Christian SanzPortada

Se agiganta la grieta: el regreso ¿triunfal? de Aníbal Fernández

Estoy donde me necesiten”, disparó Aníbal Fernández hace exactamente un año. Como quien no quiere la cosa. Como si no supiera que los discursos en la política son analizados milimétricamente.

Repitió la misma frase en estos días, luego de su errática defensa a Alberto Fernández, por el escándalo de las fotos en Olivos.

Por eso, no se trata de comentarios “al pasar”, sino que fueron bien estudiados.

Porque el otrora lenguaraz jefe de Gabinete de Cristina Kirchner ya no quiere ser un gris interventor de Yacimientos Carboníferos Río Turbio, cargo desde el cual poco y nada puede tejerse en política.

Aníbal busca más protagonismo, como en el pasado. Un cargo que le permita “mojar” dentro del mundillo político vernáculo.

Se lo refiere a sus íntimos. Una y otra vez. Jura que se siente testigo de una película de cual quiere ser protagonista. Al menos “de reparto”. En momentos en los cuales, según él mismo, hace falta “dejar de ser tibios”.

Su irrupción llega en medio de la disputa entre “halcones” y “palomas”, que divide a albertistas y cristinistas cada vez más.

En ese contexto, Aníbal decidió reaparecer en público. Y lo hará más y más seguido, porque quiere ganar protagonismo.

En realidad, no es nada nuevo. En enero de este año ya había mostrado sus intenciones ante una consulta periodística: “Si en algún momento el Presidente me necesita, me buscará y estaré”.

Lamentablemente para él, el cargo que más ansía, el de jefe de Gabinete de Ministros, ya está ocupado por un íntimo de Alberto, Santiago Cafiero. Pero Cristina insistirá, y habrá que ver quién gana la pulseada finalmente.

Sea como fuere, lo que queda claro es lo que viene: la ampliación de la “grieta” a niveles hiperbólicos. Como en los viejos tiempos.

Presumiblemente también regresen los añejos negocios de Aníbal, siempre relacionados con el mundo narco y el crimen organizado. Pero eso está por verse.

Porque, como dijo alguna vez Karl Marx, la historia se repite dos veces; la primera en forma de tragedia y la segunda en forma de farsa.

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