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Duro diagnóstico de Víctor da Vila sobre el 17 de octubre: la situación económica en el país y el derrotero mendocino

"Es necesario un nuevo movimiento popular", sostiene el referente del Partido Obrero.

La columna es de ayer lunes, Día de la Lealtad peronista, pero merece leerse de todos modos. La escribió Víctor da Vila, referente del Partido Obrero de Mendoza. Allí, el hombre hace una dura crítica a la realidad provincial y nacional. A continuación, la misiva completa:

Hoy es el día de la lealtad peronista. Con actos en diversos puntos del país la plana mayor del PJ tuvo su festejo en forma dividida y sin la participación del presidente en ninguno. Es verdad que no es el primer 17 de octubre que el PJ se muestra dividido pero esta vez se trata de la división de la coalición gobernante a meses de la próxima elección presidencial.

El contraste con lo que ocurre en los barrios populares, las fábricas, las fincas y bodegas es total. La heladera vacía, el miedo a perder el trabajo y los salarios de miseria anulan cualquier festejo.

¿Qué puede festejar el pueblo trabajador si el gobierno “nacional y popular” aplica un ajuste brutal, para cumplir con las exigencias del FMI y del gran capital? Para esto no se priva de ningún método, como los desalojos violentos de quienes reclaman un techo, por ejemplo, en Guernica o la persecución y represión a los pueblos originarios en el sur. Ni siquiera es seguro ir a ver un partido de fútbol como Gimnasia-Boca. Tampoco se privan del macartismo y la estigmatización como intentaron hacerlo con los obreros del neumático que cometieron el “crimen” de reclamarle a las multinacionales un aumento que le gane a la inflación y tener el fin de semana con la familia.

La lealtad del PJ es con las abultadas dietas que cobran como funcionarios y con los reclamos del FMI. Sin distinción la “pelea de campos” o la “contradicción principal” se resolvió hace rato a favor del gran capital y los sectores conservadores. El resto es solo relato.

 

Los objetivos del Peronismo

Perón fue muy claro en sus objetivos estratégicos: conquistar la independencia nacional mediante el desarrollo de un empresariado nacional fuerte que le disputara de igual a igual a las multinacionales del imperio. Perón se proponía un desarrollo nacional de contenido capitalista.

Los planes de desarrollo nacional tuvieron muchas vueltas en la búsqueda de un equilibrio con el imperialismo. Ese intento de independencia nacional terminó en fracaso cuando el imperialismo y la derecha orquestaron el golpe del 55. Perón claudicó en nombre de “evitar un baño de sangre”, que finalmente se produjo de todos modos.

Las experiencias más recientes solo fueron un espejismo de las tentativas pasadas. Chávez y Kirchner, por tomar solo dos ejemplos, no modificaron una coma de las estructuras sociales de sus países solo se limitaron a “políticas sociales” con una mayor porción de la renta petrolera y de los commodities agrarios. Claro, en fricción con el imperialismo, pero no en un enfrentamiento, pues el intento de convivencia de “dos modelos” terminó como todos podemos ver hoy.

La experiencia reciente es muy pedagógica: la idea de impulsar una burguesía nacional fuerte alcanzó solo para la aparición de los Lázaro Báez, Cristóbal López, Rudy Ulloa y Enrique Eskenazi.

 

Los muchachos peronistas

Todas las fracciones del PJ cierran detrás del acuerdo con el FMI, que presiona para la instalación de la megaminería de bandera extranjera, para ajustar salarios y jubilaciones.

Los muchachos le han dado el control de los puertos a multinacionales y, como si fuera poco, le han otorgado un dólar especial a la “oligarquía sojera”. Muy lejos del control del comercio exterior.

Recordemos que fueron gobiernos peronistas los que privatizaron los F.F.C.C., SOMISA, todos los servicios…

Los especuladores viven una fiesta con distintos títulos, bonos y letras. Se privatizó YPF, Aerolíneas Argentinas y las jubilaciones, para luego establecer nacionalizaciones truchas que significaron un jugoso rescate al capital, que las había comprado por monedas.

El PJ le quiebra las piernas al pueblo para luego darle muletas y decir que son la solución a la quebradura.

La tregua que están garantizando la CGT, la CTA y los movimientos sociales oficialistas es el último fusible del gobierno para hacer pasar la política del FMI y el gran capital.

Nunca jamás en la historia nacional han estado tan de espaldas de los “cabecitas negras”.

 

Es necesario un nuevo movimiento popular

Ningún sector político del país duda de la necesidad de medidas de fondo, de un profundo cambio de la economía y el régimen político de nuestra nación.

El gran problema es sobre qué sector social se apoya esas reformas y qué contenido social deben tener. En este punto el alineamiento con el FMI o contra su política de ajuste al pueblo es determinante.

Se garantiza la rentabilidad de los grandes bodegueros, de las constructoras, de los banqueros y especuladores, de las privatizadas de servicios, de las multinacionales de la alimentación con reformas laborales, la destrucción de las jubilaciones y la reducción del gasto fiscal como propone el FMI o se defiende el salario, se pone en marcha un plan de obra pública para la urbanización y construcción de viviendas, se termina con la especulación financiera y se nacionaliza la banca, se nacionalizan los servicios para garantizarle a la población el agua, la energía eléctrica las comunicaciones y el transporte, se desarrolla la industria alimenticia para terminar con el hambre.

Impulsamos la más amplia movilización de los sectores populares. Es por esto que venimos recorriendo el amplio territorio mendocino para difundir la idea de que una salida en términos populares sólo puede ser impulsada por una fuerza que se apoye en el sector social que genera las riquezas: los trabajadores.

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