Christian SanzPortada

Cristina, Alberto y un discurso de barricada que marca lo berreta que será la campaña

En primera persona.

Ninguna idea, ninguna propuesta concreta sobre cómo sacarán al país del desastre en el cual está sumido. No solo a nivel sanitario, sino también —sobre todo— a nivel económico.

Los discursos de Alberto Fernández y Cristina Kirchner solo se dedicaron a hablar sobre el macrismo, el poder de los medios y recordar a Néstor Kirchner como si hubiera sido un prócer.

La primera en pronunciarse fue la vicepresidenta, con un tono inusualmente duro: “Alberto, vos tranquilo; poné orden en lo que tengas que poner orden, no te pongas nervioso, y metele para adelante”, le dijo al presidente de la Nación. Aquel al que que ungió oportunamente a través de un tuit y al que sigue demostrándole que es la que manda.

Refería con esas palabras al escándalo aún en ciernes sobre las fotos en Olivos. Que, hay que decirlo, no fueron parte de ningún “error”, sino que se trató de un delito. Una violación al Código Penal puntualmente. Que tiene a mal traer a cientos de ciudadanos que también violaron las restricciones.

Es curioso, porque no solo han avanzado en minimizar lo ocurrido, sino que en las últimas horas tuvieron el tupé de negarlo. Como si nunca hubiera sucedido.

Y decidieron poner el foco en la presidencia de Cambiemos, como si eso convirtiera el delito en virtud. Como si pudieran transformar el agua en vino.

Pero no. Porque los milagros solo aparecen en la Biblia. Y cualquier cosa mala que haya hecho Macri no los hace mejores.

¿El expresidente hizo un pésimo acuerdo con el FMI? Sí, es verdad. ¿Y? ¿Qué tiene que ver eso con la joda en Olivos? Dicho sea de paso, el escándalo está a punto de escalar, porque hubo otros encuentros en el mismo lugar. Tan o más polémicos que el que trascendió.

Ello tal vez explique el hecho de que el jefe de Estado se haya anticipado a lo que podría venir con una frase que pronunció ayer nomás en La Matanza: “Me encuentro con funcionarios, con gente que me necesita, con amigos y amigas”. Por las dudas, contraatacó: “Pero no me encuentro con empresarios a los que le doy ventajas y negocios del Estado”. Sí, hablaba de Macri.

Está claro que el tono discursivo que ha decidido impregnar el Frente de Todos es el mismo que supieron ostentar al comienzo del gobierno de Néstor Kirchner. Cuando vinieron en pos del “vamos por todo”.

Es probable que por ello mismo Cristina haya decidido mencionar a su marido una y otra vez en el acto de este martes. Aclarando que ambos siempre fueron peronistas. Con culpa, claro.

Porque ni uno ni otro fueron jamás peronistas. Todo lo contrario. Han denostado a ese movimiento a más no poder. Ninguneando sus símbolos incluso.

¿Por qué, sino, utilizan sellos como el Frente para la Victoria o el Frente de Todos? ¿Por qué no usar el del Partido Justicialista?

Todo en el kirchnerismo es farsa y manipulación. Apelando siempre a las mismas falacias: los medios, los jueces, la oposición, los empresarios. Como si ellos desde el Gobierno no tuvieran ahora mismo la suma del poder público.

Por eso, cuando hablan de pobreza a un público plagado de pobres, en un país donde el peronismo gobernó 26 de los últimos 38 años, la hipocresía se vuelve superlativa.

Sobre todo cuando la vicepresidenta vive en el lugar más granado de la Recoleta, con una fortuna que no puede explicar. Portando un Rólex Presidente en la muñeca.

El presidente no es menos: vive en Puerto Madero, en la casa de su propio testaferro, Enrique Albistur, cuya pareja, Victoria Tolosa Paz, es la principal candidata a diputada por la provincia de Buenos Aires. Por aquello de que “favor con favor se paga”.

Como sea, hay que reconocer que el acto de hoy fue revelador, porque dejó en claro cómo será la estrategia de los K. Básicamente mirar al pasado, jamás al futuro. Ni tampoco hacerse cargo de nada.

El propio Alberto dejó una frase antología en aquel acto: “En los dos años que vienen voy a poner todo para que la Argentina esté de pie”. Ello dejó abierto un interrogante incómodo, ¿por qué no lo hizo antes? ¿No sabía o no quería? Cualquiera de las dos respuestas esconde algo de perversidad.

A esta altura no merece aclararse que esta última es una de las características que describen al kirchnerismo.

Por si alguno desconoce de qué se trata, se regalan las dos definiciones de “perverso” de la Real Academia Española:

1. Sumamente malo, que causa daño intencionadamente.

2. Que corrompe las costumbres o el orden y estado habitual de las cosas.

Se puede elegir la que más se prefiera. Ambas encajan perfectamente.

Cristina respaldó a Fernández y apuntó al macrismo: ¿Qué república era esa? República de morondanga”

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