pactó fue Vadillo, y si hubo plata se la quedó él”, dijo a Diario Mendoza Today una joven militante de ese espacio ante la pertinente consulta.

Otro informante añadió, para tranquilizar: “Vadillo no tiene autoridad para realizar frentes o acuerdos políticos, para hacerlo se neceditan 3 firmas de 4 apoderados. Los otros tres son Emanuel, Juan José Fugazzotto y Marcelo Romano“.

No obstante, desde el sector de Alfredo Cornejo celebran lo sucedido. Hacen honor a la frase: “Divide y reinarás”. Y se encargan de no desmentir el presunto aporte dinerario. Las “cien razones”. Tampoco la confirman.

Sea como fuere, haya existido o no la compra de la voluntad de Vadillo, el daño ya está hecho. Se asemeja a la infidelidad dentro de un matrimonio. La mera sospecha destruye todos los cimientos de la pareja y la desconfianza se vuelve rutina.

Es lo mismo que ocurre en el Partido Verde en estas horas. Hubo buenos momentos, sí, pero ya nada será lo mismo. Podrá haber sonrisas y gestos de compromiso, pero las fisuras ya no pueden esconderse. Están demasiado a la vista.

Como dijo alguna vez el célebre escritor británico James Howell, “es una regla en la amistad que cuando la desconfianza entra por la puerta, el afecto sale por la ventana”.

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