Otra vez sopa: el Atlético Club San Martín vuelve a ser noticia por hechos violentos
Digresiones desde la redacción de Diario Mendoza Today
El albirrojo del este provincial, volvió a llamar la atención del país futbolístico entero. El motivo: La violencia reinante en su seno y sus lamentables consecuencias.
Con dolor y estupor, pero en realidad sin sorprendernos, supimos que los delincuentes vestidos de hinchas, volvieron a irrumpir en un entrenamiento del plantel superior del club participante actualmente del Torneo Federal A. Eso ya es noticia vieja como se sabe, pero en estas líneas es prudente además, comentar o dar a conocer otros aspectos que como siempre se disimulan o se guardan en el inoperante, cómplice y despiadado secreto.
Mientras en el estadio de Lavalle y Boulogne Sur Mer un grupito de tarados apretaba a los jugadores del plantel profesional con armas blancas y revólveres, el destacado colega Leandro Aguilera recibía un mensaje mientras estaba al aire, mientras desempeñaba su trabajo ante las cámaras de T y C Sport en que se le informaba este hecho doloso. Toda América supo allí que Atlético Club San Martín era resultante de una mala noticia.
El popular Tato hincha fanático del León, tuvo junto a otros muchachos hace un par de años, de devolver al club de sus amores, el destaque gozado otrora. La cosa prendió rápido, se logró el ascenso a la segunda categoría profesional, la marca Mitre pasó a ser la indumentaria oficial y poco a poco se desempolvaron las tribunas y se mostraron prolijas no solo por ser pintadas con los colores de la institución, sino por albergar muchas familias gentes que hacía tiempo no se motivaban para asistir a alentar.
Hasta ahí todo bien, pero con el devenir de los magros resultados deportivos, la situación económica regional y nacional deplorable, como era esperable el humor empezó a caldearse. Los impulsos de felicidad decrecieron con la misma o mayor velocidad que la ira e impotencia de hoy.
No vamos a hacer mención de muchos nombres, ni por ahora, solamente por ahora como decía Marcelo Araujo en sus relatos, ahondar en detalles. Se llama Facundo Quiroga, es el jefe de seguridad el Club y alguien pudo obtener una captura de un mensaje de Whatsapp en el que pactó una reunión con los representantes de algunas facciones con el fin de reunirse y negociar el futuro inmediato.
En el mundillo de la pelota todo eso es bien conocido. Lo penoso del asunto, es que a la buena intención de un sector de la sociedad, poco a poco le copó la parada un grupo no muy grande de delincuentes que se caracterizan por hacer solo daño.
El rigor periodístico nos hace decir en este medio digital, que existe una mafia que trabaja con absoluto mercenarismo. Lo peor del caso, es que quienes nos cuidan o tienen que hacer destacar el negocio deportivo lícito, es decir la policía, las empresas de seguridad y los dirigentes los conocen y lejos de combatirlos, se rinden a sus pies por miedo o quizás por ser parte de esos intereses corruptos.
Estos sujetos se mueven en organizaciones clandestinas que en su funcionamiento, demuestran un rudimentario pero para ellos efectivo sistema delictivo. Trataremos de explicarlo lo mejor que podamos.
Así como en la vida existen sociedades ilícitas, en las que los intereses de comerciar obliga a determinar zonas, medios de venta y cuidado de intereses, estos bandidos de manera paralela a lo que corresponde, manejan el mundo informal por decirlo suave, a fuerza de golpes y aprietes.
Tienen en sus casas un guardarropa amplio. Hoy se visten de Gimnasia y Esgrima, mañana de Gutiérrez Sport Club, pasado mañana de Godoy Cruz y así la mutación es eterna. Son soldados de una mafia que no tiene pertenencia ni sentimiento, son continuos e intermitentes habitantes de los penales de todo el país. Su trabajo es solo destruir.
Las Barras bravas manejan a los trapitos que “ciudad “los autos. Los puestos de choripán y hamburguesas, todo lo que se puede vender dentro de una institución: Indumentaria, comida rápida en el bufet, el alquiler de las canchas de fútbol 5, y van prendidos hasta en la compra de materiales. Eso sin olvidar la transferencia de jugadores.
Síntesis: Mientras un papá y una mamá hacen un gran esfuerzo para ir a la cancha junto a sus hijos o mandarlos a hacer una actividad, los individuos oscuros manejan lo que posteriormente destruye todo.
Nuestra máxima pasión desde hace décadas, pasó a ser el peor portador de nuestro cotidiano desorden social. Decimos seguros de no equivocarnos que el fútbol es el movimiento más complejo, ya que en simulaciones obligadas se pretende sin éxito mejorarlo, para en verdad esconder la evidente intención de desarrollar corrupción.
Decimos simulaciones cuando escuchamos determinadas medidas a tomar a modo de prevención, con penas o condenas que jamás se cumplen. Un ejemplo claro de ello es el deficiente programa Tribuna Segura que propone el ministerio de seguridad de la Nación que cuyos resultados son bastante pobres.
Allá lejos y hace tiempo quedó la inocencia del juego, que con el transcurrir de su evolución, fue usurpada por la despiadada violencia que solo trae como objetivo perverso la defensa de intereses mezquinos.