Con su pobreza intelectual, la dirigencia política está terminando de hundir a Malargüe
Por Horacio Marinaro, especial para Diario Mendoza Today.
La justicia y las instituciones transformadas en un trapo para lavar la mugre provincial. Era ahora o nunca. Y fue ahora. A decir verdad, nadie debería asombrarse. Como en las veladas teatrales interpretadas por actores gubernamentales de baja estofa, en este caso hablando de Portezuelo. El final estuvo siempre anunciado.
Hoy resulta difícil escribir frases domésticas, educadas, imparciales y justas. Hoy cuesta ofrecer integridad, objetividad, paciencia, prudencia y sensatez. Con esta realidad en Malargüe, hoy, no puedo hacerlo.
Surgen estas palabras desde la indignación, desde la incertidumbre que genera pensar en el futuro con la angustia y desazón de una realidad que nos aplasta. La desfachatez, la traición, el descaro en sus versiones más miserables se ha ensañado con Malargüe.
La dirigencia política está terminando de hundir a nuestro departamento en un total pobrismo económico y social, situación que se advierte tras las recientes declaraciones formuladas días atrás por la vicegobernadora Hebe Casado a un medio escrito y radial de San Rafael.
Su postura demuestra buen grado de ignorancia y poca capacidad intelectual para entender técnicamente lo que significa no realizar las obras del aprovechamiento integral del Rio Grande con el trasvase al Río Atuel, además de revelar un alto nivel de hipocresía y alguna que otra supuesta mugre bajo su alfombra.
Resulta evidente que ella, junto al vicepresidente del PRO y actual diputado Gabriel Viches, están al frente del mayor escándalo ofensivo de nuestra historia perpetrado desde el gobierno provincial.
La sociedad de Malargüe recibe de estos siniestros e ignorantes personajes, una serie de paupérrimos, falaces y banales argumentos en desmedros de una Obra que es para los próximos 100 años. Una gran pobreza intelectual, potenciando la banalidad del mal.
En primer lugar, y sin hacer politiquería barata, como le gusta expresar a la vicegobernadora, la obra, con el trasvase que es el principal y único objetivo del acuerdo, beneficiaría a los tres departamentos sureños, ya que el agua se repartiría entre los tres, no como dice vicegobernadora y el citado legislador, que beneficiaría a un solo departamento.
En segundo lugar y una cosa que no es menor, claramente desconocen cuál es la situación más crítica que afronta Mendoza desde hace décadas y que es la escasez del recurso hídrico, situación que se agrava cada año más y será insostenible en el corto y mediano plazo.
Tercero: no entender que recuperar los 34 m3/seg de Mendoza del Río Grande debería ser, prioridad para cualquier gobierno que se precie de sensato. El trasvase representaría un río más con una considerable generación de mano de obra no sólo con la ejecución de las obras, sino en forma permanente con la distribución y uso del recurso.
No entender lo expuesto precedentemente desnuda un desconocimiento superlativo de la realidad actual y futura del recurso hídrico provincial. Este es un gobierno, que en el manejo del recurso hídrico no es ni eficaz, ni eficiente, como en varios temas más.
En definitiva y para que se entienda técnica y políticamente, cualquier otra obra de infraestructura puede ser importante, pero Portezuelo y el trasvase aseguran la continuidad de las actividades económicas y de la vida misma en el Sur Provincial, en el largo plazo.
Estamos complicado los malargüinos, pero podemos consolarnos agregando que, complicados, pero “acostumbrados”. Acostumbrados a todo, también a la politiquería barata, incluso a lo peor. Los menos resignados alientan la esperanza de concreción de algo, aunque más no sean concluir con las cloacas. Nuestros gobernantes quitaron de la mesa de Malargüe un merecido banquete para querer conformarnos con tan solo unas migajas.
Sólo nos queda recordar las promesas electorales que hace unos años recitaban tanto Cornejo cuanto el inefable e incompetente Marinelli sobre Portezuelo como la megaobra del siglo.
Venimos cuesta abajo en la rodada, hace rato, pero así todo, es posible que, de la decadencia actual y la pobreza mental que nos consume, todos tengamos algo de culpa. Duro de digerir, pero parece ser que deberemos resignarnos a soportar la ignorancia de unos y la banalidad del mal de otros.
Mala suerte para nosotros y nuestros hijos. Como le gusta decir a alguien, “el último, que apague la luz”.