La reacción vengativa de la casta
Por Jorge Asís.
Disolución inapelable
Mauricio Macri, El Ángel Exterminador, no pudo lograr su objetivo prioritario.
Consistía en que Sergio Massa, El Profesional, saliera tercero.
Aunque supo acumular bastantes aciertos. Primero fue el de exterminar, a través de la señora Patricia Bullrich, La Montonera del Bien, a Horacio Rodríguez Larreta, Geniol.
Y a través de los arrumacos vacilantes a Javier Milei, El Colibrí, logró Mauricio exterminar, paulatinamente, a Patricia.
Aunque en realidad Patricia se petrificó sola. Agotada en la epopeya de exterminar a Larreta, para insistir con las consignas equivocadas.
Y con desplantes argumentales que eran infinitamente mejor traficados por Milei.
No obstante, Patricia se empecinó en la “destrucción” inútil del kirchnerismo (fuerza minoritaria del complejo peronismo que ella conocía demasiado, desde adentro).
Para rematarla, Patricia se deslizó en el error tardío de atraerlo a Larreta, cuando su causa redentora ya estaba invariablemente perdida.
El Primo Boga Macri en el Maxiquiosco
Después de la tontería de arrugar con su propia postulación, Mauricio se esmeró en el exclusivo objetivo de recuperar el control del Artificio Autónomo de la Capital.
Larreta le había clausurado el acceso a determinados chocolatines del efectivo Maxiquiosco.
Aquí sí que Mauricio tuvo suerte. Debe aceptarse que se le dio.
Hubo que invertir riesgosamente en El Pampito (para desconsuelo del radical siciliano Emiliano Jacobitti, Caudillo Universitario). Ampliaremos.
Pero en adelante el Maxiquiosco va a ser redituablemente despachado por el Primo Jorge Boga Macri, Paladar Negro I.
Emerge el Primo Boga como el polo de poder más significativo de la debilitada Mutual PRO.
Difícilmente el Primo Boga se conforme con la algarabía de transformarse en una suerte de repetición, algo más elegante, de Alberto Fernández, El Poeta Impopular. Pero delegado de Mauricio.
Aunque se proponga, como Premier -o mero jefe de gabinete- a Néstor Grindetti, Paladar Negro II.
Es Grindetti el pre macrista histórico que hasta supo colaborar con don Franco, el Macri que valía.
Para el balance Mauricio cuenta, como mérito propio, el ascenso de Milei, ahora trunco por el tropiezo acaso transitorio.
Ocurre que Milei “mantiene sus ideas”. Las comparte. Las explica mejor. Invertiría por hablar como Milei.
Pero es precisamente la apasionada identificación de Mauricio con Milei lo que provoca la exterminación inapelable de Juntos por el Cambio.
Porque los radicales, sindicados como los culpables de su frustración -como los transparentes de la estancada Coalición Cívica- en ningún momento pueden apoyar a Milei.
Y es Milei el único que puede hacerle alguna sombra, o ponerle algún obstáculo a Sergio, el enemigo principal.
Entre Milagro Massa y Fenómeno Milei
En mayo de 1995 nadie podía contener a Carlos Menem cuando, harto por las denuncias y los agravios, para desahogarse dijo:
“Le ganamos a los grandes medios de comunicación”.
Tenía razón. Entonces el FREPASO -Frente del País Solidario-, de José Octavio Bordón, equivalía al Juntos por el Cambio de Patricia Bullrich.
Trasciende otro gran fracaso de las escuderías impunes de Clarín y La Nación.
Dos grandes poderes, tan innegables como desperdiciados, horriblemente conducidos. Mantienen la pólvora humedecida. La comunicación cambió.
Se asiste, además, a otra muestra cara del derrumbe. Aplicar la acción de la Justicia como mecanismo de instrumentación política para castigar al adversario.
Milagro Massa superó, incluso, las expectativas más milagrosas.
Era suficiente con alcanzar el balotaje. Triunfar por seis puntos sobre el Fenómeno Milei era un exceso tan inesperado como innecesario.
La casta «humillada y ofendida»
Tal como se anticipó en el portal, se debía aguardar la reacción vengativa de la casta.
Transcurría entonces el turno previsible de la casta, tan “humillada y ofendida”.
De los descalificados “aparatos” y las agraviadas “estructuras”.
Lo que se venía era otra elección. Diferente. Por los cargos y las cajas.
Ya no se trataba del partido amistoso de las PASO (tóxicas). Las que admitían la defenestración de la actividad política.
Se lo advirtió, en especial, por las provincias donde se elegían senadores.
Donde se había impuesto el Fenómeno Milei sin siquiera tener representantes para considerar.
Ya no cabía ni la posibilidad de continuar con el relajamiento.
O con el cinismo programado de cuidar, con tanto celo, «los votos de Milei».
Los votos que se creyeron utilitarios porque dividían a Juntos por el Cambio. Y en efecto se los dividía.
Con el riesgo inesperado de que Milei los venciera también. A los distraídos cuidadores.
El mérito de Milagro Massa fue poner de nuevo en movimiento el ejercicio activo de la militancia territorial.
En las provincias donde había transcurrido el plácido relajo. Y sobre todo entre los distribuidores de boletas cortadas de La Provincia Inviable.
Es en Buenos Aires donde se consolida el otro cuadro invalorable del peronismo. Axel Kicillof, El Gótico.
Emerge la reconfiguración generacional del tinglado político (lo complementa desde Córdoba Martín Llaryora, El Pituco).
Factorías diversas del peronismo
El Profesional comenzó a dar vuelta la elección con el contexto totalmente en contra.
Desde la economía catastróficamente inflacionaria, hasta la carga inoperante del gobierno que había dejado de existir. Y del que Sergio debía hacerse cargo.
Massa comenzó la tarea de fortalecimiento cuando convocó en Tucumán, con Juan Manzur, El Menemcito -jefe de campaña del Norte- a los gobernadores, sindicalistas, minigobernadores.
Para encuadrarlos en la epopeya de juntar, en defensa propia, a todas las factorías diversas del peronismo.
A la Federación de Peronismos Provinciales, Sindicales y Municipales, y transformarlo en otro ensayo de movimiento popular.
Aunque varios gobernadores le tenían a Massa cierta severa desconfianza, con aceptables fundamentos.
Y aunque otro gobernador leal, que lo apoya, aún no pueda orgánicamente pronunciar siquiera su nombre.
Al cierre del despacho, el cronista se permite evocar lo que se escribió aquí dos meses antes de las PASO (tóxicas).
“Si Bullrich le gana a Larreta el próximo presidente es Massa. Ampliaremos”.
Y Bullrich, instrumentada por Mauricio, lo desplazó del camino a Larreta.
Pero simultáneamente se gestaba la potencia inadvertida del Fenómeno Milei.
Después, mientras Bullrich y Milei se desgastaban con énfasis por la hegemonía del cambio, desde aquí solo se sugirió:
¿Y si de repente el cambio es Massa?
Continuará…