Una inolvidable semana negra del oficialismo en el Congreso

Por más cenas con milanesas en la intimidad de Olivos, el Presidente no pudo contener a Mauricio Macri y el Pro comenzó a tomar distancia de un oficialismo al que ayudó hasta ahora en el Parlamento y al que no podrá reemplazar si las diferencias se traducen en ruptura. Por José Angel Di Mauro.

Despojada de ataduras institucionalesElisa Carrió volvió a su estado puro, y desde allí el viernes pasado lanzó un tuit que hizo carrera: “Adivina adivinador, ¿quién es más cruel con los viejos y los niños, Javier Mauricio?”.

Fue al día siguiente de la sanción de la Ley de Movilidad Previsional en el Senado, esa que el Presidente había adelantado que vetaría por ser producto de “degenerados fiscales”, cosa que ratificó ese mismo día bien temprano. “El veto será completo”, aclaró ante las dudas que habían surgido recientemente respecto de un veto parcial que atemperara los ánimos y no forzara al Congreso a redoblar la apuesta en breve.

Lilita contra Macri; Milei contra el expresidente; Bullrich contra Macri; Bullrich contra los senadores del Pro; el Presidente contra Pichetto; Milei volviendo a llamar “ratas” a los legisladores, dialoguistas incluidos… Música para los oídos de Unión por la Patria, que encontraron en el Congreso algo de sosiego ante la sucesión de datos increíbles que involucran a su último presidente.

Le alcanzaría al gobierno con hacer la plancha mientras el peronismo/kirchnerismo se deshilacha con el efecto expansivo del Albertogate… Pero no, la principal oposición -definición que los últimos cuatro años correspondió al hoy deshecho Juntos por el Cambio- encontró resuello en el Congreso.

El Parlamento fue la última semana epicentro de una sucesión incesante de malas noticias para el oficialismo. Que habían empezado la semana anterior, cuando en la maratónica sesión del miércoles/jueves, vio cómo le aprobaban una ley que no quería: la del financiamiento universitario. Pero esa vez pudo maquillar esa petit derrota con cosas positivas: consiguieron quórum a diferencia de la semana anterior; frenaron sanciones contra diputados libertarios que fueron a Ezeiza a tomar el té con represores; aprobaron el Registro de Datos Genéticos… y no mucho más, pero bastante, para como venía la mano. Y sobre todo, no magnificaron la citada derrota.

En cambio la última semana fue un aluvión de malas noticias legislativas. Desde el martes, hasta el jueves, una tras otra. Algunas injustificables, como la primera, porque fue un error no forzado que se suponían tenían resuelto desde diciembre, pero no. En ese entonces, en el reparto de cargos le prometieron al Pro encabezar la Bicameral de Inteligencia. Pero en el camino cambiaron de parecer: Santiago Caputo concluyó que no quería darle nada a su principal aliado y negoció en cambio con el peronista disidente Edgardo Kueider, un “sin tierra” (así se llama a los que no tienen un gobernador detrás), que en la Ley Bases y el paquete fiscal colaboró, pero como anticipamos la semana pasada, no es querido por los de UP. Para presidir esa comisión, hacía falta contar con 8 votos sobre 14, y el kirchnerismo, con 3 senadores y 3 diputados podía alcanzar ese número pactando con la UCR. La Libertad Avanza, que siempre parece más a gusto negociando con el peronismo, “no la vio”.

Previamente, a instancias de Caputo habían decidido poner en esa bicameral un oficialista más, en detrimento del bloque de Pichetto, que tenía reservado a Emilio Monzó para ese lugar. Los libertarios no lo quieren al expresidente de la Cámara, que ponzoñosamente dicen que es el que le maneja el bloque al excandidato a vice de Macri. Rompieron el acuerdo y Monzó quedó afuera: el bloque Encuentro Federal (ex Hacemos Coalición Federal) se la empezó a cobrar: ya le volteó al oficialismo una sesión y motorizó la del miércoles para rechazar el DNU de los fondos para la SIDE. Y como el oficialismo se quedó sin mayoría para imponer a nadie, Martín Lousteau pactó con los K y preside ahora esa bicameral.

Previamente el exministro de la 125 había desplazado a la senadora Mariana Juri, del riñón de Alfredo Cornejo, anticipando la jugada que pergeñaba. ¿No le juega en contra salir en la foto con los kirchneristas? El cargo es importante y no hacer nada tampoco le reportaba beneficios. Quizá valga la pena.

Era tan incomprensible la jugada del gobierno que le dejó servido en bandeja a un adversario la Bicameral de Inteligencia, que algunos que imaginan a Santi Caputo como “el mago del Kremlin” supusieron un acuerdo con los radicales para voltear la sesión del día siguiente. No fue así; los radicales nunca hicieron falta para esa sesión convocada por el bloque de Pichetto, la CC y los radicales de Facundo Manes. En todo caso, la presencia de la UCR elevaba el número a niveles de paliza. Y ya la noche anterior se sabía que la mayoría del bloque de Rodrigo de Loredo -ausente con Ritondo y otros dirigentes por un evento en EEUU- se sentaría en sus bancas el miércoles.

