La Argentina facciosa y anárquica: del relajo populista a la maldición neoliberal

Por Claudio Bramanti, especial para Diario Mendoza Today

Los argentinos estamos subidos al tren de la montaña rusa, a los bandazos y a los saltos, de la demagogia y el relajo populista a la agresión y maldición neoliberal.

El país ya está en camino a la anarquía, al final de esta peripecia a los tumbos, atrapado en el conflicto faccioso de dos sectores fanáticos encerrados en su burbuja ideológica que disputan y se suceden en el poder.

De un lado, está la cantinela populista de la garantía irresponsable de derechos, el Estado como una bolsa sin fondo, la demagogia de la emisión y la dádiva sin deberes ni obligaciones, sin ningún tipo de disciplina, la ideología de la masificación. Durante los 20 años K, la burocracia estatal aumentó en un millón y medio de empleados públicos, y el gasto del Estado un 60 por ciento en valor constante, del 25 al 40 por ciento del producto bruto interno. Los K le pusieron pesas de plomo a un Estado insoportable para las espaldas de la mayoría de los argentinos, un aparato que en muchos casos se montó para sostener propaganda, militancia política propia.

Del otro lado tenemos hoy un poder faccioso equivalente, con la figura del payaso cruel de la motosierra, que se jacta de destruir al Estado y de derogar derechos, de abolir el Estado de bienestar y la justicia social que es parte sustancial de la historia política argentina desde hace un siglo. El estado anárquico mal llamado libertario no tiene plata para pagar un sueldo digno a los profesores universitarios, pero utiliza el 25 por ciento del gasto público – una cifra mucho mayor que el ajuste fiscal – en pagar deuda a los bancos y a los fondos de inversión del capitalismo financiero multinacional (Black Rock) que vienen a hacer “bicicleta” financiera a la Argentina.

De un lado, entonces, una mujer oscura, adicta al lujo, con dos multimillonarias jubilaciones de privilegio y propiedades habidas como contrapartida de prebendas a empresarios adictos, en el caso de sus hoteles en la Patagonia.

Del otro lado, un fanático que defiende a los propietarios y a los poderosos,que no quiere cobrarle impuestos a los ricos, que defiende los monopolios y que elogia como ” héroes” a los que evaden y fugan divisas del país.

Entretanto, en seis meses, se han fundido 10.000 pymes y se han perdido 350.000 puestos de trabajo, y, en medio de la parálisis económica, el dólar se ha disparado, y vamos nuevamente a  la montaña rusa de las presiones por otra devaluación, una vez más, con un gobierno a la deriva, denunciando a golpistas y  entrando en pendiente.

Antes de que nos gane la anarquía, como en 2001 (y esta vez será peor para gran.parte de la Argentina caída en la miseria y en situación lumpen), reflexionemos en una salida hacia el centro del péndulo, al freno de una Argentina dislocada, hacía la estabilidad de un programa serio de gobierno para el trabajo y la producción nacional, la austeridad de los funcionarios, la responsabilidad del servicio público, el cumplimiento de la ley y la emergencia de ciudadanos que puedan mostrar capacidad en su trabajo y valores de conducta pública con los cuales dar el ejemplo a un país traumatizado y desorientado.

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