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Análisis: un Milei más “moderado” que solo llamó “inútiles” a los senadores

Polémico, el presidente volvió a denostar al Estado, hablando de sus “garras”, sugirió comprar dólares y hacerlo en negro, para evitar pagar los impuestos que sostienen a esta administración, pero que a su juicio financian a aquellos que se aumentan el sueldo “de queruza”. Por José Angel Di Mauro.

Ante empresarios en el Foro Llao Llao, el presidente Javier Milei tuvo el viernes una mejor performance que el año anterior, cuando concurrió en el papel de candidato y cumplió un papel deslucido. Esta vez no se puede quejar de la recepción que tuvo de los empresarios. Y cuando habló de economía -que es de lo que más le gusta y sabe- se sintió a sus anchas. Lo cual no lo inhibe de pisar la banquina; ese día lo hizo otra vez. Por ejemplo cuando calificó de “héroe” a quien fuga divisas.

“El que fuga es un héroe, logró escaparse de las garras del Estado… Ustedes se ríen, pero yo lo veo así”, expresó, como siempre disruptivo y feliz por encontrar elementos para denostar a esa organización social de la que justamente es máxima autoridad. En tono coloquial, siguió bajando línea ante su platea empresarial: “¿Qué le recomendarías a tu cliente? Me pongo el traje de economista: comprá dólares. Eso después figura como fuga. Y la verdad que, si lo compran en negro, mejor, porque así no tiene que pagar un montón de impuestos estúpidos que hay, todo para financiar a los que levantan la manito y al que lo hace de ‘queruza’, para financiar a esos inútiles”.

Además de brindar recomendaciones reñidas con su investidura, fue la manera como Milei aludió al episodio protagonizado por los senadores el jueves, cuando en un rápido pero previsto movimiento se aumentaron la dieta.

“Esos inútiles” a los que así llama el presidente son los que dentro de quince días deberían estar debatiendo el proyecto de ley de Bases y el paquete fiscal, que Milei puso como condición tener aprobados antes del 25 de Mayo para firmar ese día -y solo en ese caso- el Pacto de Mayo con los gobernadores.

El ya dijo que no tiene confianza de que vayan a aprobarle lo que pidió, y hasta aclaró que “no importa” si pasa eso, pues lo intentará de nuevo en 2025, cuando tenga una mayoría de la que ahora carece. Dicho sea de paso: está bien que el mandatario se muestre optimista para las elecciones intermedias, pero por si lo cree en serio será mejor que le adviertan que por mejor que le vaya entonces, no conseguirá tampoco tener mayoría en el Congreso. Pero volvamos a la ley Bases: tanto le interesa realmente que en el Foro Llao Llao la mencionó 9 veces. También citó al mega DNU, que según sus palabras consideraron “inconstitucional” aquellos a los que definió como “los mayores abanderados de los curros”. Se refería a los senadores, convertidos desde el “dietagate” en los malos de la película.

Así y todo, el presidente se muestra un poco más sosegado con el Congreso. Al punto tal de haber tenido la deferencia de rectificarse el jueves en la red X luego de condenar a todos los senadores menos a los propios, para absolver a continuación también a los del Pro por no haber votado el aumento. Ese día al menos no tildó de ratas a los senadores; solo habló de “casta”.

Pudo haber ido más lejos, teniendo en cuenta que los senadores actuaron de esa manera precisamente para contestarle con munición gruesa a lo que consideraron una invasión sobre otro poder, por haber forzado el mes pasado no solo a retrotraer en ambas cámaras el aumento dispuesto en febrero, sino también hacer derogar la resolución que en 2012 suscribieron Julián Domínguez Amado Boudou para atar los sueldos de los diputados y senadores a los haberes de los trabajadores legislativos. Ese era un buen decreto, pues evitaba un desfasaje entre los legisladores de ambas cámaras, establecía parámetros razonables para disponer los incrementos salariales y evitaba sobre todo que fueran los propios diputados y senadores los que se asignaran a sí mismos lo que debían ganar.

El 22 de febrero pasado se había conocido el aumento para los legisladores, equiparado con los trabajadores legislativos: 28%. Con eso, la base salarial de un diputado nacional pasaba a ser de 1.984.000 pesos. El presidente se escandalizó y ordenó a los titulares de ambas cámaras dar marcha atrás con la medida. Victoria Villarruel esa vez se mostró remisa a hacerlo, aunque finalmente accedió.