Eso sí, en el toma y daca, se percibió claramente un guiño hacia el oficialismo el cambio en la Comisión de Acuerdos que el miércoles le tomó examen a Ariel Lijo: salió el senador fueguino Pablo Daniel Blanco, que había adelantado su rechazo al juez federal, y entró en su lugar el presidente del bloque radical, el correntino Eduardo Vischi, que responde a su gobernador, Gustavo Valdés. Movimiento que no solo expone un acuerdo del gobierno con ese mandatario, sino que parece garantizar varios votos radicales para la aprobación de Lijo.

Quien dicho sea de paso se fue bastante satisfecho después de exponer 8 horas en el Salón Azul del Senado. La presión opositora fue moderada; coacheado como estaba era difícil entrarle al juez y los que debían hacerlo estudiaron poco. Hoy Lijo está con un pie adentro de la Corte. Seguramente la única sonrisa a nivel legislativo para el oficialismo en la semana.

Sigamos con el miércoles y la sesión para voltear el DNU, que arrancó más rápido de lo previsto y con más gente que la esperada: 140 dieron quórum y cuando comenzó ya se sabía que el destino estaba echado. Segunda derrota consecutiva para el gobierno, más sonora que la primera. Sobre todo por la composición de los votos; porque con el Pro no alcanzaba para evitar la derrota, pero sí que no fuera tan amplia y con 2/3.

No solo eso. Mostró por primera vez al Pro desmarcándose de La Libertad Avanza. Veinte de sus 37 miembros votaron en contra del gobierno, pero solo 4 a favor. También derrota para Patricia Bullrich, que esperaba algún voto más de los que a priori parecían alineados con ella.

Lo que sobrevino después en el seno del bloque oficialista fue un aquelarre. Gritos, llantos y hasta un llamado a Seguridad para darle un tono más dramático al episodio. Una diputada se cansó de esmerilar al presidente de la Cámara y terminó denunciando a otro encumbrado compañero por “violencia de género”. En La Libertad Avanza dicen que la semana que viene la echan; probablemente junto a otras dos diputadas a las que tampoco quieren. Y en el Senado quieren echar también a Francisco Paoltroni, por su militancia “anti-Lijo”. Increíble: los bloques oficialistas en general suman como “pac-man”, no son expulsivos. No es el caso del bloque libertario, que ya se cargó hace cuatro meses a quien lo presidía, que no se fue solo, sino con otros dos diputados. Como si le sobraran oficialistas.

Además, los bloques no expulsan a sus miembros, se van solos. Hay que remontarse a los 90 para recordar un antecedente y nos encontramos nada menos que con Cristina Kirchner, cuando en el 97 Augusto Alasino y compañía se hartaron de ella y la echaron del bloque oficialista del Senado.

La semana negra de LLA terminó el jueves con otra derrota por 2/3, con la que la oposición impuso una nueva Ley de Movilidad Previsional. Con la novedad del Pro votando también en el Senado en contra. Nadie se la veía venir, pero no podían esperar que Macri se quedara con los brazos cruzados, más allá de su actitud posterior ante el voto de sus senadores.

La aprobación de la Movilidad Previsional fue la crónica de una muerte anunciada, pues nada hizo el oficialismo para revertir lo que se anticipaba desde que en Diputados le aprobaron esa ley por 2/3, incluso con el Pro votando entonces en contra. Esos guarismos hacen prever que el veto completo que el Presidente anticipa será rechazado en ambas cámaras.

¿No será el momento de buscar una alternativa distinta? Si en definitiva se está hablando de 66 mil pesos por jubilado, como dijo Juliana di Tullio, quien con ironía le advirtió al Presidente que lo que va a vetar “son cinco kilos de carne por mes”.

Debiera rever su estrategia el oficialismo, cuyo internismo alcanzó también definitivamente a la vicepresidente, exonerada por la hermana presidencial, que no por nada llaman “El Jefe”.

Está dicho que para Milei, el Congreso volvió a ser un “nido de ratas”, lleno de “ladrones” y “degenerados”. Difícil construir consenso con un gobierno tan expulsivo, en el que los que se van están tan enojados que ya no tienen pruritos en votarles en contra, como Carolina Piparo y su cuñada. Será difícil manejar las sesiones si además prescinde del socio que no solo le da votos, sino también le brinda expertise para la estrategia legislativa.

Al gobierno le costó un montón aprobar la Ley de Bases, pero finalmente lo consiguió y en el camino no sufrió derrotas, tan solo postergaciones. Distinto es ahora, cuando los sinsabores se suceden sin solución de continuidad. “Cuando empiezan a entrar las balas, no las parás más”, decía esta semana un legislador experimentado, pensando en lo que pasaría si esto que se está dando en el Congreso se extiende a otros ámbitos de la gestión.

Con el veto al caer, deberá el gobierno analizar bien si le conviene dar batallas perdidas. Encima, cuando lo que discuten está lejos de generar pasiones aun entre los propios: un DNU sobre fondos reservados a la SIDE y negarles un aumento a los jubilados. Más temprano que tarde se verá si lo de la última semana fue un puto de inflexión… o de quiebre.

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