Marcelo López Masia

¿Estamos al principio o al final del ciclo kirchnerista?

Muchos creen que esto recién empieza y, por el contrario, yo creo que sólo comenzó la etapa final. ¿Por qué estar tan seguro de que la comparsa K va de salida? Aquí algunos puntos:

1) Se devoraron la “competitividad” lograda por el ex presidente Eduardo Duhalde, merced a poner a la mitad de la población bajo la línea de la pobreza, en el año 2002.

Luego de una devaluación monstruosa que nos ubicó como un país con salarios chinos, hoy todo se esfumó y la muestra más patética es la mayor fuga de palos verdes en la historia.

2) Se devoraron el superávit de caja y se cree que para el próximo ejercicio ya necesitarán varios millones de dólares para no quedar en rojo. Todo esto sin contar las pérdidas que tendrán en sus balances anuales casi todas las provincia argentinas.

3) Se devoraron el superávit comercial, al punto de que el próximo año (a pesar de las fuertes trabas impuestas a las importaciones) vamos a tener un resultado tirando a neutro por culpa del incesante crecimiento de las comprar del país al exterior y la posible caída de los commodities motivada por la nunca resuelta crisis internacional.

¿Es sencillo salir del presente “modelo”? Categóricamente no.

Deberían desmadejar una telaraña de subsidios al consumo energético, los transportes y cooperativas que ya supera los 30 mil millones de dólares (uno de cada cuatro pesos que ingresan a nuestras arcas).

Deberían frenar el creciente quebranto motivado por la importación de combustibles, ya que perdimos el autoabastecimiento energético.

Deberían tomarse medidas que se consideran “ajustes” y darían por tierra años de relatos oficiales.

Me tocó vivir ya en dos ocasiones (y aprender con sangre) que clavar un elemento tan vital como el dólar en la Argentina termina en catástrofe si uno mantiene este esquema rígido durante mucho tiempo.

La loca tablita de José Alfredo Martínez de Hoz, a fines de los años 70, trajo locura de consumo interno, viajes frenéticos al exterior y una debacle de los militares que terminó con la Guerra de Malvinas como “solución” para recuperar el apoyo perdido en una población que había ganado las calles y declaraba huelgas muy duras a la dictadura más cruel de nuestra historia.

Un déja vù fue el uno a uno menemista (alentado por una nueve fiebre de derroche) y terminó siendo el inoperante Fernando de la Rúa el que pagó los platos rotos por un esquema que estaba agotado varios años antes de su propia asunción como presidente.

Conclusión: las dos salidas de la estupidez marcada por el dólar barato, por los viajes del “deme dos” al extranjero, por la llegada de las grandes bandas de rock y por la inmigración descontrolada de cientos de miles de habitantes de países limítrofes que arriban para ganar salarios fuertes en dólares a la ciudad de Buenos Aires y el conurbano, fueron trágicas.

Una terminó en una guerra y la segunda en la peor crisis económica de 200 años de historia nacional. ¿Alguien cree que la salida del presente régimen suicida será suave?

A mis 58 años, me permito pensar que asistiremos a una explosión que puede ser devastadora, ya que los K van a negar todos los síntomas del descalabro que han cometido hasta el instante final.

Uno de los principales rasgos del kirchnerismo es su adolescente insensatez.

Ayer nos abrazamos a ella como si los últimos 50 años de historia no nos hubieran servido para nada.

Artículos Relacionados