Se sabía desde hacía tiempo que había intenciones de los legisladores de revertir esa decisión y solo buscaban la oportunidad, que se las dio el Gobierno cuando ascendió al vocero presidencial Manuel Adorni.

Eso motivó que se hablara del tema en la reunión de Labor Parlamentaria celebrada el día anterior a la sesión, aunque no se acordó entonces incluir el proyecto en el temario. De hecho, ni siquiera había un proyecto, que ingresó el mismo 18 de abril, con firmas de todos los bloques -salvo el Pro-, lo cual habla del amplio acuerdo político que existía. Suscribieron Juan Carlos Romero (Cambio Federal); Lucila Crexell (Comunidad Neuquén); José Mayans y Juliana Di Tullio (Unión por la Patria); Daniel Kroneberger y Pablo Blanco (Unión Cívica Radical); Carlos Espínola (Unidad Federal); Bruno Olivera (La Libertad Avanza) y Sonia Rojas Decut (Frente Renovador de la Concordia Social).

Los proyectos de resolución en general se votan a mano alzada, pues se descuenta que no tienen cuestionamientos. Eso era ese proyecto que dividió aguas respecto de quiénes lo votaron o no. Autoridad en la materia, la exdiputada Graciela Camaño dice que quien no está de acuerdo a la hora de votar a mano alzada “debe expresarlo a viva voz”, sino se cuenta a favor. Su colega Pablo Tonelli disiente: para él no levantar la mano “nunca” puede ser tomado como voto a favor. Como sea, en un caso tan polémico, aquellos que a partir de entonces se rasgaron las vestiduras rogando que no se les pague el aumento debieron haberlo expresado donde y cuando debían: el recinto y antes de que se votara. No en los medios de comunicación en los días sucesivos, o presentando notas y proyectos para revertir una decisión que está claro que no serán aprobadas, pues el jueves tuvieron 2/3 de los votos.

Ante tamaña repercusión negativa, cuesta imaginar que en lo inmediato la medida se replique en Diputados, pero Martín Menem ya tiene una fuerte presión de los jefes parlamentarios, tironeados a su vez desde sus bloques por cuanto con el millón setecientos mil pesos que perciben, la mayoría no puede venir todas las semanas a Buenos Aires y quedarse tres días, para trabajar como corresponde. Por más antipático que resulte, es así. No todos conservan sus trabajos anteriores, o tienen empresas o riqueza personal.

Tras cuestionar las formas utilizadas en el Senado -que calificaron como “votación de canuto”-, desde la Coalición Cívica el viernes pidieron discutir en serio las dietas, terminar con la discrecionalidad y establecer la dedicación exclusiva a la función, entre otros temas. Maximiliano Ferraro se quejó incluso del “uso cínico de quienes necesitan a ‘la casta’ como un enemigo permanente para justificar sus errores de gobierno”.

De hecho, más de un legislador consideraba después de semejante polémica por lo del Senado que el tema era utilizado por el Gobierno como “pantalla” para ocultar otras cuestiones, como los aumentos de rango y sueldo del secretario de Prensa Eduardo Serenelini, el Legal y Técnico Javier Herrera Bravo y la todopoderosa secretaria general de la Presidencia, Karina Milei. Pero sobre todo para alentar un “que se vayan todos” limitado al Parlamento, el ámbito donde precisamente La Libertad Avanza está más en desventaja y del que el Gobierno daría cualquier cosa por prescindir. A eso atribuyen que hayan sacado a todos “los tanques” a las redes y particularmente la prensa “adicta” se sumara en cadena a agitar el tema.

Esto sucede justamente cuando los proyectos de ley que se supone obsesionan al Gobierno entran en la recta final camino al recinto. Esta semana se procederá a hacer un tratamiento exprés de la ley de Bases y el paquete fiscal en las comisiones, para llevarlos al recinto el lunes y martes venideros. Si todo sale como estiman el oficialismo y los bloques dialoguistas, esos dos días serán suficientes para aprobarlos y hasta el 1° de Mayo sirve como dique de contención para evitar que el debate se extienda más de lo deseado. En la madrugada del Día del Trabajador, se espera que el proyecto tenga la ansiada media sanción y sea tiempo de que los senadores pasen por alto el calificativo de “inútiles” y completen el ciclo legislativo para que de una vez por todas Milei cuente con sus primeras leyes propias.

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