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Los insoportables obstáculos a la hora de hacer periodismo independiente en Mendoza

Por Christian Sanz, director periodístico de Diario Mendoza Today.

Los medios de comunicación tenemos una función fundamental, que es la de informar. En Mendoza y en todo el mundo.  

Los periodistas tomamos los hechos relevantes de la realidad y los decodificamos para que los ciudadanos puedan tomar sus decisiones a diario. ¿Cómo va a estar el estado del tiempo? ¿Dónde cortarán el agua? ¿Y la luz? 

Desde lo más trivial, hasta lo más complejo, el periodismo intenta brindarle a la gente un panorama amplio y honesto para que sepa dónde está parada. No es demasiado complicado de entender.

Uno es el intermediario entre los hechos y las personas. Por eso, nos conocen como “medios” de comunicación.

Requiere alguna expertise hacer un diario: buenas fuentes de información, saber elegir qué es lo más relevante (y lo menos) para darle un orden, relatarlo de manera sencilla de entender, etc…

Es un trabajo hermoso, bien cuidado: saber titular, elegir la mejor fotografía, dar contexto a la información. Cuestiones que, más temprano o más tarde, se adquieren. Sobre todo para aquellos que trabajamos tantos años en reputadas redacciones.

Lo más complicado es lo otro, lo que no se ve: las presiones de la política, los anunciantes, los amigos y conocidos. Los dueños de grandes medios suelen sucumbir ante esos aprietes, básicamente porque no saben nada de periodismo.

Dicho sea de paso, suelo decir que el gran problema hoy en día es que la prensa es manejada por empresarios, no por periodistas. Tipos que no saben siquiera lo que es una noticia.

Mendoza es el caso más emblemático al respecto: los dueños de todos los grandes medios son hombres de negocios, muchos de ellos con curros extra periodísticos, como la obra pública, u otros.

Entonces, no solo no saben informar sino que usan sus medios para extorsionar y conseguir jugosos contratos con el Estado. Ninguno zafa.

Ello provoca que se desvirtúe el papel de la prensa en Mendoza. Los anunciantes pautan, no ya para promocionar sus productos, sino para no ser criticados por esos medios. Lo mismo hacen los políticos mendocinos. Una conducta que nada tienen que envidiarle a la mafia.

Lo grave es que aquella actitud les da ínfulas a los referentes locales para apretar a los medios, echándoles en cara que les deben lealtad por haberles “regalado” pauta oficial.

Se trata de una afirmación de una ignorancia supina: ¿O acaso no es obvio que la publicidad del Estado sale del bolsillo de los que pagamos impuestos?

En lo personal, no carezco de ese tipo de aprietes. Todo el tiempo se producen. De gente de la política, de los anunciantes, de amigos, de conocidos, incluso de gente que desconozco.

Son docenas de llamados por día, que respondo con una amabilidad que sorprende a mi bella esposa Eliana Toro.

Siempre explico lo mismo: no tengo animosidad personal, ni escribo cosas porque se me da la gana, sino que me cuido de chequear todo antes de publicarlo, sobre todo porque soy el periodista más querellado de la Argentina. Incluso ofrezco derecho a réplica. Pero nunca funciona la explicación.

Los tipos insisten con que “baje” tal o cual nota. Primero argumentan que es falsa, luego, cuando les demuestro que no lo es, apelan a la amenaza de quitar la pauta; cuando los invito a hacerlo, se refugian en la sensiblería berreta: me hablan de que tienen familia y que los afecta en lo personal, y la mar en coche. Es insoportable realmente.

Lo más triste es que no zafa nadie: me llaman radicales y peronistas, y de los otros. Y siempre la secuencia es idéntica. Cuando ello se hace insistente y ya no tolero más, termino con la misma frase: “No me rompas más las pelotas”.

Esta misma semana me pasó con el “prensero” de un mediático intendente mendocino, que me pidió “bajar” una nota porque deslizaba una crítica hacia el mandatario en cuestión. Una valoración al pasar, muy menor.

Antes de putearlo, le expliqué: “Si no se puede hablar de manera crítica de tu jefe, sáquenme la pauta por favor. Ni a ustedes ni a mí nos sirve un diario que haga silencio sobre aquellos que le ponen publicidad. La gente mastica vidrio, pero no lo traga”.

También le expliqué lo obvio: “El problema no soy yo, yo solo soy un mensajero, el problema es tu jefe que se manda todas las cagadas habidas y por haber. Si hiciera las cosas bien, no tendrá críticas”.

El “prensero” tragó saliva, me pidió disculpas y juró que finalmente no se retiraría la respectiva pauta. Prometió incluso no volver a llamarme.

Lo aquí relatado no es nada periodístico, ni mucho menos. Es una subjetiva catarsis que tenía ganas de hacer para mostrar mi hartazgo ante este perverso sistema que funciona en Mendoza, permitido por la política y los medios.

Unos y otros se avergüenzan por ser parte de esa maquinaria, por eso callan al respecto. Pero lo sostienen en el tiempo.

Entretanto, le hacen un daño superlativo a la sociedad, porque no le permiten estar informada como es debido, y con ello le coartan la capacidad de tomar buenas decisiones.

En concreto: ¿Quién, aparte de Mendoza Today, está contando acerca del choreo en Guaymallén? ¿Qué otro medio se ha metido hasta las narices con los escándalos en Las Heras en 2021, cuando nadie más lo hacía? ¿Alguien más ha revelado la incesante corrupción en San Rafael?

No se trata solo de esos departamentos: desde este diario hemos revelado desaguisados de casi todos los distritos mendocinos. Por no decir “todos”.

Pero, ¿quién más lo hace? ¿Quién se anima a no sucumbir a la plata de la pauta y contar las cosas como son? La respuesta está a la vista.

Será cuestión de volver a recordar lo que dijo alguna vez Horacio Verbitsky, cuando aún era periodista: “Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa; el resto es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio y, por lo tanto, molestar“. Más claro, echarle agua.

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