Sobre la política de Mendoza, la nacional y los problemas de darle lugar a la grieta

Cada uno es libre de sostener un punto de vista que considere correcto, en todo caso, sólo por ejemplificar. ¿Quién puede asegurar que a tal o cual fuerza está mal?

La prensa es el vínculo entre los acontecimientos y la sociedad, por lo que siempre un periodista es pasible de recibir presiones, lo que hace que el trabajo se vuelva un tanto engorroso y complicado.

Pero hay un hecho que se empezó a instalar hace aproximadamente una década y que año a año recrudece hasta llegar a niveles que lo vuelven insoportable: la tan afamada “grieta”.

Es que, trabajar con esa visión, hace que los consumidores de noticias le pregunten al informador en cuestión de qué lado está ¿Peronista o radical? ¿Macrista o kirchnerista? ¿Proaborto o antiaborto? O incluso algo que es aún peor, se lo etiqueta.

Quien escribe estas líneas fue sistemáticamente puesto en cada uno de esos lugares, siendo vilipendiado por personas que tienen alguna postura especifica.

Esto último deja a la vista que la objetividad no es considerada como tal, ya que este cronista no tiene postura alguna respecto de ninguno de los temas mencionados. Simplemente escucha, escribe y respeta.

Cada uno es libre de sostener un punto de vista que considere correcto, en todo caso, sólo por ejemplificar ¿Quién puede asegurar que a tal o cual fuerza está mal?

Sin embargo, parte de la sociedad critica, a veces sin fundamento y al ponerle frente a sus ojos elementos que demuestran objetividad, el periodista recibe insultos.

¿Por qué ser antigrieta?

Son demasiados los que están a favor de la grieta ya que consideran que se trata de algo “moral” o cuestiones por el estilo. En lo personal, quien firma la presente columna, siempre se mostró en contra.

Es que ese es un juego que siempre va a beneficiar a la dirigencia política y va a terminar perjudicando a la sociedad. “Divide y reinarás” reza un antiguo refrán del saber popular.

Este método de división es capitalizado por grandes sectores de la política y el caso más elocuente lo presenta el diputado nacional Fernando Iglesias, siempre con declaraciones que lo dejan al borde del desprecio humano.

Que vacunen con la rusa al 48% que los votó, y no se hable más”, publicó el diputado de Juntos por el Cambio en su cuenta oficial de la red social X en momentos delicados de la pandemia por el coronavirus.

¿Por qué la intolerancia? ¿Por qué no respetar a las personas que quisieron un cambio de Gobierno? ¿Cómo puede ser que se permita que un representante del pueblo falte el respeto a la mitad de la población argentina?

En Mendoza pasa exactamente lo mismo, los candidatos se viven acusando, y eso se derrama en la sociedad. ¿Por qué el votante del radicalismo está equivocado? ¿Y el del peronismo? ¿O de cualquier fuerza política?

Es dable destacar, alguien puede estar a favor o en contra de un Gobierno, puede estar encantado o descontento con las medidas que toma, pero cada persona en su individualidad tiene derechos, y el derecho a la expresión es uno de ellos.

¿Por qué culpar a la gente por creer? En todo caso la culpa no es de la sociedad civil, sino de la misma política, en todos sus colores, que ha sabido mentir sin solución de continuidad.

Entonces, la grieta lo único que logra es hacerle el juego a la política, por eso impresentables como Iglesias –O la formula gobernante de los Fernández, para que después no insistan con que uno es k- la profundizan, para capitalizarla a nivel electoral. Se trata per se de la medida electoral más repudiable, ya que genera un detrimento no sólo, como puede notarse a simple vista, con la división de los conciudadanos argentinos, sino que en el trasfondo perjudica incluso los niveles de vida.

Porque… ¿Qué pasaría si en vez de andar patrocinándola se unen todos los actores políticos y buscan bases de consenso que luego sirvan para generar empleo, reducir la pobreza, mejorar la calidad de vida de sus representados, entre otras cuestiones?

Lógicamente la Argentina sería un país más civilizado y cada ciudadano tendría mayor probabilidad de llevar una vida próspera. Sin embargo se le sigue haciendo el juego a la política.

Concluyendo

Esto no será cambiado desde el punto de vista partidario, por lo que depende de cada uno comenzar con un cambio que logre tirar abajo la intolerancia, poder respetar ideas por más antagónicas que sean y comprender que los argumentos pueden ser igual de validos desde ambos lados.

Sólo así se podrán encontrar puntos en común básicos que ayuden a mejorar la calidad de vida. Con la grieta los únicos que pierden son los ciudadanos.

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