Acerca de Mined, una impune estafa piramidal que la rompe en Mendoza y nadie se atreve a investigar
Son ladrones de guante blanco. Pero no se diferencian de Cositorto y otros malvivientes. El Estado, bien gracias, siempre ausente.
Mientras estas líneas se escriben, viernes por la tarde-noche, un grupo de jóvenes inescrupulosos se abocan a timar a cientos de incautos en pleno hotel Sheraton de la Ciudad de Mendoza.
Lo que venden no es nada nuevo: es el viejo y vilipendiado esquema piramidal, que sólo sirve para hacer millonarios a los que están en el tope del sistema. Pero ellos no dirán eso, sino que ofrecen una oportunidad única para que aquellos que los escuchan se vuelvan millonarios.
Una verdadera mentira, que ya fue refutada por Diario Mendoza Today hace años. Porque la empresa detrás del timo es Mined, que acumula estafas por doquier.
Detrás del engaño aparecen tres jóvenes llamados Micaela Pollera, Miguel Cincunegui y Matías Medina, respaldados por un peruano llamado Renzo San Martin, que ostenta su propio prontuario. Dicho sea de paso, su mujer se llama Anabel Niscola, y fue reina de Maipú. Ambos viven en Palmares, con una vida de lujos.
Ninguno de los mencionados tiene autorización de la Comisión Nacional de Valores, pero no les importa, igual dan consejos sobre finanzas, que operan cual anzuelo para los negocios que vendrán luego.
Pollera viene de arrastre de otra estafa llamada IM Academy. Y a nivel local supo trabajar con el timador Giovanni Caroglio en su oficina. Manejaba las redes y los vendedores del curro Crypto Country.
Como sea, estos personajes les jurarán a los incautos que pueden hacerles ganar un 1% diario del dinero que inviertan. Pero no les dirán cómo. Incluso les pagarán los intereses en un principio, porque el dinero vendrá de parte de nuevos crédulos. Pero en un momento determinado ello se corta y todos terminan perdiendo. Salvo estos personajes, que jamás pierden.
Más aún: a pesar de que manejan millones y millones de contante y sonante, nadie los controla. Ninguno está regulado, ni tampoco nadie investiga si lavan dinero.
El Estado es inexistente ante la estafa reiterada, a pesar de los antecedentes como los de Leonardo Cositorto, Giovanni Caroglio, Ganancias Deportivas y otros.
Ni la AFIP, ni el Ministerio Público Fiscal, ni el Poder Judicial, ni nadie, ninguno hace lo que debe hacer.
Los mismos reparos les cabe a los tipos que permiten que hagan sus ostentosos eventos para cazar incautos.
Le cabe el reclamo a Julio Camsen, dueño del Sheraton de Mendoza, quien les facilitó el lugar para que motoricen el choreo.
Nada que deba sorprender: el reputado Camsen ostenta su propia cueva financiera, que todos conocen y nadie jamás denuncia. Porque así es Mendoza, donde la hipocresía es ley.