Bolivia, un país ingobernable: los datos que demuestran la dura realidad
Los militares fuertemente armados que tiraron con un tanque las puertas de la sede de Gobierno de Bolivia bajo el mando del que hasta hoy era el comandante general del Ejército boliviano Juan José Zúñiga decidieron retirarse después de que el presidente boliviano, Luis Arce, cambiara a todo el alto mando militar.
El intento de golpe de Estado militar este miércoles en Bolivia hace retroceder a este país a mediados del pasado siglo, cuando en 1964 inició una sucesión de asonadas castrenses inéditas por su número en cualquier otra parte del mundo.
Los militares fuertemente armados que tiraron con un tanque las puertas de la sede de Gobierno de Bolivia bajo el mando del que hasta hoy era el comandante general del Ejército boliviano Juan José Zúñiga decidieron retirarse después de que el presidente boliviano, Luis Arce, cambiara a todo el alto mando militar.
Ya en 1964 Bolivia dio inicio a una serie de regímenes autoritarios que se sucedieron mediante la organización de más de una treintena de golpes militares. En 180 años de independencia, el promedio es de un Gobierno cada 25 meses.
Desde su fundación como república en 1825, la historia de Bolivia ha sido un rosario de dictaduras militares y civiles, triunviratos, juntas de gobierno, presidentes que no terminaron sus mandatos y decenas de golpes de Estado, sin contar alzamientos militares frustrados.
No obstante, el expresidente Carlos Mesa (2003-2005), en su libro Presidentes de Bolivia, entre urnas y fusiles (2003), asegura que esta nación no fue víctima de tantos golpes como se cree en el exterior.
La cifra de casi 200 golpes que se cita a veces es “absolutamente arbitraria”, dice Mesa, y precisa que el país ha tenido 37 gobiernos de facto, de los que en rigor solo 23 se debieron a golpes de Estado “en su concepción convencional”, o sea, con el derrocamiento de un gobernante, según recogió el medio 20minutos.
Una sucesión de gobiernos
Un caso inédito se produjo en 1930, cuando el presidente Hernando Siles dejó el cargo a su gabinete de ministros, en un gobierno que duró apenas 30 días y fue derrocado.
Por otro lado, la única presidenta de Bolivia, Lidia Gueiler, asumió el cargo en 1979 tras fracasar el sangriento golpe del general Alberto Natusch Busch. Un año más tarde la derrocó otro general.
Otro gobernante, el teniente coronel Germán Busch, héroe de la guerra del Chaco (1932-1935), se suicidó en el ejercicio del mando en 1939, mientras que Hernán Siles Suazo fue secuestrado durante diez horas el 30 de junio de 1984 por un grupo armado que planeaba un golpe de Estado. Con todo, en sus 180 años de vida Bolivia ha vivido 97 bajo mandatos de militares.
La llegada de Evo Morales
En 2003 renuncia a su cargo el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada y lo asume su entonces vicepresidente, Carlos Mesa, quien llegó a dimitir hasta en tres ocasiones. La última, el 9 de junio de 2005, fue la definitiva.
El entonces titular de la Corte Suprema de Justicia, Eduardo Rodríguez, asumió entonces la jefatura de Estado con el encargo de celebrar unas elecciones generales que ganó por primera vez Evo Morales. El dirigente, que ahora vuelve a presentarse a los comicios de 2025, se mantuvo en el poder durante 13 años.
En 2013 el Tribunal Constitucional abrió el camino para que Morales pudiera optar a un tercer mandato, al considerar que el primero que tuvo no contaba dado que el país fue refundado como Estado Plurinacional en 2009.
Dos años más tarde, en septiembre de 2015, el Parlamento boliviano aprobó una enmienda constitucional para permitir a Morales optar a una nueva reelección, pero fue rechazada en referéndum el 21 de febrero de 2016.
El 20 de octubre de 2019 Bolivia celebró elecciones, con Morales como aspirante a la reelección, pero al día siguiente surgieron sospechas de fraude y se desataron protestas. El escrutinio oficial le dio como ganador, pero una auditoría de la Organización de Estados Americanos (OEA) evidenció “graves irregularidades” en los comicios.
El 10 de noviembre Morales anunció su renuncia forzado por las Fuerzas Armadas, y al día siguiente salió del país al tiempo que denunciaba un golpe de Estado.
Se inició entonces un periodo de inestabilidad con enfrentamientos violentos que dejaron cerca de 40 muertos y más de 800 heridos. En ese clima asumió la Presidencia interina la senadora opositora Jeanine Áñez, del Movimiento Socialdemócrata, que tenía la tarea de convocar elecciones.
Las nuevas elecciones se convocaron inicialmente para mayo de 2020, pero la situación por la pandemia de covid-19 llevó a posponerlas primero a septiembre y finalmente a octubre.
El 18 de octubre de 2020 Luis Arce (candidato del MAS y ministro durante el Gobierno de Evo Morales) ganó las elecciones presidenciales con el 55,1% de los votos. Asumió el cargo el 8 de noviembre.
Apenas unos meses después, en marzo de 2021, fue detenida Jeanine Áñez, quien fue condenada a 10 años de cárcel por incumplimiento de deberes y resoluciones contrarias a la Constitución cuando asumió el poder en 2019.
Para entonces Evo Morales ya había regresado al país y comenzado a recuperar importancia política, al tiempo que aumentaban sus diferencias con el presidente Arce, dando lugar a una división del partido entre “evistas” y “arcistas”.
En septiembre de 2023 Morales anunció su candidatura a las elecciones presidenciales de 2025. En diciembre, sin embargo, el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) de Bolivia emitió una sentencia anulando la figura de la reelección indefinida, lo que implicaría su inhabilitación como candidato.
Ya en 2024, los seguidores de Morales y de Arce convocaron dos congresos del partido. El primero, en mayo, impulsado por los arcistas, excluyó de la dirección a Evo Morales y nombró como nuevo presidente a Grover García, si bien el Tribunal Supremo Electoral (TSE) rechazó dicho congreso y mantuvo a Morales como líder de la formación.