“No lo puedo creer”: el alcanzapelotas de River al que Julián Álvarez le regaló su camiseta del hat-trick

Vivir la experiencia de ser alcanzapelotas de la Primera División es uno de los objetivos de los chicos de divisiones menores en su etapa de formación. Estar al lado de los ídolos, que apenas los separe un cartel y en cierta forma que ellos dependan de su eficacia, es un combo ideal. Pero el perfecto, el que le pasa a uno pocos, le tocó a Agustín Balzame, quien el domingo vivió su tarde soñada junto a Julián Álvarez.

Es que el goleador nacido en Calchín, Córdoba, le chocó los cinco en la celebración de su tercer gol a San Lorenzo, aunque eso no sería todo. Es que cuando los jugadores se reunieron a abrazar al Araña en cercanías de la posición de Balzame, lo invitaron a celebrar con ellos, tentación que descartó con total madurez, por temor a recibir una reprimenda.

Ante esto, fueron los futbolistas de River quienes se acercaron a él para celebrar juntos un triunfo fundamental. ¿Algo mejor podía pasarle al alcanzapelotas? Sí, claro: que Julián Álvarez le concediera su pedido y le regalara su camiseta del hat trick.

Y así lo contó en ESPN el juvenil que se desempeña como lateral derecho:

• “Julián me dio la mano y después se juntaron todos los jugadores. Ahí Enzo Fernández me hizo el gesto de que fuera a festejar con ellos y yo no fui por si me retaban, entonces le digo que no puedo y ellos se acercaron y me abrazaron a mí”.
• “Los abracé como si fuera el últimos abrazo de mi vida”.
• “Le dije Julián que por favor me regalara su camiseta. ‘Te pido por mi vieja, dame la remera’, le dije”.

• “No lo puedo creer, estoy muy emocionado”.
• “Cuando me dio la camiseta le agradecí, lo abracé, le dije ‘muchísimas gracias, te amo’”.

Agustín también habló con el programa ¿Cómo te va? y contó que el domingo fue su primera vez como alcanzapelotas:

• “El domingo estuve por primera vez de alcanzapelotas en River. Viví algo único, traté de disfrutarlo al cien por cien y mientras la hinchada cantaba yo cantaba”.
• “Cuando terminó el partido me fui a la pensión. Estaba contento pero con un sabor amargo porque no tenía la camiseta y pensaba que se había olvidado, pero al rato me llaman que estaba el utilero con la camiseta”.