Christian SanzMendoza en foco

💧 Acerca del interminable problema del agua y los “funcionarios que no funcionan” en Mendoza

Los ciudadanos están hartos de pagar impuestos para que nada funcione. El agua es ejemplo de todo lo demás.

El 26 de octubre de 2020, Cristina Kirchner sorprendió a propios y ajenos al hablar de “funcionarios que no funcionan”. Se refería a puntuales burócratas de su propio gobierno, algunos de los cuales estaban sentados justo frente a ella mientras pronunciaba esa icónica frase.

La metáfora fue más que evidente. De hecho, no fue ninguna metáfora, sino un mensaje directo hacia aquellos que no desempeñaban las tareas para las cuales habían sido seleccionados.

En Mendoza también hay “funcionarios que no funcionan”, a montones. Y ocupan diversos estamentos del Estado, de primera, segunda y tercera línea. Y su propio desempeño los deja en evidencia. 

No obstante, suelen pasar desapercibidos porque en Mendoza nada funciona nunca. Ergo, la normalidad es esa misma inactividad.

Diario Mendoza Today lo viene mostrando, con fotos y videos irrefutables, que muestran la anarquía y el caos en toda la provincia. Hay que decirlo: los que incumplen las normas más básicas lo hacen con una impunidad que solo regala Mendoza.

El tema vehicular es un ejemplo claro de ello: autos estacionados sobre la vereda, o en rampas de discapacitados, o en doble y triple fila, pocos parecen cumplir con las prohibiciones que impone la ley de tránsito. Y todo ello coronada por la impávida mirada de los preventores.

Doble fila típica en Mendoza. Calle Mitre y Rivadavia.

Otra postal de la ineficiencia de los funcionarios menducos refiere al tema del agua. En todas sus aristas. Por un lado, los constantes cortes del servicio; por el otro, las pérdidas que se dejan ver por doquier y; por si fuera poco, la ausencia de control por el mal uso de ese recurso. Son las tres patas de una misma mesa.

Este medio saber recibir permanentes denuncias por los tres tópicos, indistintamente. Por parte de agotados ciudadanos que se han cansado de reclamar a los burócratas de turno. La mayoría son publicadas en las virtuales páginas de este diario y, recién ahí, las autoridades toman cartas en el asunto.

Se rectifica: a veces no intervienen ni siquiera cuando aparecen “escrachados” por los medios. Una pérdida de agua que inundó todo a su paso en calle Ituzaingó y Santa Fe, en la Cuarta Sección, es ejemplo de ello. Hay docenas de reclamos y nada de nada.

Y allí mismo, en la misma esquina, Mendoza Today denunció que hay un bodegón abandonado —Los dos amigos— donde suelen infiltrarse los malvivientes a efectos de esconderse tras cometer puntuales fechorías.

Diario Mendoza Today

Más allá de la pertinente nota periodística, se elevaron denuncias a los organismos correspondientes, incluso a la Ciudad de Mendoza. Y tampoco pasó nada de nada. Los cacos siguen felices y contentos.

Entonces, cuando ocurren este tipo de cosas, los ciudadanos empiezan a preguntarse para qué pagan sus impuestos, porque ven que los burócratas de turno no hacen lo que deben hacer. Y empiezan a hartarse por la falta de respuestas.

El caso del agua es emblemático de Mendoza, porque viene de allá lejos y hace tiempo. Es un tópico mal parido desde el comienzo. Porque los caños están podridos y vencidos, y el dinero que debería usarse para mejorar la red se utiliza para la política, y así sucesivamente.

Y no falta la cuota de ironía: el gobierno lanza campañas para no malgastar el recurso mientras las pérdidas de agua se dejan ver por doquier, a través esos caños destruidos que nadie se digna en reparar.

Los medios no hablan del tema porque la pauta oficial es la gran censuradora de conciencias. Entonces, el círculo vicioso se completa con éxito total.

Lo peor de todo, es que el ciudadano mendocino se encuentra adormecido ante el maltrato recibido. Ni siquiera se digna a protestar. Aún cuando muchas veces, como ocurre en Palmira, el agua sale turbia y contaminada de sus propias canillas.

Como puede verse, ya no se trata de una cuestión de “funcionarios que no funcionan”, sino de salubridad. Con todo lo que conlleva para la salud pública.

Es una situación que no puede sostenerse en el tiempo y que va camino a empeorar. Y atañe, como se dijo, a cientos y cientos de mendocinos, que no logran acceder a un recurso que es básico e indispensable.

Finalmente, lo importante no es el agua, o sí, pero más relevante es lo que se esconde detrás de todo lo relatado. La desidia de unos tipos que juran interesarse en lo que le ocurre a los ciudadanos y solo se dedican a vivir de ellos, exprimiéndolos hasta la última gota. Y no de agua.

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