Cacho Garay habló sobre sus días de reclusión y la vergüenza por su padre, y dijo tajante: “No me arrepiento de nada”
El humorista imputado por violencia de género está con tobillera. En entrevista con este diario se explayó sobre la causa que lo tuvo un año tras las rejas y que terminó con su carrera.
En las últimas horas, Cacho Garay (69) fue entrevistado por los colegas de Diario UNO. Ello luego de salir del Complejo Penitenciario de San Felipe, donde pasó los últimos 11 meses. “No me arrepiento de nada en mi vida“, afirmó sobre la turbulenta relación que mantuvo con Verónica Macías (33), quien lo denunció por abuso sexual, privación ilegítima de la libertad y amenazas con armas de fuego.
-¿Cómo estás ahora?
-Un poco más tranquilo, pero bueno, a la espera de que haya mayor celeridad en el proceso judicial y podamos demostrar lo que realmente tenemos, como demostrar mi inocencia con respecto a los hechos que me han sido imputados. La domiciliaria me parece que es lo más razonable y se ajusta a los elementos probatorios que hemos presentado y que todavía tenemos aún por presentar.
-Te quiero llevar a ese momento en el que entraste al penal San Felipe. Sos un hombre del mundo del teatro, tenés giras por varios países. ¿Cómo fue ese instante en que Cacho Garay está entrando a la cárcel?
-Nunca me imaginé que pudiera llegar a estar en una penitenciaría y lo viví con mucho temor, porque de un centro penitenciario lo único que sabía, es lo que uno ve a veces por televisión o lo que se vio en alguna serie, y uno se imagina un montón de cosas que en realidad afortunadamente pude comprobar que no era así. Pero sí llegué con muchísimo temor. Estuve en un módulo de muy buena conducta, muy sociable y ahí aprendí más que en mis casi 70 años de vida, en este año creo que he hecho como 10 años más de facultad en la vida.
-Bajaste mucho de peso, decían que unos 20 kilos, hiciste una huelga de hambre, ¿me podés contar cómo fue?
-Sí, no sé cuántos pero sí bajé. No hubo huelga de hambre. Me daban varios platos de comida, y cuando venía alguien me mostraban en algún teléfono que, no sé, de tres de cada cinco chicos tienen hambre y a mí me traían comida abundante y que la está pagando el pueblo, cuando en realidad hay niños muriéndose de hambre, de desnutrición. Es vergonzoso eso y por ello decidí no comer.
-Lo que vos decís es que no te merecías tener un plato de comida dentro del penal porque afuera hay niños que no pueden comer.
-Ningún inocente puede estar privado de su libertad. Y mucho menos comiendo lo que otros niños están necesitando afuera. Y se lo está comiendo una persona inocente privada de su libertad. El apetito era una cosa que había desaparecido, estaba en otra cosa. Por ejemplo, nunca tuve en mi casa un pájaro en una jaula porque siempre lo dejé libre. Alguien podría decir, viste qué bonito que canta mi canario. Y yo le digo, ‘quién te dice a vos que tu canario está cantando y no está clamando por su libertad’. Y me tocó vivirlo.
-También pasaron 10 años en cuanto a salud, ¿no?
-El deterioro viene por la cárcel sí pero se origina porque alguien dijo algo que supuestamente hice y eso amerita que esté privado de la libertad.
-Déjame que haga un paréntesis. No es que alguien simplemente dijo algo y entraste a la cárcel. Hay una causa, una acusación muy fuerte en tu contra.
-La causa termina para mí siendo nada más el nombre que se le pone a una situación. Lo que nosotros podemos acreditar y tenemos pruebas y elementos más que contundentes, no es ni siquiera para una causa, eso es solamente un nombre.
-¿Sentís que la sociedad te condenó mucho antes de que lo hizo la Justicia?
-Un sector de la sociedad me condenó. A mi me alegra un poco que de los muchos comentarios que me han hecho llegar a través de mis amigos, las opiniones que hubo en contra mía son nada más que de personas que no me conocen personalmente, pero toda la gente que me conoce su opinión me ha fortalecido y hasta hoy sí me siento apoyado. Hablar de alguien que uno no conoce, eso es una cosa muy fácil.
-Pero es un sector importante de la sociedad el que te juzga…
-Y es lo que hace hoy el juego de la libertad de expresión. Cualquiera escribe y se atreve a opinar. Eso no me preocupa. La gente que me conoce sabe quién soy y me lo han demostrado y para mí eso es más que suficiente.
– ¿Y qué mensaje tenés para esas personas que te condenan, que vos decís que no te conocen, ¿cómo te defendés ante ellos?
-No tengo que defenderme porque no lo considero un ataque, es una opinión. Ni siquiera espero que cuando demostremos, porque vamos a demostrar mi inocencia ante los hechos que se me imputaron, y no espero que la gente que opinó en contra se disculpe. No hace falta. Después cuando demuestre mi inocencia los quiero seguir leyendo.
-Enviaste un video a los medios donde decías que agradecías a Dios que tu papá no haya podido ver la humillación que estás sintiendo, ¿podemos ampliar un poco eso?
-Esta que ves -se estira para alcanzar una foto que tenía a su derecha- Esta casa era nuestra casa paterna. Ellos son mis viejitos. Y lo que dije es que agradezco a Dios que mi viejo ya no esté, que se lo haya llevado para que no viviera en esta humillación a la que he sido y sigo siendo sometido. Es vergonzoso para mí cuando los miro ahí, porque de todo lo que se me va a atribuir, nada, nada es real.
-¿Y por qué te da vergüenza que tu padre esté viendo esta situación si él sabe cómo sos? ¿Él te crió de una manera distinta?
-Y sigo siendo como ellos me criaron. Quienes me conocen saben quién soy. Y los que no me conocen, cuando me conozcan, no podrán emitir una opinión. Yo no tengo vergüenza de salir a la calle, pero sí sé que para ellos (sus padres) sería durísimo vivir este momento. Hay mucha incertidumbre, muchos dimes y diretes y obvio que ellos hubieran conocido la verdad de mi propia boca inmediatamente, pero afortunadamente para ellos, digo por decirlo de alguna manera, no tuvieron que ser testigos de esta humillación.
-¿A qué te aferraste para poder pasar esta situación, para pasar 11 meses en el penal?
-En los valores que me inculcó mi padre, mi mamá, la Coca, una viejita traviesa, de un gran humor, mi papá también, Isidro Labrador Garay, que le hizo honor a su nombre toda su vida, un hombre trabajador, honesto, educado. Tal es así que ustedes me conocen hace más de 30 años por las redes, por la televisión, y algo que siempre han destacado sus colegas que están en lo que es crónicas de espectáculos siempre han destacado el humor mío no agresivo, nunca una mala palabra y bueno eso eso me ha fortalecido mucho y principalmente me ha acompañado mi fe en Dios que ha sido y es inquebrantable.
-Viendo tu vida como una película, ¿no te arrepentís de algún capítulo?
-No dejaré de tener la mano abierta para quien me necesite. Pero no me arrepiento de nada en mi vida.